sábado, 28 de noviembre de 2009

M. Sánchez: "Ante todo el maltratador es un delincuente y es muy consciente de ello"

Día internacional contra la violencia machista


Por María Gracia López


Margarita Sánchez
, directora del Instituto de Estudios de la Mujer y profesora de Prehistoria de la Universidad de Granada, estudia la identidad de género en las sociedades del pasado: “Muchos de los estereotipos actuales de las mujeres están basados en ideas, muchas veces falsas, sobre cómo funcionaban las relaciones en la Prehistoria”. (IMAGEN FERMÍN RODRÍGUEZ)

¿Se considera ya la violencia contra las mujeres un problema social pese a que se le sigue llamando violencia doméstica?


Es cierto que en los últimos años la percepción y la opinión de la sociedad ante la violencia contra las mujeres ha cambiado fundamentalmente por varias razones, entre ellas a que hemos logrado que se entienda que es aquella que se dirige sobre las mujeres por el hecho mismo de serlo, por ser consideradas por sus agresores, carentes de los derechos mínimos de libertad, respeto y capacidad de decisión. Tiene que ver, por tanto, con el desigual ejercicio del poder que tienen mujeres y hombres. En nuestro país ha sido fundamental el desarrollo de leyes como la Ley Orgánica de 2004 de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género que han dado una perspectiva global, integradora de un problema real, que en su momento el propio Kofi Annan definió como la más vergonzosa violación de los derechos humanos, sin límites geográficos, culturales o de riquezas y que mientras exista, no podremos afirmar que hemos avanzado hacia la igualdad, el desarrollo y la paz. Por otra parte, por violencia contra las mujeres debemos entender no sólo la violencia en el hogar, sino las violaciones, la trata de mujeres y niñas, la prostitución forzada, la violencia en situaciones de conflicto armado, la esclavitud sexual, los asesinatos por razones de honor, el infanticidio femenino y la selección prenatal del sexo del feto en favor de bebés masculinos o la mutilación genital femenina.

Violencia contra las mujeres, no sólo en el hogar: violaciones, trata de mujeres y niñas, prostitución forzada, violencia en situaciones de conflicto armado, esclavitud sexual, asesinatos por razones de honor, infanticidio femenino y la selección prenatal del sexo del feto en favor de bebés masculinos o la mutilación genital femenina.

¿Cuándo comenzó a configurarse como un problema más allá del ámbito de lo privado?

La violencia contra las mujeres ha sido vinculada siempre al ámbito doméstico, a un problema familiar o de pareja en el que no hay que intervenir. El proceso de “sacar” la violencia contra las mujeres de la esfera de lo privado a la de lo público ha sido largo y aún queda mucho por hacer. Fue sólo en 1993 cuando la Asamblea General de la ONU redactó la Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer. En nuestro país ha habido muchos factores que han llevado a que estos hechos se conocieran públicamente y se trataran como un problema de la sociedad la propia implicación de las mujeres o los procesos políticos y legislativos son parte de esa realidad.

¿Es, por tanto, uno de los triunfos del movimiento feminista?

Ha sido y sigue siendo una lucha del movimiento feminista y es un triunfo de la sociedad. Hoy las mujeres comienzan a tomar conciencia de sí mismas, de sus cuerpos, de los derechos que tienen y de las desigualdades a las que deben enfrentarse todos los días. El feminismo ha proporcionado a las mujeres no sólo la argumentación teórica e ideológica sino las estrategias necesarias para enfrentarse a estas situaciones.

Y sin embargo, ¿hay más violencia, o lo parece porque se habla más de ella?

Quizá la percepción es que ahora hay mucha más violencia que antes, en primer lugar porque ahora se denuncia, hasta hace pocos años la invisibilidad de este problema impedía conocer la realidad de muchas mujeres que han sufrido y han muerto a manos de maltratadores y que no han sido consideradas como tales; en segundo lugar, porque se han establecido los mecanismos necesarios para combatirla, el maltratador ejerce la violencia física o psicológica hasta un límite, es una forma de control que le permite mantener esa situación de poder y de relación desigual durante años, cuando las mujeres deciden romper con esa dinámica se producen situaciones de mayor riesgo para ellas y es precisamente en esas situaciones en las que se debe ser inflexible y actuar con rapidez, porque al no saber gestionar la pérdida de ese poder es cuando el maltratador acaba con la vida de las mujeres

Y con la suya propia

Como he dicho no sabe gestionar su relación con las mujeres, ante todo el maltratador es un delincuente y es muy consciente de ello. La violencia contra las mujeres es un problema de educación, lo comprobamos diariamente en los colegios y los institutos, hay una falta de educación en cómo se viven las relaciones entre hombres y mujeres, en cómo transmitir la idea de unas relaciones que impliquen el respeto hacia la otra persona, el reconocimiento de su aportación, en un sistema de valores relacionados con los sentimientos, en lo que se entiende por identidad masculina y femenina, en lo que se transmite a los niños y niñas que se espera de ellos, hay que buscar nuevos modelos de masculinidad, no atados al ejercicio del poder y la dominación, sino a la igualdad y el respeto.

