Ma. Fernanda Solíz
De pronto la izquierda se puso de moda, y entre las
variaciones discursivas, el marketing político y el ejercicio del
poder, fue vaciada de contenido y de contexto… Ahora no respiramos más
que aberraciones… Como si reiterar un discurso edulcorado construyera
por decreto un proyecto político coherente.
Y
es que nos han puesto en medio de una encrucijada perversa, una especie
de acertijo de lateralidad simple: si no estás con los gobiernos
latinoamericanos de izquierda, estás a la derecha… En medio de esta
lucha de legitimidades por estar más a la izquierda me surge la
pregunta, ¿qué es la izquierda?.
Ahora mismo nos encontramos con múltiples izquierdas:
La
más reciente corriente de izquierdistas románticos (hijos de lo
postmoderno) serviles al neoliberalismo, que obvian la esencia marxista
de lucha de clases y se centran en reivindicaciones estéticas.
Las
izquierdas de “pantalla” que toman los grandes símbolos iconográficos y
discursivos: marxistas, guevaristas, sandinistas, alfaristas, los exhiben vaciados de su contenido histórico, los prostituyen y tratan de convencernos que su proyecto sigue la misma línea.
También
están las izquierdas del discurso, aquellas que sostienen altos
pronunciamientos soberanos y socialistas, pero que no salen de las
oficinas y los escritorios. Son las mentes privilegiadas de análisis
político, que nunca pisaron suelo comunitario, que nunca fueron parte de
un proceso de organización de bases pero que tienen las recetas
exactas, así lo dice su PhD.
Por
supuesto, tenemos las izquierdas que nacieron como izquierdas y
empezaron a caminar hacia la derecha, sin embargo en una suerte de
dislexia, están convencidas de seguir siendo zurdas. Al parecer y como
mecanismos de defensa, esta izquierda se vale de las anteriores para
ocultar las contradicciones y retrocesos. Incluye en su
proyecto a flamantes tecnócratas para que diseñen las políticas públicas
desde su imaginario de matrices y tablas estadísticas, sin vinculación
con la historia y los procesos de lucha y resistencia de los pueblos. En
lo comunicacional se apropia de la simbología histórica, e incorpora
una buena dosis de romanticismo para que lo esencial se reemplace por lo
superficial y mediático.
Y
es que las izquierdas latinoamericanas cojean del mismo pie, con mayor o
menor intensidad, han sido incapaces de aterrizar proyectos
verdaderamente soberanos. De todas formas, resultaría arriesgado
generalizar el análisis a los países hermanos con conocimiento único de
fuentes secundarias… más aún cuando la comunicación ha sido secuestrada
en dos bandos: los medios de estado absorbidos por el partido político
del gobierno de turno o los medios de la derecha serviles al capital.
Por ello y aunque las analogías se muestren evidentes, limitamos nuestro
llamado al caso ecuatoriano.
En
este escenario, surge la Coordinadora por la Unidad de las Izquierdas,
un proyecto que viene a poner un alto a las traiciones e incomprensiones
de los regímenes latinoamericanos.
Alberto Acosta, un
economista ecologista que comprende la íntima interrelación entre el
ser humano y sus ecosistemas, representa en este sentido, no solo la
reconstrucción de la esperanza robada, sino un proyecto reconciliador de
la sociedad con la naturaleza. Se funda en este escenario una propuesta
que denuncia que lo ambiental no puede ser concebido como un lujo
conservacionista pero tampoco como un problema que se resuelve con
tecnología de punta.
El
control de los territorios, del agua y de los recursos es donde hoy en
día se juega la verdadera soberanía de los Estados. Las relaciones de
poder Norte-Sur, ahora más bien expresadas como Multinacionales-Estados,
se fundan en el control de los recursos naturales legitimado a través
de concesiones… La evolución del sueño de progreso y
desarrollo vendida al tercer mundo desde hace más de cinco siglos, hoy
en día se sustenta en la apuesta ciega por importación tecnológica, con
este pretexto (el norte tiene tecnologías eficientes, limpias y
amigables) vivimos la expresión más salvaje de colonialidad, dominio y
saqueo disfrazados, donde las multinacionales se sortean los recursos
naturales en actividades extractivas, hidroeléctricas y de
agroindustria.
