WASHINGTON.— Más de dos meses después de producirse el golpe de Estado en Honduras, Estados Unidos llegó ayer a la misma conclusión que la mayoría de la comunidad internacional: que el régimen de facto de Roberto Micheletti ha sido producto de un golpe de Estado y, en consecuencia, que no entiende el lenguaje de la diplomacia.
Por lo tanto, el Departamento de Estado ha decidido elevar el tenor de las represalias con la suspensión definitiva de “una amplia gama” de programas de asistencia —con valor de poco más de 30 millones de dólares, en principio— contra el gobierno golpista, hasta que Honduras “retorne a la vía de la legalidad democrática y constitucional”.
Según distintos funcionarios de la administración, de persistir la actual situación, EU podría dejar de enviar a Honduras unos 200 millones de dólares. Apenas el pasado mes de junio, la administración había suspendido inicialmente una serie de ayudas por varios millones de dólares, una medida que ahora se hace permanente.
Al mismo tiempo, EU ha considerado que, en vista del estado de excepción que se vive en esa nación centroamericana, no podrá respaldar los resultados de las elecciones previstas para noviembre próximo.
“Esas elecciones se tienen que realizar en un ambiente de libertad, de justicia y transparencia”, consideró el Departamento de Estado al insistir en que el gobierno golpista tendrá que reconsiderar su postura frente a la propuesta de paz y reconciliación que contiene el Acuerdo de San José para garantizar el retorno del presidente, Manuel Zelaya, al poder. También informó que quitará las visas a varios funcionarios del gobierno de facto y de sus allegados.
“Estados Unidos ha querido enviar un mensaje claro al régimen de facto de que el status quo es inaceptable”, dijo en conferencia de prensa P.J. Crowley, secretario de Estado adjunto del Departamento de Estado.
La decisión estadounidense se conoce un día después de que Zelaya reclamara una postura “contundente” de Washington frente a la situación de derechos humanos en Honduras y que declarara los eventos que derivaron en su expulsión como un golpe “militar”.
Sin embargo, el Departamento de Estado se limitó a seguir hablando de “golpe de Estado”, aludiendo a las “complicadas cuestiones factuales y legales” que implican la calificación de golpe militar.
Tras el anuncio estadounidense, Zelaya, se congratuló por el respaldo de la administración de Barack Obama a su causa y pidió al régimen golpista “que rectifique y deje de hacer sufrir” al pueblo hondureño.
“El endurecimiento de las medidas de Estados Unidos contra los golpistas, consecuente con todas las posiciones de los presidentes de América Latina, demuestra que el régimen de facto está cada vez más solo”, dijo Zelaya poco después de su encuentro con Hillary Clinton.
El jefe del Comando Sur de Estados Unidos, general Douglas Fraser, dijo ayer en San Salvador que el restablecimiento de la cooperación militar con Honduras dependerá de que se alcance una solución “política” al conflicto tras el golpe de Estado.
Gobierno de facto se lamenta
En Tegucigalpa, el gobierno de facto “lamentó” que EU tomará la decisión de “irse por el lado de Hugo Chávez” al reaccionar a la decisión de Washington de ampliar las medidas económicas y políticas contra los golpistas. El ministro de la Presidencia de Honduras, Rafael Pineda Ponce, calificó la decisión como “poca amistosa” y dijo que no la aceptan con “alegría”. (Con información de agencias)
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