miércoles, 5 de diciembre de 2012

Guatemala: CODECA, un movimiento indígena campesino, propone la refundación del Estado

 
Cuando hace 20 años atrás, los 17 campesinos/as e indígenas mayas, decidieron organizarse en lo que actualmente es el Comité de Desarrollo Campesino (CODECA), quizás no imaginaron la magnitud real de sus sueños.
 
Quienes tenemos el privilegio de conocer y formar parte de CODECA, miramos en la corta, pero fecunda historia de este movimiento campesino, una verdadera escuela de liberación integral. Sus fundadores no sólo emprendieron este sueño sin recursos, sino que fecundaron este movimiento casi en la clandestinidad. Perseguidos y criminalizados, aquellos 17 compañeros/as (algunos de ellos ex guerrilleros), desafiaron a la muerte, con el testamento bajo el brazo, para heredarnos este “camino de liberación”, como lo sintetiza Don Mauro Vay, cofundador y actual coordinador de CODECA.
 
Este movimiento, que actualmente aglutina a más de 40 mil campesinos/as e indígenas afiliados, en 16 departamentos (de los 22 de todo el país), nació con una demanda sectorial concreta: “Defender los derechos de los trabajadores del campo”. Esta demanda se fue ampliando en la medida que el movimiento siguió creciendo, pero los dirigentes y/o confundadores que quedaron en el movimiento jamás dejaron de ser indígenas campesinos, apasionados por sus ideales.
 
Leiria Vay comenta: “Recuerdo que, cuando yo era niña, mi papá se reunía con los compañeros a veces en la casa, o en otros lugares, pero no tenían ni mesa. Luego tuvieron una carpita. Allí venían los compañeros. Había una mesa de plástico y una silla. Luego se tuvo una máquina de escribir. Allí aprendí a escribir. Con el tiempo, poco a poco, se fueron adquiriendo las cositas, sobre todo, con los aportes de los propios compañeros”.
 
¿Por qué sobrevivió CODECA al fenómeno de la desarticulación de los movimientos sociales e indígenas post Acuerdos de Paz en Guatemala?
 
Luego de los Acuerdos de Paz (1996), la cooperación internacional, con miras a la pacificación del país, dispuso de recursos financieros para Guatemala. Pero, dicha ayuda estimuló a que las diferentes organizaciones campesinas e indígenas (que presionaron al Estado a la firma de paz desde las calles) se transformasen en ONGs para gestionar proyectos. En no pocos casos, fue el propio Estado quien creó sus ventanillas “multiculturales” en sus instituciones públicas, y así muchos dirigentes se volvieron “funcionarios”, con o sin oficinas en la ciudad de Guatemala. Las organizaciones sociales no sólo quedaron decapitadas, sino desarticulas, desmovilizadas y divididas.
 
Las y los fundadores y activistas de CODECA, por el contrario, en lugar de instalarse en la ciudad capital, siguieron sudando en las aldeas y municipios de la Guatemala profunda, organizando, capacitando y movilizando a sus vecinos y compañeros. CODECA jamás dejó de ser campesino, ni indígena. Aunque sí tuvieron que renunciar a las comodidades inmediatas. La austera sede campesina de la oficina central de la organización, en la ciudad de Mazatenango, Suchitepéquez, con un básico equipo “técnico” conformado por los hijos/as de los mismos campesinos/as que activan en CODECA, confirma lo anterior.
 
CODECA realiza sus procesos de formación asamblearias, no en hoteles con aire acondicionado, sino debajo de los árboles adornados con sus banderas de lucha. Sus 14 activistas (que operan distribuidos en todo el país, con tareas planificadas y calendarizadas) son campesinos e indígenas. Estos pequeños detalles hacen grandes diferencias y robustecen el alma de la organización.
 
Las movilizaciones masivas son financiadas por las y los mismos participantes. Por eso, Doña María López, abuela maya de 65 años de edad, que no sabe leer, ni escribir (una de las cuatro mujeres cofundadoras de CODECA), al ser consultada sobre quién financia las multitudinarias movilizaciones de la organización, dice: “Dinero no hay, trabajo no hay en las comunidades, pero si tenemos un pollo o un patillo, lo vendemos. Así ajustamos para los pasajes. Así hemos aportado todos. Porque otros no lo van a hacer, nosotros tenemos que hacerlo para cambiar esta situación del país”.
 
¿Por qué plantea CODECA la convocatoria a una Asamblea Constituyente Popular Participativa?
 
En la última masiva movilización de CODECA, en la ciudad de Guatemala, el pasado 20 de noviembre del año en curso, en medio de los cerca de 40 mil manifestantes provenientes del interior del país, apareció la consigna de: “No a las reformas constitucionales, sí a la Asamblea Constituyente Popular”. La reforma fue pospuesta por el Gobierno, pero la demanda de la Constituyente sigue en pie, ¿por qué?
 
La dirigencia y activistas de CODECA saben por propia experiencia que ellos y sus comunidades sobreviven fuera del alcance del Estado de Guatemala. Para ellos no existe Estado de Derecho, sino sólo Estado de Excepción o de Represión permanente. Además, ellos y ellas están llegando a comprender, por sus propias historias, que no conseguirán ni migajas si siguen exigiendo derechos a un Estado que los castiga como si fueran sus enemigos.
 
Ellos/as saben que un Estado que masacra a sus propios “ciudadanos”, en lugar de garantizar derechos y seguridad, es un Estado fallido. Por tanto, se tiene que rediseñar el ordenamiento legal (incluida la Constitución Política del Estado), superar las instituciones públicas aparentes (que normalizaron el racismo en el país) y construir un nuevo sueño (identidad) compartido fundado en la interculturalidad (superando así la idealización del Estado y nación ladina en un país multicultural)
 
Por eso, ahora exigen la reforma agraria, la nacionalización de los bienes y servicios privatizados, la liberación de Guatemala del neo latifundismo transnacional de monocultivos, la profundización de la democracia mediante la participación, la garantía de los derechos, etc. a través de un proceso constituyente para crear un Estado Plurinacional con la participación decisiva de todos los y las guatemaltecos.
 
Ellos/as saben que de nada vale exigir derechos a un Estado cuyo origen, historia, leyes, instituciones y símbolos están hechos para aniquilar y despojar a indígenas y campesinos. Por eso emprenden y exigen un proceso constituyente que no sólo se reduce a la redacción participativa de una nueva Constitución Política del Estado, sino, sobre todo, a la fecundación del sujeto constituyente colectivo que sea capaz de impulsar los cambios trascendentales desde lo cotidiano y desde la construcción y el ejercicio del poder local.


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