Los pobladores y pobladoras del quilombo ‘Río dos Macacos’ en el barrio de Santo Tomé de Paripé, límite entre la ciudad de Simões Filho y Salvador de Bahía (Nordeste de Brasil), están viviendo momentos de tensión. Está programada para el próximo miércoles (1) la reintegración de posesión que pretenden expulsar a 70 familias quilombolas de sus tierras-donde viven hace unos 150 años-- para que esa tierra sea definitivamente de la Marina.
El martes (24), la Asociación Quilombola Rio dos Macacos, con la ayuda de organizaciones, asociaciones y movimientos sociales, y los derechos humanos han denunciado ante las Naciones Unidas (ONU), la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la Organización de los Estados Americanos (OEA) las constantes violaciones de derechos sufridas por los quilombolas, a manos de los militares de la Marina de Brasil.
En la ONU, se remitirá la denuncia con carácter de urgencia al Alto Comisionado para los Derechos Humanos; al Relator Especial sobre vivienda digna; el Grupo de Trabajo sobre personas de ascendencia africana; al Relator Especial sobre los derechos culturales; y al Relator Especial sobre los derechos y libertad de reunión pacífica y asociación.
Según María José Pacheco, del Consejo Pastoral de los Pescadores (PPC), los y las quilombolas y organizaciones locales están haciendo todo lo posible para que el desalojo no se efectúe. "En este momento, nuestra principal demanda es la publicación del informe por parte del Incra [Instituto Nacional de colonización y reforma agraria] que confirma el laudo antropológico y reconoce el asentamiento de Rio dos Macacos como un quilombo, un grupo de quilombolas está ahora en el Incra presionando”, explica
El movimiento y la presión ejercida en los últimos días ya han tenido algunos resultados. El Informe Técnico de Identificación y Delimitación (RTID), que reconoce a la región como un quilombo, ya ha sido enviado al Instituto Nacional de Colonización y Reforma Agraria de Brasilia (DF) para ser firmado por la Presidenta Dilma Roussef y publicado en la Gaceta Oficial de la Unión. Y el pasado día 17, el Defensor Público de la Unión del Estado de Bahia (DPU/BA) ha presentado una solicitud de suspensión del proceso de desalojo de las familias.
Aunque sea ordenada la evacuación, la quilombola Rose Meire dos Santos Silva asegura que, los y las pobladores/es de la comunidad Rio dos Macacos no saldrán del área, sino que van a resistir hasta las últimas consecuencias. "Esta tierra es nuestra vida, aquí está la sangre de nuestros antepasados, la sangre de nuestros familiares que fueron esclavos, que fueron tragados por las fieras de esta hacienda. No vamos a salir. Incluso podemos morir, pero moriremos luchando, con honor”, asegura con firmeza.
Rose Meire denuncia que la situación de vida en el quilombo es precaria, porque les falta desde la energía eléctrica hasta el agua corriente y alcantarillado. Escuela y centro de salud también son demandas que nunca se cumplieron, por eso los niños y adultos, como la misma Meire, siguen siendo analfabetos.
"La Marina, cuando ocupó nuestras tierras, cercó del quilombo, dejándonos aislados y no permitió que saliéramos, ni que realizáramos mejoras aquí. Tenemos documentos que prueban que la Compañía de Electricidad del Estado de Bahia [Coelba] podría conectar la energía, pero el Comandante no lo permitió. Una pobladora del quilombo, se murió, porque necesitaban estar conectada a un aparato, pero como no teníamos energía... ", denuncia.
"Sólo queremos nuestros derechos, queremos quedarnos en el quilombo y tener respetados nuestros derechos humanos", reivindica Rose Meire.
Comprenda el caso
Hace más de 40 años, la comunidad quilombola Rio dos Macacos resiste y lucha por permanecer en tierra donde vivieron sus antepasados. La batalla legal comenzó en la década del 60, cuando la Alcaldía de Salvador donó el terreno a la Marina, causando indignación en los moradores de la región. Para colmo, dentro el quilombo se construyó una ‘villa naval’, situación que dio origen a constante enfrentamientos y violaciones de los derechos humanos.
Rose Meire cuenta que este enfrentamiento ya ha cobrado la vida de varias personas. Algunas por agresiones directas, como el joven quilombola que fue atropellado en 2011 y asesinado por un sargento de la Marina – y otros indirectos, como los casos de quilombolas que están con problemas psicológicos o murieron a causa de accidentes cerebro-vasculares y ataques cardíacos. Sólo en los últimos tres años fueron registradas seis muertes.
Desde el comienzo de esta batalla, varias familias quilombolas fueron ‘vencidas por el por cansancio’ y el miedo y abandonaron la región. Meire cuenta que hay algunas que viven en los calles, otras en casas parientes o alquiladas. Otro grave problema que vino junto con la llegada de la Marina, fueron las violaciones y golpizas.
Con los días contados para el inicio del desalojo, Rose Meire hace un llamamiento para obtener ayuda para que las 70 familias puedan permanecer en sus tierras tradicionales.
*Quilombolas: descendientes de esclavos africanos que conquistaron su libertad huyendo y estableciéndose en la floresta
Traducción: ricazuga51@yahoo.com
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