Por Ernesto Pantaleón Medina / Televisión Camagüey
Los
cubanos tenemos un dicho que reza: ¨Aquí el que no tiene de congo tiene
de carabalí…¨, y lo que para alguien de otro país pudiera parecer un
galimatías, para los nacidos en la mayor de Las Antillas resulta claro.
¡De congo y de carabalí, a mucha honra!
Es en la ascendencia africana donde se hunde profundamente una de
nuestras raíces como pueblo, para conformar, junto a los ancestros
españoles, una mezcla que dio origen (sin negar otras fuentes como
aborígenes o chinos) a la raza nueva que pobló la colonia.
Negra
resulta en buena parte la cultura de los cubanos, con un rico folklore
que han paseado por el mundo numerosos artistas de la danza, la música o
la plástica.
Y fueron los africanos y sus descendientes
directos, quienes aportaron un elevado porcentaje en lo que más tarde se
conoció como el fenómeno del nacimiento de una nacionalidad.
En Cuba el que no tiene de congo tiene de carabalí…
Platos,
ritos, costumbres, formas idiomáticas, características físicas e
incluso en la conducta popular, están presentes reminiscencias de
aquellos hermosos, altivos y rebeldes príncipes, guerreros y doncellas
traídos como esclavos por la sed de mano de obra barata, gracias a la
intervención de comerciantes y marinos europeos de inexistentes
escrúpulos.
Fueron famosas su naturaleza indomable y su bravura,
que los llevaron a huir de las plantaciones, alzarse en palenques e
incluso cometer suicidio antes que someterse a la fuerza y al abuso.
Pero
un día, un hombre de rica cuna, hacendado e intelectual, con más
hombría y vergüenza que estatura, dio rienda suelta a los afanes
libertarios de todo un pueblo, y lanzó el grito de independencia o
muerte.
Llegó el 10 de octubre de 1868 y Carlos Manuel de
Céspedes, el bien llamado Padre de la Patria, se lanzó a la manigua
contra el poderoso ejército de España, y a la fuerza de su razón y sus
escasos seguidores, sumó el brazo negro que hasta entonces empuñaba la
azada o el machete laborioso.
Dio el insigne bayamés la libertad a
sus esclavos, en un gesto que revela un pensamiento avanzado, una
hidalguía sin límites y un afán de justicia para todos por igual,
elementos que trajeron el fecundo parto del Ejército
Mambí.
El
inicio de la Guerra de los Diez Años, nuestra primera gran campaña por
la independencia, trazó un camino que siguieron luego muchos próceres,
hasta que, precisamente en tierras camagüeyanas, los representantes de
la República en Armas, decretaran la abolición de la esclavitud.
Con
estos argumentos, resulta fácil para cualquiera entender la oración que
da inicio a este trabajo… “Aquí el que no tiene de congo tiene de
carabalí…”
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