“En Kenia, el swahili y el inglés están acabando con las lenguas tradicionales. Es el precio del progreso y de la sociedad global”, reconoce a ABC Fayo.
Su nombre le delata. Como buena parte de los miembros de esta etnia, este profesor de matemáticas emigró hacia la capitalina Nairobi en la década de los 90. Aquí “modificó” su nombre (convertido al islam, Fayo dejó de utilizar su apelativo paterno, Tegegne). Y aquí, desaparecerá -quizá- también su habla tradicional.
“En Nairobi es más fácil que uno se acostumbre al sheng (jerga de la ciudad que mezcla swahili, inglés y lenguas tradicionales como el luo, el gikuyu o el kamba) y olvide el verdadero sentido del idioma familiar”, reconoce.
El caso de Fayo no es único. Según cifras de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), al menos siete lenguas de Kenia (de las más de cuarenta tribus con las que cuenta el país) se encuentra “amenazadas”. Es cierto que algunas puede que gocen todavía de algunos años más de vida; como el suba, afincado en la isla de Mfangano y que cuenta con más de 30.000 hablantes. Sin embargo, otras -como el omotik o el ongamo- se encuentran ya en la unidad de cuidados intensivos idiomáticos, con poblaciones residuales no superiores al centenar de miembros.
“En la mayoría de centros escolares, los idiomas locales han desaparecido del currículo. A nadie le interesa ya hablar como nuestros abuelos”, se resigna.
Y el mal se extiende. Según estimaciones de la Unesco, el 43% de las más de 6.000 lenguas con las que interrelaciona la humanidad se encuentran amenazadas. Cerca de 500 de ellas, de forma crítica.
En el continente africano, el caso es especialmente preocupante. Como ya advirtieron en 1998 los lingüistas Lenore A. Grenoble y Lindsay J. Whaley, “África no solo es el continente con la mayor concentración de lenguas en el mundo, sino también la región con mayor número de idiomas en peligro de extinción”.
Para comprobar el hecho, basta cruzar sus fronteras. En Camerún, 32 de sus hablas se encuentran amenazadas (cuatro ya desaparecieron en la última década), Sudán cuenta con 59 en peligro (seis desaparecidas), mientras que en Nigeria son 27 las amenazadas (dos se quedaron ya sin registro).
Sin idioma no hay cultura
“Las tradiciones orales forman un elemento importante de la identidad de los individuos y su comunidad. Con su desaparición no solo perdemos la lengua en sí, sino también parte de nuestra historia”, destaca Mumia Geofrey Osaaji, profesor de literatura de la Universidad de Nairobi.
De igual modo se posiciona Herman Batibo, catedrático de lingüística africana en la universidad de Gaborone (Botsuana), quien denuncia que el 74,8% de las lenguas del continente se encuentran en moderado o grave peligro de desaparición, mientras que el 9,4% ya están casi o totalmente extintas.
¿La causa? Para Batibo está clara: La mayor parte de los gobiernos tienden a favorecer a las lenguas ex coloniales, así como a las hablas indígenas más importantes.
“Un obstáculo importante en la mayoría de los países africanos es la falta de reconocimiento de estas lenguas por parte de las políticas lingüísticas de los gobiernos”, denuncia el catedrático.
Mientras, el bueno de Mohamed Fayo se despide. Su elección, el inglés. Entre swahili, burji o la lengua ex colonial, lo cierto, es que tenía donde elegir.
Sus nietos quizá no tengan tanta suerte.
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