Por Matt Moffett
Uruguay celebrará elecciones presidenciales el domingo en las que candidatos muy distintos —un ex guerrillero de izquierda y un ex presidente conservador— están de acuerdo en mantener las políticas gubernamentales que favorecen al mercado, las mismas que han convertido al país en una historia de éxito casi desapercibida.
En términos de economía ortodoxa, Uruguay es visto como un caso típico de la mayoría de los países Latinoamericanos, incluyendo Brasil, Chile y Colombia, que mantendrán elecciones presidenciales en un año electoral inusualmente ajetreado. Con pocas excepciones, la ronda de sufragios que se aproxima carece de las cruentas pugnas ideológicas entre populistas y defensores del libre mercado que sacudieron a la región en el último gran ciclo electoral de fines de 2005 y 2006.
En Uruguay, tanto José Mujica, un ex guerrillero que pasó 14 años como prisionero político y quien hoy lidera las encuestas, como Luis Lacalle, presidente entre 1990 y 1995, han prometido no trastocar las políticas fiscalmente prudentes que han generado un crecimiento anual promedio de casi 7% en los cinco años anterior al actual. "El nivel de consenso en materia de políticas para una estabilidad macroeconómica constituye una de las mayores fortalezas de Uruguay", sostiene Gabriel Torres, un economista en Moody's Investors Service.
Mujica, que lidera una encuesta por un margen de 45% a 27%, ha extendido la mano al sector empresarial y a los conservadores al elegir como su compañero de fórmula a Danilo Astori, el muy reconocido ex ministro de Economía del actual presidente, Tabaré Vázquez, de centroderecha, que no se ha postulado.
Mujica, sin embargo, probablemente no obtendrá el 50% de los votos que necesitaría para ganar en primera vuelta, con lo que habría una segunda ronda electoral.
Sin grandes temas que negociar, Mujica, con un discurso directo, ha caído presa de su franqueza. Ha insultado a argentinos, a los votantes indecisos, e incluso a algunos miembros de su propia coalición, a quienes llamó "idiotas". La retórica decepcionó a algunos votantes, lo que explica por qué una considerable parte del electorado aún no ha decidido su voto.
Los esfuerzos por conseguir un equilibrio ideológico en las candidaturas, como los de Mujica, no se veían hace unos años, cuando países como Perú, México, Bolivia y Nicaragua celebraron elecciones extremadamente polarizadas. En ese momento, la influencia del izquierdista venezolano Hugo Chávez iba en aumento en la región.
Cynthia McClintock, politóloga de la Universidad de George Washington, señala que en muchos de los países que tendrán elecciones el próximo año, "la democracia está más consolidada, las divisiones son menos pronunciadas y Chávez ha perdido su atractivo" al haber quebrantado las prácticas democráticas al atacar a sus oponentes y la prensa en Venezuela.
Las políticas favorecedoras del mercado actuales, con frecuencia aunadas a un fuerte gasto social, van en aumento porque han mostrado buenos resultados y los votantes no parecen estar de humor para prácticas económicas arriesgadas. Costa Rica probablemente elija a otro presidente centrista en febrero y Colombia seguirá apostando por los conservadores en mayo.
Algunos países podrían inclinarse más a la derecha. En Chile, un magnate empresarial conservador es el favorito para las elecciones de diciembre, por delante de dos candidatos de centro-izquierda, incluyendo el de la coalición gobernante conocida como Concertación. Un desarrollo positivo excepcional para Chávez se da en Bolivia, donde su aliado, Evo Morales, es el favorito a la reelección en diciembre.
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