Las malas noticias económicas volvieron a ser las protagonistas de la escena mundial. Grecia no sale a flote y la posibilidad de que entre en una moratoria de pagos cobra fuerza, lo que hace temer por un efecto dominó en todo el sistema bancario de Europa. En España crecen las protestas a lo largo y ancho del país por los recortes en los programas sociales y la frustración de los ciudadanos por la falta de empleo y oportunidades. Cruzando el Atlántico, la situación también se complica, pues las cifras económicas en Estados Unidos no son buenas, lo que hace pensar que se está frenando la recuperación. Y como si no fuera suficiente lo anterior, Japón -que venía estancado antes del terremoto- se tomará tiempo para salir de este letargo. Mientras tanto, China, el nuevo motor del mundo, toma el camino de la desaceleración.
En la zona euro es donde el panorama se ve más nublado. La crisis fiscal se ahonda en Grecia y el riesgo de contagio en la periferia tiene en máxima alerta a las autoridades financieras del Viejo Continente. Las protestas se pasan de castaño oscuro. En Atenas, la semana anterior, una huelga general paralizó el transporte, los bancos no abrieron, los ministerios cerraron y no hubo noticias ni en radio ni en televisión, pues los periodistas se sumaron a la protesta.
Grecia está al borde de una moratoria de su deuda. Aunque, gracias al acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), podría recibir un apoyo financiero de unos 12.000 millones de euros, esto solo le alcanzaría para cubrir las obligaciones de julio. Las necesidades de Atenas son mucho más. Se estima que el paquete de rescate que requeriría del FMI, la Unión Europea y la zona euro asciende a 120.000 millones de euros. Pero tampoco hay acuerdo en este plan y por eso el papel que desempeñará el nuevo director del FMI -que probablemente será la ministra francesa Christine Lagarde- será clave.
El problema es grave por donde se mire. Una cesación de pagos de Grecia aumentará la presión sobre Irlanda y Portugal, que si bien no atraviesan por una situación fiscal tan crítica como Atenas, sí le siguen los pasos.
Por otro lado, los bancos están temblando, pues son los mayores acreedores de los bonos griegos. El 43 por ciento de la deuda, es decir, 124.000 millones de euros, está en cabeza de ellos. El resto, en fondos, bancos centrales y aseguradoras. Los bancos franceses son los que poseen la mayor parte de la deuda y le siguen los alemanes, lo que alimenta el temor por un efecto dominó en el sistema bancario europeo. Algunas agencias bajaron la calificación de varios bancos griegos y anunciaron una posible revisión a la baja de los grandes bancos franceses.
Aunque se trata de instituciones financieras muy poderosas y el tamaño de la deuda no debería generarles problemas, la verdad es que los mercados reaccionan ante los rumores del contagio hacia Irlanda, Portugal y España, pues ya sería una participación mayor de deuda expuesta en el mercado bancario europeo. Obviamente, las bolsas en el Viejo Continente están nerviosas y han tenido caídas considerables.
Ahora bien, ¿tiene salida la tragedia que vive Grecia? La respuesta pasa por todas las opiniones. No todos están de acuerdo en que el camino sean los recortes. José Antonio Ocampo, profesor de la Universidad de Columbia, dice que el ajuste es doloroso e impopular y que una reducción de la deuda griega ayudaría mucho más. "Soy de los que creen que Grecia necesita reestructurar su deuda, porque es insostenible y lo será aún más al final del programa actual. Y sería mejor hacer pagar parte de los costos de la reestructuración a los agentes privados, reconocer las pérdidas de los bancos hoy y obligar a capitalizarlos, y utilizar los recursos públicos para suavizar el ajuste fiscal en la transición a la nueva situación".
La semana pasada, el primer ministro, Yorgos Papandréu, que lleva un año batallando con medidas impopulares para tratar de salvar al país de la quiebra, recompuso el gobierno en un intento de lograr consensos para sacar adelante las reformas de austeridad.
En España la situación se pone cada vez más fea. Muchos españoles siguen acampando día y noche en las plazas de las grandes ciudades, frustrados por su situación y la falta de empleo. Desde hace un mes las protestas son pacíficas, pero la paciencia de los españoles, principalmente los jóvenes, se está colmando. La situación está llegando al límite. "Europa para los ciudadanos y no para los mercados", dice el lema de los manifestantes, que convocaron a la manifestación del 19 de junio en más de sesenta ciudades españolas. Se extienden las protestas por el llamado Pacto del Euro, que desde Bruselas se ha presentado como el plan para salir de la crisis, a través de medidas de recorte del gasto público, flexibilidad salarial y moderación en pensiones.
Lo grave es que persiste el temor de que España llegue a la situación de Grecia, aunque se trate de economías muy distintas. Para Ocampo, "España no tiene las dificultades de los otros países con programas de rescate. Es, además, una economía más grande, con mayor capacidad de reestructuración interna, pero, al igual que las otras, el ajuste en curso es muy duro, particularmente porque tiene tasas de desempleo muy altas".
Esta crisis ha hecho pensar que se romperá la unión monetaria. Sin embargo, expertos creen que dar marcha atrás sería demasiado costoso, complejo y con implicaciones más graves para la eurozona. Las autoridades europeas harán todo lo que puedan para evitar su resquebrajamiento.
Al otro lado no escampa
Pero si la situación en el Viejo Continente se ve color de hormiga, al otro lado del Atlántico no faltan las preocupaciones. En Estados Unidos las cosas no lucen nada bien. Los últimos indicadores de la primera economía del mundo muestran un repunte de la inflación, caída en la actividad manufacturera, en la vivienda y en la confianza de los constructores. El desempleo sigue en niveles elevados del 9,1 por ciento, el ritmo de las obras civiles es demasiado lento y hasta Wall Street se ha resentido con caídas en los últimos días.
Para el presidente de Anif, Sergio Clavijo, si bien lo peor en Estados Unidos ya pasó y no se verá una contracción de la economía como en 2009, hay señales de que se podría frenar la recuperación. El estimativo de crecimiento, según diversos analistas, ha bajado de 3 por ciento a 2,5 y algunos no descartan que los nuevos pronósticos llegarán a 2,0 por ciento.
El asunto es que, como dicen los analistas políticos, las cifras económicas son peligrosas para un presidente que busca la reelección. Una encuesta reciente de The Washington Post revela que los estadounidenses perciben que la economía ha empeorado y un mayor porcentaje responsabiliza a Barack Obama por los pobres resultados. El 59 por ciento de los estadounidenses desaprueba la labor del presidente en la conducción de la economía, y este continúa siendo el tema más importante para los votantes en la elección presidencial de 2012. La economía es también el objetivo para los republicanos, que aspiran a vencer a Obama en 2012.
Y mientras en Occidente el panorama está nublado, al otro lado del mundo, China le mete el freno a su economía, y eso inquieta a más de uno.
El problema, según Manuel García, analista de Old Mutual-Guodian Life Insurance Company en Beijing, es que China se ha convertido en la tabla de salvación para la economía global. "Ante la probabilidad de que la demanda, sobre todo de bienes básicos, sea inferior, los mercados se asustan". Claro está que China, según las estimaciones preliminares, no crecerá al 9,8 por ciento este año, sino un poco menos: 9,4 por ciento. La diferencia porcentual es menor, pero en términos absolutos implica varios miles de millones de dólares menos para los países que le venden materias primas.
Habrá, pues, que cruzar los dedos para que la tormenta que algunos analistas vislumbran en el horizonte pierda fuerza o por lo menos para que los vientos que lleguen a América Latina sean más favorables.
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