Largo ha sido el camino recorrido y larga ha sido la lucha emprendida desde fines del siglo XIX, por las mujeres argentinas, para la obtención de sus derechos cívicos y políticos.
Mujeres como Cecilia Grierson, que estudió medicina para curar a su amiga Amalia Koenig de una enfermedad por entonces incurable, siendo la primera mujer en graduarse como médica en 1889 y que en 1900 fundó el Consejo de Mujeres; y la socialista Alicia Moreau de Justo que en 1907 creó el Comité Pro-Sufragio Femenino, fueron quienes dieron impulso para que en mayo de 1910, en pleno centenario, Buenos Aires se constituyera en sede del 1° Congreso Femenino Internacional con la asistencia de delegadas chilenas, uruguayas y paraguayas siendo el reclamo principal el derecho de las mujeres a votar.
La Dra. Alicia Moreau de Justo junto a Sara Justo y Elvira Rawson funda el Centro Feminista para la conquista del voto. En el acta de fundación se aprecian sus alcances cuando dice: "El movimiento feminista es un movimiento social organizado con el propósito de reformar la legislación, de abrir carreras, de mejorar las condiciones de trabajo y de hacer desaparecer los prejuicios y las prácticas que impiden a la mujer desenvolver su vida con libertad".
En 1918 crea la Unión Feminista Nacional y, junto al Comité Pro Derechos de la Mujer (con su amiga Julieta Lanteri al frente), desplegaron imaginativas estrategias, con simulacros de votación femenina -paralelos a las nacionales- en 1920.
El primer proyecto de ley de voto femenino en el Congreso Nacional fue presentado por el diputado socialista Alfredo Palacios en 1911, pero ni siquiera fue tratado sobre tablas, mientras que pocos años después comenzaba a regir la Ley Sáenz Peña, que establecía el sufragio secreto, universal (aclaremos que entendían por universal sólo al universo de los hombres) y obligatorio.
El socialista Mario Bravo en 1928 intenta que se le de tratamiento legislativo al voto femenino al llevar un proyecto a la Cámara de Diputados, pero éste quedó trunco con el golpe militar de 1930, el proyecto durmió en los cajones de la Cámara hasta que comienza a ser debatido en septiembre de 1932. Y el 17 de septiembre, se obtiene media sanción a la ley propuesta. "Creo en la conveniencia del voto consciente de la mujer, mayor de edad y argentina. Me comprometo a propender a su mayor cultura", ésta era la consigna de boletas que sumaron más de 95.000 firmadas por mujeres de todo el país que se presentaron al Congreso apoyando la ley.
Tengamos en cuenta el marco legal de desprotección que padecían las mujeres respecto de sus derechos humanos, cívicos y políticos, recordemos que las mujeres se consideraban incapaces por el Código Civil de 1871 y recién en 1926, con la Ley 11.357 alcanzaron la igualdad legal con los varones, escasa, porque no incluía el derecho al voto ni la patria potestad compartida.
En este contexto se dio la discusión al momento del debate, por citar algunos, el diputado derechista Bustillo pidió el voto calificado para la mujer, lo que le valió el abucheo de cientos de señoras y señoritas que colmaban los palcos del Parlamento; el ultra conservador Uriburu, manifestó: "Cuando veamos a la mujer parada sobre una mesa o en la murga ruidosa de las manifestaciones, habrá perdido todo su encanto. El día que la señora sea conservadora; la cocinera, socialista, y la mucama, socialista independiente, habremos creado el caos en el hogar" (Revista Qué, 29 de agosto de 1946).
Por otro lado, el socialista Ruggieri, decía: "la coincidencia de todos los sectores en el deseo de libertar a la mitad del pueblo argentino, la parte más delicada y sufrida, y la más oprimida, dándole participación directa en nuestras luchas cívicas”, lo que generó el estallido de aplausos de las damas presentes " (Revista Qué, 29 de agosto de 1946).
Finalmente se impuso el pensamiento retrógrado que prevalecía en el Senado argentino de los años 30, y la ley no pudo salir. Los conservadores que se oponían a la igualdad de género durante la Década Infame sostenían como principal discurso lo "costoso que sería empadronar a todas las mujeres y lo difícil que sería enseñarles las responsabilidades del voto", pero la verdad era que tenían temor de una supuesta perdida del control del voto y el consiguiente estado de fraude que se vivía en esos años en el país.
Aún en este estado de cosas, la bancada socialista, la que más hizo por la concreción del voto femenino a lo largo de nuestra historia, acompañada por el invalorable impulso de la Dra. Alicia Moreau de Justo, insistió con proyectos presentados por el diputado Alfredo Palacios en el año 1935 y luego en el año 1938 incluso con el apoyo de una declaración de la Unión de Mujeres Argentinas, que fuera impulsada entre otras por Susana Larguía y Victoria Ocampo.
Haciendo un recuento, durante 36 años, desde 1911 con el primer proyecto de Palacios, fueron, en total, 22 las iniciativas legislativas que se presentaron hasta que el 9 de septiembre de 1947 se sancionó la ley 13.010 que establecía en su primer artículo: "Las mujeres argentinas tendrán los mismos derechos políticos y estarán sujetas a las mismas obligaciones que les acuerdan o imponen las leyes a los varones argentinos"; esta ley se promulgó el 23 de septiembre de 1947.
La llegada del peronismo en 1945 y la ola de reivindicaciones sociales que produjo la revolución popular, impulsó la iniciativa que fue tomada como un compromiso de lucha por la propia Evita.
Fue votada rápidamente en el Senado, pero en Diputados se plantearon debates más arduos con intenciones de modificar el texto de la mayoría, la oposición pretendía que primero las mujeres fueran inscriptas y luego se generara la obligación del voto, pero esta intención de marginar a muchas mujeres, especialmente las más humildes, fue rechazada por la mayoría y reprobada por silbidos y pañuelos blancos por la gran cantidad de mujeres que llenaron los balcones del recinto de la Cámara baja. Asi es que la ley se votó por "unanimidad" tal cual como llegó el proyecto del Senado y 14 días después se convirtió en una norma con estado constitucional.
El voto femenino recién se estreno cuatro años después, cuando el 11 de noviembre de 1951 más de 3.500.000 de mujeres votaron por primera vez en la elección que reeligió a Juan Domingo Perón.
En esas elecciones, las mujeres eran poco más del 40% del padrón y votó el 90% de las empadronadas, votaron más mujeres que hombres.
Se cumplía un viejo sueño de luchadoras feministas como Alicia Moreau de Justo, Elvira Dellepiane de Rawson, la poetisa Alfonsina Storni y Silvina Ocampo, quienes desde los albores del siglo XX luchaban por la sanción de esta justa normativa.
Sin embargo, por esas paradojas que tiene la vida, Alicia Moreau de Justo, defensora de los derechos cívicos para la mujer, cuando se produjo por primera vez el sufragio femenino en noviembre de 1951 en comicios presidenciales, no pudo votar, porque mediaba contra ella y otros dirigentes socialistas, orden de detención por supuestas actividades conspirativas.
A 62 años del voto femenino, es mucho lo que se ha logrado a través del trabajo comprometido y responsable de miles de mujeres y hombres en nuestro país en pos de una sociedad más justa, más igualitaria, más participativa, más inclusiva, más solidaria, pero aún no hemos llegado al final del recorrido, aún quedan luchas sociales, civiles, culturales y políticas por conquistar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario