LIBREVILLE, Gabón (AFP) — Decano de los jefes de Estado africanos, el presidente gabonés, Omar Bongo Ondimba, de 73 años, es un dinosaurio del continente respetado por el éxito de sus mediaciones, pero cuestionado por las sospechas de corrupción y fraude electoral.
Omar Bongo, con su pequeña estatura, su bigote y su mirada penetrante a menudo escondida detrás de gafas negras, dirige su país desde hace más de 41 años, lo que le convierte en uno de los jefes de Estado más longevos del mundo.
Nacido el 30 de diciembre de 1935 en una familia de campesinos del país bateké, en el sureste de Gabón, Albert Bernard Bongo se convirtió en El Hadj Omar Bongo después de convertirse al islam en 1973, tras lo cual agregó Ondimba, el nombre de su padre, en 2003.
Cuando tenía apenas 27 años, se convirtió en el director de gabinete del primer presidente de Gabón, Leon Mba.
Después de ser ministro en 1965, fue elegido vicepresidente en 1967 y accedió ese mismo año a la presidencia al morir Leon Mba el 28 de noviembre.
Bongo instauró el régimen del partido único en 1968 y creó el Partido Democrático Gabonés (PDG). Candidato único, fue elegido presidente en 1973, 1979 y 1986, con resultados récords.
Originario de una etnia muy minoritaria, dirigió el país sin tolerar la más mínima oposición, aunque repartió las responsabilidades gubernamentales y administrativas de acuerdo a sutiles equilibrios étnicos y regionales.
En las décadas de los 70 y los 80, el petróleo salía a borbotones, permitiendo transformar su pequeño país en "emirato petrolero", pero la corrupción se generalizó, según muchos observadores.
En 1990, instauró el multipartidismo, pero el PDG conservó la mayoría absoluta en el Parlamento.
Sus reelecciones (en 1998 con el 66,88% de los votos, y en 2005 con el 79,21%) se vieron rodeadas de acusaciones de fraudes por parte de la oposición.
Omar Bongo repartió privilegios y favores y logró conseguir así el apoyo de sus más viejos y virulentos críticos.
Desde la década de los sesenta, Omar Bongo ha sido uno de los principales actores de lo que se llamó la 'Françafrique', una red de influencia francesa en África en la que se mezclan grupos de presión, relaciones diplomáticas, negocios y política.
Los medios de comunicación franceses revelaron hace poco su importante patrimonio inmobiliario, y la justicia investiga una demanda de ONGs que acusan a Bongo de poseer en Francia bienes inmobiliarios de lujo pagados con el dinero público.
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