Los países de Europa central y oriental que pertenecieron
al bloque socialista durante más de cuatro décadas han decidido unir sus
fuerzas contra Rusia en la crisis de Ucrania. Aunque existen
diferencias entre los estados más hostiles a Moscú, como Polonia y las
repúblicas bálticas, y los que tienen mayor afinidad cultural, como
Bulgaria, los ahora miembros de la Unión Europea (UE) dan su apoyo a las
sanciones, presiones y condenas llevadas a cabo por Bruselas y
Washington, de común acuerdo con la OTAN, la OSCE y otros organismos
internacionales.
Las naciones que sufrieron la dominación de la URSS, ven
con inquietud e indignación la política de Vladímir Putin en el
conflicto ucraniano. Además, millones de ciudadanos recuerdan con
amargura la denominada 'guerra del gas' entre Moscú y Kiev, que hace
cinco años golpeó duramente las empresas y las economías domésticas de
Europa del Este. Gobiernos y diplomacias de la región no piensan
quedarse quietos ante la escalada de tensiones tras la crisis abierta en
Crimea y la política expansionista del Kremlin.
El ministro de Asuntos Exteriores de Rumanía, Titus
Corlatean, dejó muy claro que «la acción armada de Rusia representa una
clara violación de la soberanía de Ucrania». Las autoridades de Bucarest
temen que, si Putin se sale con la suya, esta victoria le pueda dar
alas para agredir a otros estados como Georgia y la República de
Moldavia. EE UU ya ha incrementado estos días su colaboración en materia
de defensa con Polonia y las tres repúblicas bálticas (Lituania,
Letonia y Estonia) que pertenecieron a la URSS porque son los más
expuestos militarmente ante Rusia. Pero también porque los dirigentes de
estos cuatros países son los más dispuestos a hacerle frente al
Kremlin. El propio presidente, Barack Obama, que impulsó un escudo
antimisiles en la región, aseguró a su homólogo en Varsovia, Bronislaw
Komorowski, que Washington garantizará la seguridad.
Rumanía es una pieza clave para la resolución pacífica de
la crisis porque a pesar de su modesta económica y política es un aliado
fiel de la UE y EE UU y comparte más de 650 kilómetros de frontera
terrestre con Ucrania. El presidente, Traian Basescu, anunció que quiere
participar en las negociaciones de los socios occidentales, y les
recordó que su país es «el Estado de la UE más cercano a Crimea».
Bulgaria también está en estado de máxima alerta. Por ese
motivo, ha puesto en marcha su maquinaria diplomática y ha activado el
Consejo Nacional de Seguridad. El Gobierno teme que una ruptura de
Ucrania porque esta situación afectaría a los 300.000 ciudadanos de
origen búlgaro que viven en este país. Chequia sigue igualmente con
mucha preocupación la evolución del conflicto, pero existen diferencias
políticas entre sus líderes. Mientras el presidente, Milos Zeman, se
opuso a aplicar sanciones a Moscú, porque en su opinión no resuelven los
problemas y citó el ejemplo de Cuba, el jefe de la diplomacia, Lubomír
Zaorálek, calificó de «acto de violencia» y «agresión» la presencia
militar rusa en Crimea.
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