Cuando hace 20 años atrás, los 17
campesinos/as e indígenas mayas, decidieron organizarse en lo que
actualmente es el Comité de Desarrollo Campesino (CODECA), quizás no
imaginaron la magnitud real de sus sueños.
Quienes tenemos el privilegio de
conocer y formar parte de CODECA, miramos en la corta, pero fecunda
historia de este movimiento campesino, una verdadera escuela de
liberación integral. Sus fundadores no sólo emprendieron este sueño sin
recursos, sino que fecundaron este movimiento casi en la clandestinidad.
Perseguidos y criminalizados, aquellos 17 compañeros/as (algunos de
ellos ex guerrilleros), desafiaron a la muerte, con el testamento bajo
el brazo, para heredarnos este “camino de liberación”, como lo sintetiza
Don Mauro Vay, cofundador y actual coordinador de CODECA.
Este movimiento, que actualmente
aglutina a más de 40 mil campesinos/as e indígenas afiliados, en 16
departamentos (de los 22 de todo el país), nació con una demanda
sectorial concreta: “Defender los derechos de los trabajadores del
campo”. Esta demanda se fue ampliando en la medida que el movimiento
siguió creciendo, pero los dirigentes y/o confundadores que quedaron en
el movimiento jamás dejaron de ser indígenas campesinos, apasionados por
sus ideales.
Leiria Vay comenta: “Recuerdo que,
cuando yo era niña, mi papá se reunía con los compañeros a veces en la
casa, o en otros lugares, pero no tenían ni mesa. Luego tuvieron una
carpita. Allí venían los compañeros. Había una mesa de plástico y una
silla. Luego se tuvo una máquina de escribir. Allí aprendí a escribir.
Con el tiempo, poco a poco, se fueron adquiriendo las cositas, sobre
todo, con los aportes de los propios compañeros”.
¿Por qué sobrevivió CODECA al
fenómeno de la desarticulación de los movimientos sociales e indígenas
post Acuerdos de Paz en Guatemala?
Luego de los Acuerdos de Paz
(1996), la cooperación internacional, con miras a la pacificación del
país, dispuso de recursos financieros para Guatemala. Pero, dicha ayuda
estimuló a que las diferentes organizaciones campesinas e indígenas (que
presionaron al Estado a la firma de paz desde las calles) se
transformasen en ONGs para gestionar proyectos. En no pocos casos, fue
el propio Estado quien creó sus ventanillas “multiculturales” en sus
instituciones públicas, y así muchos dirigentes se volvieron
“funcionarios”, con o sin oficinas en la ciudad de Guatemala. Las
organizaciones sociales no sólo quedaron decapitadas, sino desarticulas,
desmovilizadas y divididas.
Las y los fundadores y activistas
de CODECA, por el contrario, en lugar de instalarse en la ciudad
capital, siguieron sudando en las aldeas y municipios de la Guatemala
profunda, organizando, capacitando y movilizando a sus vecinos y
compañeros. CODECA jamás dejó de ser campesino, ni indígena. Aunque sí
tuvieron que renunciar a las comodidades inmediatas. La austera sede
campesina de la oficina central de la organización, en la ciudad de
Mazatenango, Suchitepéquez, con un básico equipo “técnico” conformado
por los hijos/as de los mismos campesinos/as que activan en CODECA,
confirma lo anterior.
CODECA realiza sus procesos de
formación asamblearias, no en hoteles con aire acondicionado, sino
debajo de los árboles adornados con sus banderas de lucha. Sus 14
activistas (que operan distribuidos en todo el país, con tareas
planificadas y calendarizadas) son campesinos e indígenas. Estos
pequeños detalles hacen grandes diferencias y robustecen el alma de la
organización.
Las movilizaciones masivas son
financiadas por las y los mismos participantes. Por eso, Doña María
López, abuela maya de 65 años de edad, que no sabe leer, ni escribir
(una de las cuatro mujeres cofundadoras de CODECA), al ser consultada
sobre quién financia las multitudinarias movilizaciones de la
organización, dice: “Dinero no hay, trabajo no hay en las comunidades,
pero si tenemos un pollo o un patillo, lo vendemos. Así ajustamos para
los pasajes. Así hemos aportado todos. Porque otros no lo van a hacer,
nosotros tenemos que hacerlo para cambiar esta situación del país”.
¿Por qué plantea CODECA la convocatoria a una Asamblea Constituyente Popular Participativa?
En la última masiva movilización de
CODECA, en la ciudad de Guatemala, el pasado 20 de noviembre del año en
curso, en medio de los cerca de 40 mil manifestantes provenientes del
interior del país, apareció la consigna de: “No a las reformas
constitucionales, sí a la Asamblea Constituyente Popular”. La reforma
fue pospuesta por el Gobierno, pero la demanda de la Constituyente sigue
en pie, ¿por qué?
La dirigencia y activistas de
CODECA saben por propia experiencia que ellos y sus comunidades
sobreviven fuera del alcance del Estado de Guatemala. Para ellos no
existe Estado de Derecho, sino sólo Estado de Excepción o de Represión
permanente. Además, ellos y ellas están llegando a comprender, por sus
propias historias, que no conseguirán ni migajas si siguen exigiendo
derechos a un Estado que los castiga como si fueran sus enemigos.
Ellos/as saben que un Estado que
masacra a sus propios “ciudadanos”, en lugar de garantizar derechos y
seguridad, es un Estado fallido. Por tanto, se tiene que rediseñar el
ordenamiento legal (incluida la Constitución Política del Estado),
superar las instituciones públicas aparentes (que normalizaron el
racismo en el país) y construir un nuevo sueño (identidad) compartido
fundado en la interculturalidad (superando así la idealización del
Estado y nación ladina en un país multicultural)
Por eso, ahora exigen la reforma
agraria, la nacionalización de los bienes y servicios privatizados, la
liberación de Guatemala del neo latifundismo transnacional de
monocultivos, la profundización de la democracia mediante la
participación, la garantía de los derechos, etc. a través de un proceso
constituyente para crear un Estado Plurinacional con la participación
decisiva de todos los y las guatemaltecos.
Ellos/as saben que de nada vale
exigir derechos a un Estado cuyo origen, historia, leyes, instituciones y
símbolos están hechos para aniquilar y despojar a indígenas y
campesinos. Por eso emprenden y exigen un proceso constituyente que no
sólo se reduce a la redacción participativa de una nueva Constitución
Política del Estado, sino, sobre todo, a la fecundación del sujeto
constituyente colectivo que sea capaz de impulsar los cambios
trascendentales desde lo cotidiano y desde la construcción y el
ejercicio del poder local.
http://alainet.org/active/60085&lang=es
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