La
garantía de ecosistemas saludables y territorios soberanos, es aval de
justicia social y ambiental. Al final, son los indígenas, los pobres,
quienes absorben los graves efectos y costos de este modelo de saqueo y
despojo. Las falsas dicotomías economía-ecología y sociedad-naturaleza
deben ser deconstruidas por una demanda real y urgente de cambios
paradigmáticos. La inclusión de los Derechos de la Naturaleza y el Sumak
Kawsay en la Constitución de Montecristi no es menor, se trata de una
conquista histórica, una ruptura filosófica, ética, política y ontológica.
Sabemos que no es suficiente con decirse
de izquierda y normarlo por decreto, tampoco es meritorio nada más
tener el corazón a la izquierda. Un verdadero proyecto revolucionario
tiene costos y debe ser radical y coherente. Así, el proyecto político
de la Unidad de las Izquierdas, rompe las contradicciones de esas
pesudoizquierdas que cantando al Ché Guevara en los mitines,
criminalizan la protesta social y firman concesiones con
multinacionales.
La
coordinadora de las izquierdas presenta un proyecto legítimo, de bases
indígenas, sindicales, obreras, campesinas, ecologistas, feministas, en
el que se construye un liderazgo colectivo, en el que es el pueblo y no
una nueva burocracia la que lo sostiene.
En
este sentido, rompemos la histórica relación de dominación de las
clases elegidas por sobre el pueblo. Los partidos han cambiado, así
también los nombres, las tendencias… pero siempre se ha mantenido,
aunque con ligeras variantes, esta relación: sujetos que deciden por un
pueblo objeto de subsidios, bonos, servicios, caridades….
Hoy
se propone un alto a la triste y atávica condición del pueblo como
objeto de la política, hoy hablamos de un pueblo como sujeto que
moldea su propio destino e invitamos a la construcción de un proceso
verdaderamente popular e inclusivo, no desde la burla que representan
las consultas previas no vinculantes, sino desde el respeto soberano de
cada pueblo, de cada comunidad y de cada nacionalidad con su territorio.
Se invita a un proyecto de unidad y de solidaridad en un Ecuador que se
reconoce plurinacional y no solamente interculturalmente romántico.
Decíamos
que un proceso verdaderamente revolucionario tiene costos, eso lo
aprendimos con Cuba hace 53 años. Los costos sin embargo esta vez no
serán para las clases populares, sino para quienes mantienen el poder
político y económico, solo rompiendo esta diada perversa se puede
construir un Ecuador democrático.
Demandamos
la real eliminación de los privilegios burgueses, LA TRANCISIÓN DE UNA
ECONOMÍA POR SERVICIOS (que o bien demanda un crecimiento insostenible
del aparato estatal para pagar favores o bien se vuelve servil al sector
privado nacional o multinacional) POR UNA ECONOMÍA DE
PEQUEÑOS PRODUCTORES. Apostamos por una lógica descentralizada en lo
energético y en lo productivo, que promueva comunidades
autosustentabales, donde vuelvan los campesinos a trabajar los territorios expropiados en una
reforma agraria real y con un proyecto de agua para el pueblo y no para
las empresas. Con ello, el fortalecimiento de procesos de reducción de
consumo, de consumo soberano, de reutilziación y reciclaje.
Este
es nuestro proyecto de la izquierda que soñamos y este es el momento
histórico de construirlo. Una propuesta que además posibilite el acceso
universal a un sistema de salud colectiva, ecosistémica y plurinacional.
Una visión política de la educación que no forme tecnócratas sino
ciudadanos y ciudadanas críticos. La puesta en marcha de una
gobernabilidad donde el ejecutivo no incide en el sistema de justicia y
éste a su vez reconoce e incluye la justicia indígena; donde el poder
legislativo es autónomo, legisla y fiscaliza para el pueblo y con el
pueblo.
Muchas
veces la misma izquierda ha puesto en el poder a los advenedizos que
después buscaron eliminarla. No dejemos que nos quiten la izquierda….
porque entonces… ¿qué nos queda? Vamos a fortalecer esta propuesta
unitaria, pues las izquierdas nacidas desde el movimiento popular, son
como el ave de fuego que renace con el combustible de la resistencia y
el amor.
NO DEJEMOS QUE NOS QUITEN LA IZQUIERDA, FSoliz.docx 22 kb Ver Descargar |
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