Motor de la economía mundial. Con una fuerza de trabajo de 600 millones de personas, el otro gigante asiático puede ser la tercera economía del planeta.
Fuente: ANALISTA
China e India son los dos principales países emergentes de la región asiática. Pero salvo esta constatación inicial, sus diferencias son mayores que sus semejanzas, sobre todo en su vinculación con el sistema internacional.
Entre 2003 y 2008 -los años del boom de la economía mundial previos a la crisis- India creció 8.7% anual, lo que indica una aceleración del auge iniciado a partir de 1991, en que se expandió 6.7% por año. El PBI indio aumentó 230% (4% anual) desde 1991; en ese periodo, China creció 1090% (8.7% anual). El resultado es que el producto indio (U$S 1.152 millones) es 30% del PBI chino, su comercio internacional menos de la tercera parte y su capacidad de atracción de inversión transnacional (IED), siete u ocho veces menor que la de China.
El dato estructural que frena el crecimiento indio en el largo plazo es que 70% de su población (1.100 millones de habitantes) es campesina; y el agro representa sólo el 17% del PBI. Aun así, si mantiene su nivel de crecimiento de los últimos cinco años, en 2030/2040 sería -según Goldman Sachs- la tercera economía del mundo, después de EE. UU. y China. Quizás el dato central es que India posee una fuerza de trabajo constituida por más de 600 millones de personas de 25 años de edad o menos, y se convertirá en la nación más poblada del planeta en 2035 (1.500 millones de personas), tras superar a China.
Lo fundamental es que después del año 1991, pero sobre todo a partir de 2003, India globalizó su economía y alcanzó en 2008 una relación comercio internacional / PBI de 51% (24% en 1993). Su dificultad principal es la realización de su extraordinario potencial; y allí el obstáculo es la debilidad de su sistema de gobierno, en el que se sobrepone una densa burocracia con las instituciones heredadas del dominio británico, dentro de la mayor democracia del mundo.
De ahí la enorme importancia del triunfo del Partido del Congreso en las elecciones de mayo de este año, que parecen asegurar la gobernabilidad de una democracia, cuya legitimidad no alcanza, a veces, para superar la inercia o la debilidad frente a los poderes fácticos. Hay un sector donde India tiene importancia mundial: la industria de alta tecnología, sobre todo los servicios, que crecieron 20% anual en los últimos 15 años; pero sus exportaciones, en especial de telecomunicaciones e informática (ICT), aumentaron 54% entre 2003 y 2008; y la inversión transnacional (IED) en la industria de alta tecnología pasó de 8.900 millones de dólares en 2006 a 22.820 millones en 2007.
El corredor Nueva Delhi/Bangalore es el "Silicon Valley indio"; allí se encuentran ubicadas en racimos (clusters) 600 empresas transnacionales de alta tecnología; y el mayor número de institutos de formación -universitarios y terciarios- IT del mundo actual.
Los principales mercados para las exportaciones IT son EE. UU (60%) y Gran Bretaña (19%). La industria IT de India es parte estructural del sistema de alta tecnología de EE. UU., y su eje de integración es Silicon Valley (California), donde la mitad o más de las nuevas empresas (start ups) son obra de ingenieros o científicos indios.
La industria high-tech ocupa a 2.230.000 personas; eran 284.000 en 1999. Crece 10.9% por año. Cada 12 meses incorpora 226.000 profesionales de alta calificación. India tiene el mayor pool de fuerza de trabajo IT de habla inglesa del mundo actual.
El significado estratégico de India reside hoy, antes que en su excepcional potencial de crecimiento de largo plazo, en la competitividad global de su industria de alta tecnología. En un mundo que se globaliza e integra, y por ello acentúa la competencia, la regla es ser número 1 en algo. India lo es en IT, avanzada del sistema y frontera del conocimiento.
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