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Chipre: ¿ha sido justa la quita a los depósitos bancarios?
Nueva quiebra bancaria y nuevo rescate. Este podría ser el
resumen que cualquier medio de comunicación hubiese dado en el avance de
cualquier telediario o en una parte poco destacada de cualquier
periódico económico de lo sucedido durante los últimos días en Chipre.
Una noticia que, teniendo en cuenta el peso de la economía del pequeño
país dentro de la Unión Europea (apenas supone un 0,2% del total
comunitario), no debería de haber tenido la relevancia que le han dado
los principales noticiarios. Entonces ¿por qué se le ha dado tanta
importancia?
Para explicar todo este escándalo, sería interesante conocer cuáles son
las principales particularidades del balance de los bancos chipriotas,
tanto desde punto de vista de su activo como desde el punto de vista de
su pasivo.
Los activos de las entidades bancarias chipriotas sumaron 126.400
millones de euros al cierre de enero, una cifra que podría parecer
ridícula en comparación con la que tienen los bancos españoles si no
fuera por una pequeño matiz: el PIB del pequeño país es de 17,88 Mil
Millones de euros. Es decir, el peso del sector financiero es más del 600% del PIB (casi 7 veces más grande).
Sin embargo, el evento que finalmente acabó precipitando la quiebra de
las entidades financieras chipriotas fue la decisión de aplicar la quita
a los acreedores de deuda soberana griega en el mes de Marzo del año
pasado, deuda a la que estaban excesivamente expuestas las entidades
bancarias chipriotas; en concreto , las entidades financieras del
pequeño país habían acumulado bonos helenos por una cantidad equivalente
al al 175% de su PIB.
Pero, ¿cómo se consiguió tal volumen de activos? Básicamente, mediante la captación de depósitos bancarios a través de una atractiva rentabilidad.
En una coyuntura en la que el BCE bajó sus tipos de interés del 4% al
0,75%, los bancos de Chipre ofrecía a los inversores depositar sus
ahorros a un tipo de interés del 4,45% a dos años, lo que hizo que su
pasivo estuviese conformado por una cantidad desproporcionalmente
elevada de depósitos (en concreto, 70.000 millones de euros, el 80% del
pasivo), en comparación con el volumen de depósitos de los bancos
españoles, franceses e italianos, por ejemplo, mientras que tan solo el
1% de sus obligaciones eran bonos corporativos.
Desde que se aplicó la quita a Grecia, la quiebra del sistema financiero de Chipre se ha precipitado. El BCE tuvo que sostener a las entidades y a finales del año pasado ya había aportado cerca de 10.000 millones de euros a través del mecanismo de liquidez (ELA). Cuando el BCE cerró el grifo, la necesidad de hacer algo se hizo urgente.
¿Qué puede hacer Chipre ante este problema?
La solución adoptada por la Troika ha sido la del Bail In, una
novedosa forma de rescate en la que los accionistas y acreedores asumen
la mayor parte de la quiebra de las entidades bancarias, en orden de de
asunción de riesgos. Es decir, la recapitalización se realiza
convirtiendo las deudas contraídas en acciones de la compañía en un
orden establecido en función del riesgo asumido. Y, precisamente son los
pequeños ahorradores o depósitos bancarios los últimos que pierden en
este orden de prelación. En Chipre se pretende aplicar una tasa del
6,75% a las cuentas entre 20.000 y 100.000 euros y una quita del 9,9% a
los depósitos que superen los 100.000 euros para, de esta manera,
conseguir 5.800 millones de euros como condición a emitir un rescate por
valor de 10.000 millones de euros.
Por tanto, bajo mi punto de vista y a nivel puramente teórico, la forma
de proceder de la Troika es la correcta y, de hecho, así debería haber
actuado en el resto de rescates bancarios que se han producido. No tiene
sentido que el contribuyente asuma la parte proporcional de un rescate
bancario del que no ha sido causante. Han de perder aquellos que asumieron un mayor riesgo.
El problema es que, en general, las entidades bancarias comunitarias no
suelen tener un pasivo que esté conformado en semejante porcentaje de
depósitos bancarios como ocurre en Chipre, por lo que casi nunca suele
ser necesario recurrir a los ahorradores para que la entidad quede
convenientemente capitalizada. Por ejemplo, en el caso de Bankia,
entidad que se nos vendió como sistémica y cuya quiebra se hubiese
llevado por delante todo el sistema financiero español, su
recapitalización bien se podría haber realizado únicamente mediante la
conversión de los bonos en acciones.
Ahora bien, que esta sea la forma correcta en teoría de proceder no es
razón para que los pequeños ahorradores tengan que cargar sobre sus
hombros el coste del rescate, ya que muchos de ellos son meros clientes
del banco al tener su nómina domiciliada o protegiendo sus ahorros
contra la inflación, por lo que en estos casos no han asumido riesgo
alguno. Es decir, se está considerando a los clientes como acreedores de
la entidad bancaria (en realidad, así es), cuando de facto son
simplemente eso, clientes. Por este motivo, la quita de los ahorros es
un ataque en toda regla a la propiedad privada, con la perdida de
seguridad jurídica que ello acarrea. Además, no tiene ningún sentido que
exista un fondo de garantía de depósitos que garantice los primeros 100.000 euros de los ahorros y después se les imponga una quita de semejante cuantía.
¿Cabría alguna solución adicional? Sí, que Chipre saliese del euro y crease una masa monetaria tal que sirviese para paliar el problema.
Es decir, que el Banco Central del país se pusiese a imprimir billetes
como locos para recapitalizar los bancos. El problema es que, en este
caso, el remedio sería bastante peor que la enfermedad, ya que la
inflación se comería los depósitos en una cuantía sensiblemente mayor a
la quita que se ha impuesto desde Europa. O bien, que el estado
chipriota asumiese este rescate, lo que supondría un endeudamiento muy
superior a la capacidad de producción, lo que no haría si no agravar los
problemas de deuda de Chipre.
De momento, los ciudadanos han manifestado su más que enérgica y lógica
protesta ante lo que resulta ser una decisión injusta, los bancos
continúan cerrados por el temor de que sus clientes retiren parte de su
dinero (el famoso corralito) y el Parlamento ha rechazado ya penalizar los depósitos de los ahorradores.
¿El futuro del país y de la eurozona? Toda una incógnita, pero se ha
creado un peligroso precedente dentro de la Eurozona para en el cual los
ahorradores son los más perjudicados.
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