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" Ante las amenazas, insultos y violencia ejercida hacia mí y los
compañeros que nos apoyan; ante la utilización de todo tipo de argucias
infames para impedir mi postulación y que posibilite al CNE inhabilitar
mi participación en franca violación a mis derechos políticos y
ciudadanos, decido declinar mi candidatura a la Vicepresidencia del
Ecuador en las próximas elecciones". Con estas palabras, Auki Tituaña
anunció su desistimiento a acompañar como candidato a vicepresidente a
Guillermo Lasso por el movimiento Creo. Su salida es un duro golpe para
esa candidatura. Tituaña confería una serie de elementos a la fórmula
electoral con Lasso: apertura ideológica, pluralismo político y social,
equilibrio regional...
Las confluencias entre el exbanquero y el líder indígena se hicieron
explícitas: fortalecer la democracia y defender las libertades, trabajar
por el emprendimiento y el desarrollo del país. Los estudios y
formación profesional de Tituaña, su experiencia exitosa como alcalde de
Cotachachi, que tuvo el espaldarazo del reconocimiento internacional;
su participación en el movimiento indígena constituían, entre otros
elementos, avales para su candidatura.
La avalancha de presiones desde la cúpula del movimiento indígena es uno
de los factores que invoca el excalde de Cotachachi para dar paso al
costado en el binomio con Lasso. El otro factor es algo que se veía
venir: la impugnación a su candidatura.
Una organización política puede
inscribir a personas no afiliadas como candidatos a elección popular,
señala el art. 94 del Código de la Democracia. La organización indígena
anunció la expulsión de Tituaña de sus filas y este aceptó ante el CNE
esa resolución. Podía, pues, defender la inscripción de su candidatura
como independiente, con el derecho de elegir y ser elegido que garantiza
a los ciudadanos la Constitución.
Pero otra razón iba a ser esgrimida
para la impugnación. El art. 336 del Código de la Democracia prescribe
que "los afiliados, afiliadas y adherentes permanentes no podrán
inscribirse, como candidatos en otras organizaciones políticas locales, a
menos que hubiesen renunciado con 90 días de anticipación a la fecha
del cierre de las inscripciones del proceso electoral que corresponda, o
cuenten con autorización expresa de la organización política a la que
pertenecen..."
La renuncia de Tituaña evita al movimiento Creo el
tropiezo de que el CNE lo deje fuera como candidato por no cumplir los
90 días. Se ha perdido la posibilidad de contar con un buen candidato a
vicepresidente y un dirigente indígena de comprobados méritos participe
en el primer plano en la contienda electoral. No solo hay envidia y
mezquindad, como dice Tituaña, sino un estilo muy nacional de sacrificar
lo principal por lo secundario y de poner el pie a quien por sus
méritos se halla adelante o tiene éxito.
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