Las próximas horas serán "decisivas" para Grecia como para la zona euro y la economía mundial, estimó el martes el presidente de la Unión Europea, Herman van Rompuy, incrementando la presión sobre el Parlamento griego que se dispone a votar un impopular plan de austeridad.
"Hay momentos decisivos, y las horas que vienen serán decisivas, capitales para el pueblo griego, pero no sólo para el pueblo griego, también para la eurozona e incluso para la estabilidad de la economía mundial", afirmó Herman Van Rompuy ante el Parlamento europeo.
Huelga
Una huelga general paralizaba el martes a Grecia y miles de personas participaban en protestas, jalonadas por incidentes en Atenas, contra el plan de austeridad en debate en el Parlamento y exigido por la UE y el FMI para acudir al rescate financiero del país.
Las fuerzas de seguridad dispararon gases lacrimógenos a un grupo de jóvenes que les arrojaba proyectiles desde la plaza Syntagma, en el centro de la capital, al margen de la manifestación sindical. Según la policía, una persona fue herida en las reyertas.
Un periodista de la AFP vio cerca de ese lugar un camión calcinado. Los manifestantes se habían congregado poco antes en Syntagma, al grito de "El proyecto de ley no pasará".
La policía movilizó a unos 4.000 efectivos para escoltar las marchas y el Parlamento estaba rodeado por una barrera y protegido por centenares de policías antimotines.
"Todos queremos que esa barrera caiga. Somos como los burros, cuanto más nos apalean, más nos empecinamos", dijo a la AFP un manifestante, Omiros, de 29 años.
Los parlamentarios llevaban a cabo sus debates, con vistas a votar el plan el miércoles o el jueves, bajo la doble presión de la calle y de la Unión Europea (UE) y el FMI, que supeditan a su aprobación la entrega de un próximo paquete de ayuda para salvar de la quiebra a este país de la Eurozona.
"Hay momentos decisivos y las horas que vienen serán decisivas (...) no sólo para el pueblo griego, sino también para la Eurozona e incluso para la estabilidad de la economía mundial", dijo el presidente de la UE, Herman Van Rompuy, ante el Parlamento europeo.
El comisario europeo para Asuntos Económicos, Olli Rehn, había subrayado previamente en un comunicado que "la única forma de evitar un default es la adopción por el Parlamento (griego) de un programa económico revisado".
En la calle, la indignación era general. Iamando, una manifestante de 36, denuncia las presiones: "No queremos el dinero de Europa. Déjennos tranquilos por favor", dijo a la AFP.
"Los europeos nos dicen que nos abandonarán si el plan no se vota, pero ya estamos en quiebra. Tocar fondo no nos permitirá remontar a la superficie; este plan no resuelve nada", sostiene Anna Theodorou, una secretaria de 38 años.
Se trata de la cuarta huelga general del año y la primera de 48 horas (las otras fueron de un día), convocada por las dos mayores centrales del país: GSEE (sector privado) y Adedy (funcionarios públicos).
Los manifestantes de la plaza se confunden con los "indignados" que acampan allí hace un mes, bajo la inspiración del movimiento surgido en mayo en España.
La huelga paralizaba los transportes públicos de Atenas, con excepción del metro, que los sindicatos decidieron mantener en funcionamiento para facilitar el acceso a los puntos de concentración.
Muchos vuelos fueron anulados por la huelga de controladores, los bancos estaban cerrados y los quirófanos de los hospitales redujeron el ritmo de intervenciones.
Unos 4.000 simpatizantes del frente de Trabajadores (sindicato Pame, procomunista) ya se habían instalado por la mañana en la plaza Syntagma.
Los huelguistas rechazan el programa de austeridad que prevé recortes de 28.600 millones de euros entre 2012 y 2015 y privatizaciones por un monto de 50.000 millones para reducir la deuda pública.
Todo eso se hará mediante nuevas alzas de impuestos y la supresión de más empleos en la función pública.
La Eurozona y el FMI ya aprobaron en mayo del año pasado un rescate de 110.000 millones de euros. Pero, pese a los esfuerzos, Grecia no ha logrado levantar cabeza y su deuda se eleva ya al 150% del PIB.
El martes, el gobernador del Banco Central de Grecia, George Provopoulos, criticó veladamente al gobierno, al estimar que el plan del primer ministro socialista Giorgos Papandreou insiste demasiado en el alza de los impuestos y mucho menos en la reducción de los gastos.
Papandreou urgió el lunes a los legisladores a aprobar el plan para "que el país se mantenga en pie". Intentaba de ese modo aglutinar a la bancada gubernamental, que dispone de una corta mayoría de 155 escaños de un total de 300.
No hay comentarios:
Publicar un comentario