Lilia Márquez /Fs y Ms X ahora
Era de esperarse con el horizonte político existente en nuestra América del siglo XXI, que se desarrollasen varias tesis acerca de lo que debe ser el feminismo, el socialismo e incidir en la profundización de lo que el análisis de la interculturalidad, como categoría geocultural, aporta a ambas consideraciones.
Una de las propuestas concretas de descolonizar nuestros feminismos latinoamericanos la realiza Julieta Paredes en su libro "Hilando Fino: feminismo comunitario" que conjuntamente con el colectivo al cual pertenece, Mujeres creando Comunidad, expresan que esta propuesta es un rompimiento epistemológico con el feminismo occidental, esto es desmantelar la colonización de la práctica académica en el feminismo occidental de nuestra América (Espinoza Muñoso 2008), dejando en evidencia que muchos de los movimientos feministas latinoamericanos al igual que los del norte y de los centros hegemónicos del poder en general, intentan mantener su status quo con respecto a las desigualdades de etnia y clase inducidas por la cultura imperante, es decir que estos privilegios de clase y etnia construidos desde la invasión europea a nuestras tierras, evidencian de igual modo privilegios espistemológicos, que dejan al descubierto el nexo entre poder y conocimiento como categorías más de la opresión.
Estando de acuerdo con la costrucción de un feminismo que se oponga a las normativas de etnia, clase y heterosexualidad impuestas por occidente, reflexionamos y generamos respuesta desde lo popular a través de un feminismo intercultural que resemantice eso que significa ser mujeres, diversas entre sí, desde el tercer mundo. Desde Fs y Ms X ahora asumir con compromiso y responsabilidad que "estamos siendo feministas" nos remite a hurgar en procesos geohistóricos particulares, a quebrar definitivamente cualquier vestigio de dependencia ideológica con un feminismo "blanco" hegemónico, a nutrir el debate de "las diferencias comunes" entre mujeres del sur, a dejar en evidencia los conflictos sociales existentes en nuestras comunidades feministas, y a trascender el análisis de lo formal y descriptivo desde ese diálogo de saberes, desde lo vivencial, desde las experiencias cotidianas.
Y es que para Fs y Ms X ahora "estar siendo feministas" nos obliga desde Venezuela a asumir que nuestra postura política debe tener una praxis realmente transformadora, que somos y debemos ser investigativos e investigativas, y que la metodología que requerimos para profundizar en nuestras diversas realidades es polidialéctica, vendría a ser entonces ir de la crítica de la cultura que tenemos a la recosntrucción de la cultura que queremos y entender que la deuda social que existe con la pobreza de las mujeres latinoamericanas es principalmente, una deuda ética.
Por eso la construcción del feminismo intercultural no es "ni calco ni copia" de los feminismos occidentales, es un quehacer que nos ocupa constantemente, es una propuesta que emana de la necesidad de hacer visible aun en lo cotidiano, las diversas luchas de las mujeres en nuestro continente, es evidenciar las identidades existentes, las dinámicas que se producen en los encuentros de los diferentes elementos que dialogan desde abajo, desnudas de cualquier etiqueta.
Un feminismo intercultural se afirma pluriétnico y multicultural como un espacio vivo y constante de resistencia, de autodeterminación de nuestros pueblos, y de batalla incesante con todo lo que nos hiede a colonia.
En un ensayo que estoy desarrollando titulado con el mismo título de este artículo,
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