Reuters/Infolatam Bariloche3, 28 agosto 2009
Los presidentes de 12 países sudamericanos de Unasur negociaban bajo fuerte tensión el viernes en Argentina para resolver la crisis política que vive la región, originada por la planeada ampliación de la ayuda militar negociada por el presidente de Colombia, Alvaro Uribe, con Estados Unidos para combatir al narcotráfico.
La decisión del país andino de permitir que Washington utilice siete bases en su territorio puso en pie de guerra al presidente de Venezuela, Hugo Chávez, quien amenazó con romper relaciones y suspender todas las importaciones por considerar que su vecino está poniendo en peligro la seguridad nacional.
Colombia respondió denunciando a Caracas ante la Organización de Estados Americanos (OEA) por inmiscuirse en sus asuntos internos, en una pelea que hizo reverdecer las grandes diferencias ideológicas que recorren Sudamérica.
"No es tolerable, no es aceptable que estemos viviendo tensiones como las que estamos viviendo", dijo la presidenta argentina, Cristina Fernández, en la cumbre de líderes de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) que se realiza en la ciudad sureña de San Carlos de Bariloche.
El clima de sensibilidad que cruza la región se reflejó en la solicitud del presidente de Colombia, Alvaro Uribe, de que el debate se transmitiera abiertamente por los medios de comunicación, sin editar. La petición fue aceptada.
"Acá estamos hablando no de un tema liviano de soberanía o de acuerdos jurídicos. Estamos hablando de un derecho fundamental de las sociedad colombiana de superar esta amenaza que tanta sangre ha producido en nuestro país", dijo el mandatario andino durante la cumbre, en declaraciones televisadas en vivo para todos los países de Sudamérica.
Colombia es el aliado más cercano que tiene Estados Unidos en la región y sus políticas suelen ser blanco de los ataques retóricos de Venezuela, que encabeza una corriente radical socialista identificada con el antiimperialismo en la que también militan Bolivia y Ecuador.
El presidente colombiano viajó a Argentina con la consigna de explicar los alcances de una iniciativa que también causó escozor a la potencia regional, Brasil, aunque el presidente Luiz Inácio Lula da Silva garantizó que Colombia no sería arrinconada.
Antes de comenzar el debate, Lula se reunió con Chávez para intentar "moderar y equilibrar la posición venezolana. Fue una conversación más de la que días antes tuvieron entre ellos por teléfono. La charla fue distendida y tratando de bajar los decibeles", dijo un portavoz de la presidencia de Brasil.
En los días previos, el Palacio del Planalto había dicho que la presencia de militares foráneos en la región era una preocupación y solicitó detalles sobre el eventual uso de las bases colombianas.
Bogotá sostiene que la ampliación de su cooperación militar con Washington es un refuerzo del programa ya existente de lucha contra el narcotráfico y el terrorismo, pero con el aumento de la presión de Venezuela en Colombia crece el temor a que Uribe sea sentado en el banquillo de los acusados.
Más moderado que en intervenciones recientes, Chávez mantuvo su posición de que el tratado entre Bogotá y Washington tiene otros objetivos más allá de la lucha contra el narcotráfico."Es la estrategia global de los Estados Unidos. Esa es la razón de esto. Es la razón de que se estén instalando esas bases en Colombia", argumentó Chávez.
Antes de la cumbre, el mandatario venezolano había publicado una carta de su puño y letra en el diario argentino Página 12 condenando la presencia de militares estadounidenses en Sudamérica y exhortando a los mandatarios de Unasur a sumarse al rechazo.
"Sería un grave error pensar que la amenaza es sólo contra Venezuela; va dirigida a todos los países del sur del continente", dijo en la misiva.
En la reunión, el presidente de Bolivia, Evo Morales, llamó a rechazar esa presencia; pero el mandatario de Perú, Alan García, recordó el daño causado por el narcotráfico y la guerrilla a Colombia.
El estallido de la crisis también pone a prueba los incipientes esfuerzos del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, por mejorar la relación con América Latina, que históricamente estuvo marcada por la desconfianza.Pero más allá del trabajo de algunos países por reencauzar el diálogo, el choque ideológico podría hacer fracasar a la cumbre, dijeron analistas, tal como ocurrió en Quito hace apenas 18 días.
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