lunes, 5 de noviembre de 2012

Una victoria para los homosexuales en África

En estas páginas llevamos años reportando el acoso, la discriminación y la violencia que los homosexuales sufren en tantos países de África. Desde las llamadas “violaciones correctivas” de lesbianas en los townships de Sudáfrica, pasando por el uso político de la homofobia en países como Zimbabue – donde Mugabe lleva años acusando a los homosexuales de ser un mal occidental, germen destructor de la familia y la tribu -, hasta la agresiva campaña de los pastores evangélicos de EEUU en Uganda, que empujó al Parlamento de Kampala a considerar la pena de muerte para los gays “reincidentes”.

Steven Monjeza y Tiwonge Chimbalanga llegan al juzgado en Blantyre, Malawi (foto: Reuters)
Steven Monjeza y Tiwonge Chimbalanga llegan al juzgado en Blantyre, Malawi (foto: Reuters)
Hubo un caso que seguimos de cerca: la condena en Malawi a 14 años de prisión de Steven Monjeza y Tiwonge Chimbalanga por los delitos de “sodomía, indecencia y prácticas homosexuales” en abril de 2010. Condena que no llegaron a cumplir en su totalidad – aunque sí pasaron seis meses tras las rejas – debido a que el presidente del país, Bingu wa Mutharika, los indultó tras reunirse con el Secretario General de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, y sufrir una importante condena internacional.

Aquel gesto “magnánimo” del presidente no le impidió decir que los jóvenes – que habían sido detenidos tras intentar contraer matrimonio – habían atentado “contra la religión, la ley y la cultura de Malawi”.

Un cambio en Lilongüe

Como informa Amnistía Internacional, hoy Malawi ha dado un paso importante para terminar la con la homofobia institucional cuando el Ministro de Justicia, Ralph Kasambra, anunció que las leyes contra los homosexuales quedaban en suspenso. En particular los artículos 153 y 156 del Código Penal, que sostienen que la homosexualidad es un delito que debe ser castigado hasta con 14 años de prisión. Y el artículo 137A, que criminaliza el sexo entre mujeres.

Ahora está en manos del Parlamento decidir si mantiene estos artículos o si los saca definitivamente del Código Penal. Malawi, país ausente de abundantes recursos minerales, que vive en paz desde la independencia, subsiste en gran medida gracias a la ayuda internacional.

Una nueva ronda de presiones por parte de los donantes podría ser fundamental para que los políticos locales no caigan en la tentación de apelar al populismo discriminatorio de basar el propio poder en la condena al ostracismo del otro, del que en teoría es distinto. Una burda cortina de humo para ocultar conductas corruptas y clientelares que sí destruyen el tejido social africano.


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