Por Natalia Sierra
Lo justo, si es que fuese un gobierno democrático que no lo es, hubiese sido que nos permitan entrar a la plaza a los que no apoyamos la política extractiva del Gobierno,como lo hacen con los pocos que la respaldan. Al menos eso, ya que a nosotros no nos colocan tarima, amplificación y artistas pagados con dinero del pueblo ecuatoriano. Sin embargo, empezaron por no dejarnos entrar y no conforme con esto ordenaron que las murallas de policía nos vayan violentamente retirando, a fuerza de toletazos, gas y balas de goma. Esta violencia continúo con la detención, absolutamente, arbitraria de cuatro compañeros, que horas más tarde fueron liberados, pues obviamente no tenía de que acusarles, más aún cuando los videos y fotos tomadas mostraban claramente la arbitrariedad del arresto.
Lo más impactante y aparentemente absurdo fue la represión que se ordenó hacia las nueve de la noche, cuando ya muchos de los manifestantes se habían retirado. Un grupo de jóvenes con pitos, globos y cantos seguía manifestándose alrededor de la Plaza del Teatro, cuando sorprendentemente varios piquetes de policía comienzan a cercarlos con la intención de encerrarlos. Este violento operativo policial, sin sentido,implementó algo no visto en anteriores represiones policiales. De repente, por una de la calles aparecieron varias motos, cada una con dos policías, en una actitud absolutamente violenta, como que si fuesen a una confrontación en la que tenía que arremeter contra una fuerza similar.
Semejante operativo motorizado se parecía mucho a esa escenas de las películas de acción y violencia que produce Hollywood, donde a losgrupos policiales o delincuenciales los muestran como invencibles. Ante éste espectacular despliegue de fuerza, los manifestantes, sobre todo las mujeres, optaron por sentarse y acostarse en el pavimento, otros y otras se tomaron de las manos y alzaron lo brazos, como quedó registrado en varias fotografías y videos. Los policías motorizados por un momento se detuvieron ante la reacción pacífica de los y las manifestantes, pero inmediatamente, y sin razón alguna, volvieron a ponerse violentos y empezaron a seguir a las personas y volvieron a disparar balas de goma sin ningún motivo, hasta que su violencia termino expulsándonos y algunos con heridas.
Se podría pensar que la orden de reprimir es un error político del Gobierno, pues frente a la violencia policial hay mayor indignación en los manifestantes e incluso sanción de la sociedad. Sin embargo, éste Gobierno se ha caracterizado por su “inteligencia” política para controlar a la población, sobre todo a la disidente, lo que hace pensar que no es un error sino algo calculado. En estos 7 años de gobierno se ha intentado controlar a la población usando el amedrentamiento vía fuerza judicial, soportado en la criminalización de la protesta social.
Solo para poner algunos ejemplos tenemos: los juicios contra dirigentes sociales a quienes se les acusa de terrorismo, juicio a estudiantes secundarios a quienes se les acusa de rebelión, juicio y cárcel a los 10 de Luluncoto a quienes se les acusó de atentar contra la seguridad del Estado, juicio a periodistas a quienes se les acusa de injuria, etc.Esto muestra que gobiernan sobre la base de generar miedo en la población, como decía Maquiavelo es mejor hacerse temer que hacerse amar.
El asunto es que los manifestantes que defienden el Yasuní, han rebasado el miedo a la represión judicial y se han lanzado a la calle a defender la vida. Definitivamente esto debe asustar a los gobernantes, pues un pueblo que va perdiendo el miedo es peligroso para el poder, el Ecuador de los últimos 30 años sabe bien esto, sabe que ningún poder es invencible. La preocupación del Gobierno debe ser: ¿qué pasa si el pueblo deja de temer y empieza a manifestarse y la manifestación crece? Gran peligro para el “príncipe” o será mejor decir el “reyecito”. Una buena recomendación de Maquiavelo es anticiparse a la protesta social antes de que está encienda, y una buena forma es desactivarla es aumentando el miedo, como ya no funciona la amenaza jurídica y simbólica, quizás sea bueno probar la amenaza de la violencia física, para medir cuanta decisión tiene el pueblo de defender lo que es justo.
Me parece que toda la desproporcionada represión de la noche del 27 de agosto, justamente intenta amedrentar a los jóvenes con la violencia física desplegada por el aparato policial. Es como que si nos quieren mandar un claro mensaje de lo que nos puede pasar sino somos sumisos. Ahora bien, dentro de toda esta estrategia de amedrentamiento hay algo que es sumamente preocupante. La experiencia de las movilizaciones sociales de los últimos 25 años, incluidas y especialmente las que derrocaron a los tres presidentes, nos dicen que cuando el pueblo se movilizó de forma masiva, y los presidentes ordenaron a la policía y al ejército disparar, éstos no obedecieron.
No ha sido una práctica de las fuerzas represivas del Estado, al menos en estas últimas décadas, disparar a la población en sus movilizaciones masivas. En la peor época del gobierno socialcristiano la violencia, que llegó a la desaparición, a la tortura y al asesinato, fue selectiva. Ahora, el Gobierno abastece a la policía de balas de goma y éstos las dispara al cuerpo de los manifestantes, dirán que son instrumentos disuasivos no letales, aunque todos sabemos que según a que distancia disparen y a que parte del cuerpo lleguen pueden matar a una persona.
Esto ya es muy grave, pero lo más grave es quizás, me pregunto: ¿no será que con esto los policías se acostumbran a disparar a la población, con la idea de que no es letal, y con esto cambian una práctica, que al menos en las últimas décadas no la tenía? Y ¿qué pasa si no son balas de goma sino de pólvora? ¿qué es lo que este Gobierno está probando o ensayando?
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