lunes, 23 de mayo de 2011

Dinamarca fractura la Europa sin fronteras


La Europa sin fronteras empieza a resquebrajarse. Dinamarca anunció ayer por sorpresa que en cuestión de semanas volverá a realizar controles aduaneros. Aunque el Gobierno escandinavo subrayó que la decisión respeta la normativa del espacio Schengen, la UE adelantó que estudiará los detalles de la medida. La reinstalación de las aduanas responde a un acuerdo alcanzado por el Ejecutivo danés, que gobierna en minoría, con la extrema derecha del país a cambio de la aprobación de un ambicioso paquete de reformas.

Dinamarca dio a conocer su controvertida decisión apenas unas horas antes de que hoy se reúnan en Bruselas los ministros de Interior de la UE. Los representantes de los Veintisiete tratarán en su encuentro la propuesta de Francia e Italia de reforzar los controles fronterizos ante una avalancha migratoria. Todo apunta a que la iniciativa, respaldada por la Comisión, saldrá adelante, pero el movimiento del Gobierno danés es mucho más agresivo. Hasta ahora, los socios comunitarios habían debatido reinstaurar las aduanas en casos excepcionales y por un periodo de tiempo muy limitado.

Copenhague, sin embargo, ha ido mucho más allá. El ministro de Finanzas, Claus Hjort Frederiksen, anunció que los puestos fronterizos volverán a ser permanentes tanto en su límite con Alemania como en el espectacular puente Oresund -de casi ocho kilómetros- que llega hasta Suecia. El responsable económico del Ejecutivo desgranó incluso las distintas partidas presupuestarias que destinarán a la recuperación de las aduanas. Los controles, que podrían estar listos en apenas tres semanas, también se reforzarán en puertos y aeropuertos.

Frederiksen justifició la decisión por el aumento de la criminalidad en los últimos años. «Estas medidas están pensadas para frenar el incremento de los delitos transfronterizos», remarcó el ministro de Finanzas. Los controles, en principio, serán aleatorios y el Gobierno pretende instalar tanto escáneres como lectores de matrículas para agilizar el paso por las fronteras. La normativa de Schengen permite a un país reinstaurar las verificaciones de forma unilateral por razones de seguridad o ante grandes eventos como unos Juegos Olímpicos. Dinamarca, además, cuenta con un estatus de mayor flexibilidad dentro del área europea de libre circulación.

La andanada a Schengen se enmarca en un clima preelectoral en Dinamarca, donde la coalición conservadora gobierna desde 2001. El Ejecutivo, que se encuentra en minoría, intenta sacar adelante su ambicioso proyecto estrella que contempla retrasar la edad de jubilación para garantizar la estabilidad presupuestaria a largo plazo. El aliado natural del primer ministro Lars Lokke Rasmussen, que sustituyó al actual secretario general de la OTAN hace dos años, es el ultraderechista Partido Popular Danés (PPD). Esta formación ofrece apoyo parlamentario a la coalición gobernante desde que llegó al poder al principio de la pasada década.

Exigencia histórica

El Ejecutivo de Rasmussen se ha encontrado con importantes dificultades para sacar adelante su programa de reformas antes de las elecciones previstas en noviembre. Ante esta situación, optó por ceder ante una de las exigencias históricas de la formación populista y aceptó reintroducir los controles fronterizos. La carismática líder del PPD, Pia Kjaersgaard, celebró el acuerdo, aunque recordó que todavía no está garantizado su apoyo al plan del Gobierno. Según Kjaersgaard, que encabeza el tercer partido del país en porcentaje de voto con casi un 14% de los sufragios, las aduanas danesas volverán a ser como en los años ochenta.

El PPD se ha vendido caro en los últimos años. El Gobierno de conservadores y liberales ha tenido que ir restringiendo las leyes migratorias para no perder la estabilidad parlamentaria. Kjaersgaard, que ha cargado en numerosas ocasiones contra la islamización del país, llegó a reclamar a finales del año pasado la prohibición de los canales árabes porque dificultaban la integración de los inmigrantes.

Dinamarca, que cuenta con una población de 5,5 millones de habitantes y una tasa de paro por debajo del 8%, fue el primer país escandinavo en unirse a la UE en 1973. Pese a su inicial europeísmo, rechazó en referéndum abandonar la corona para sumarse al euro y no se unió a la zona Schengen hasta 2001, seis años después de que entrara en funcionamiento en el corazón del continente. Aunque varios países han reinstalado temporalmente sus fronteras en casos especiales, si Copenhague sigue adelante con su planes será el primer socio en levantar de nuevo sus aduanas.




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