El presidente de la República Giorgio Napolitano interrumpió sus vacaciones; Mario Draghi, director del banco central, se vio con urgencia con Silvio Berlusconi, y el ministro de Economía, Giulio Tremonti, inauguró el Parlamento, reabierto expresamente durante las vacaciones, para ilustrar cómo el Gobierno conservador piensa afrontar la urgencia que impone la crisis de los mercados en curso.
Tremonti no reveló nada concreto, justificándose en que los mercados permanecían «abiertos», pero en el lenguaje críptico que a veces usan los políticos italianos indicó por donde irán los tiros del decreto de ley que el Consejo de Ministros aprobará el próximo martes o jueves. Se trata de encontrar, entre recortes y nuevos impuestos, casi 30.000 millones de euros en pocos días.
DESPIDO / Saldrán, según el ministro, de una «liberalización plena de los servicios públicos locales y de los servicios profesionales» y de «una amplia privatización de los servicios locales». A esto se sumará, para incentivar la producción, «presiones» para que se abandonen lo más posible los convenios laborales nacionales en favor de «convenios de ámbito empresarial», que incluirán un más fácil despido.
La última medida probablemente provocará la reacción airada de los sindicatos, ya que en Italia es todavía muy difícil despedir a un trabajador, incluso cuando la decisión sería procedente. Tremonti ha puntualizado que la decisión del despido libre no era compartida por todos los miembros del Gobierno.
En el frente del ahorro, el ministro ha vislumbrado recortes de las pensiones y un aumento de la edad de jubilación de las mujeres del sector privado hasta los 65 años, como ya tienen las funcionarias. Al final de la lista, el ministro ha colocado el recorte de los sueldos de los funcionarios, sin especificar si se tratará de una congelación provisional o permanente.
Tremonti hizo una referencia genérica a la disminución del gasto de los políticos, tema que desborda en las redes sociales, y no dijo nada sobre la introducción de una tasa para las rentas más altas. La prensa, que en el país suele participar activamente en los debates de los ejecutivos, apuntaba ayer que se entendería por rentas altas las que sobrepasan los 60.000 euros brutos anuales.
BANCOS / También indicaron un posible incremento de los impuestos sobre los rendimientos financieros, que en Italia no se pagan nominalmente por cada cuenta, sino que los paga globalmente el banco, por lo que Hacienda ignora de cuanto dinero disponen los contribuyentes. Actualmente son del 12,5% sobre los intereses y aumentarían según las filtraciones al 20%.
«Demasiado humo en el discurso», comentó el ministro Umberto Bossi, líder de la Liga del Norte y socio indispensable del Gobierno, que se opone a cualquier recorte de las pensiones, pero también a una tasa patrimonial. Los partidos de la oposición mostraron su desilusión por la vaguedad del ministro y del plan de ataque contra la especulación financiera. «El Banco Central Europeo (BCE) no nos dicta las recetas concretas, no», lamentó el progresista Pier Luigi Bersani. «El BCE nos ha intervenido, pero no solo al Gobierno, sino a toda la clase política», añadió el centrista en la oposición, Pierferdinando Casini. Por la tarde, con el texto del decreto en mano, Berlusconi se entrevistó con el jefe del Estado, que poco después recibió a las fuerzas opositoras.
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