¿Por qué los primeros movimientos feministas pedían el voto y no protestaban directa y abiertamente contra la violencia?

Una de las primeras reivindicaciones que se hacen desde el movimiento feminista es el derecho al voto, y ésta es una cuestión de enorme importancia, básica para el resto de reivindicaciones que se pudieran hacer después. El voto, la capacidad de votar y ser votada, otorga a las mujeres entidad política, capacidad de actuar, de elegir a quién quieres que esté en determinados lugares y de que se reconozcan derechos, y también capacidad para ser elegida, para poder formar parte de la vida pública, de la política, de tener capacidad de decisión y negociación, de llevar a ese ámbito problemas, situaciones y experiencias que de otra manera son muy difíciles de discutir. La incorporación de las mujeres a la política tiene además una dimensión importante que es la de mostrar a la ciudadanía la normalidad de las situaciones de igualdad en todos los ámbitos entre mujeres y hombres.

El proceso de concienciación de los hombres, ¿está siendo positiva?

Los hombres son parte fundamental en este proceso, y se están dando pasos importantes, existen varios grupos de ‘Hombres por la Igualdad’ que están haciendo un trabajo magnífico. Lo primero que te señalan es que hace falta un proceso educativo y de reflexión de cómo son las relaciones entre mujeres y hombres. Es un proceso de concienciación más lento que el de las mujeres, porque como he señalado, muchos hombres entienden que esto es una pérdida de poder ante sus compañeras.

¿Qué factores no ayudan al avance?

Muchos aún, estamos rodeados de factores negativos, la publicidad, la televisión, la prensa…no se trata tanto de que cuenten cómo son las relaciones de mujeres y hombres, sino de que sigan perpetuando estereotipos de lo que las mujeres pueden ser y lo que no. Existen muchos ejemplos, en las últimas semanas hemos asistido a una gran polémica acerca del uso del 'Photoshop' en retoques fotográficos, no es una cuestión frívola, no nos damos cuenta de que están perpetuando unas imágenes de mujeres que son irreales y que fomentan que desde las niñas y adolescentes persigan modelos ficticios, que sigan considerando que su mayor valor ante la sociedad en la que viven es tener determinado cuerpo. Pero también podemos fijarnos en la prensa que sigue aumentando sus emolumentos con anuncios de prostitución y contactos, en el día de hoy probablemente veremos muchos reportajes hablando de la trata de blancas en nuestro país y esos anuncios seguirán publicándose de la misma manera.

¿Qué relación concreta hay entre la perpetuación de esos estereotipos y la violencia contra la mujer?

Es un problema de valoración, muchas mujeres no se valoran porque no cumplen con los parámetros que la sociedad espera de ellas tanto en estereotipos físicos como en sus relaciones. Esto provoca problemas de seguridad en sí mismas, y que las mujeres estén seguras de ellas es fundamental para acabar con la violencia. La mayoría de las mujeres no han sido educadas para tener esa confianza en sí mismas, en sus valores, en sus experiencias, en sus capacidades, sino que se les han inculcado la incapacidad de actuar de forma independiente, vinculando siempre la toma de decisiones acerca de su vida a otros miembros de su núcleo familiar, normalmente masculinos, no podemos olvidar que hasta hace algo más de treinta años en este país las mujeres no podían abrirse cuentas bancarias o viajar al extranjero sin el permiso de su padres o sus maridos, obviamente muchas de estas prácticas han desaparecido pero su “espíritu” sigue presente en muchas actitudes.

¿A qué generación de mujeres hay que agradecer que empezaran a cambiar las cosas en España?

Yo no distinguiría generaciones, las mujeres a lo largo de la historia de este país han estado luchando por reivindicar sus derechos y han reclamado relaciones de igualdad y justicia, en muchos casos a costa de grandes sacrificios personales. Desde aquellas que consiguieron el voto femenino a principios de siglo, pasando por las maravillosas activistas republicanas preocupadas por la educación de las mujeres o aquellas que lucharon contra la dictadura, que formaron parte indispensable de la transición española, y que siguen activas en la actualidad, ellas son las que han logrado la situación que tenemos en la actualidad y por la que otras mujeres que las seguimos y reconocemos, podamos asegurar el futuro de estas reivindicaciones.

¿Pero no ha surgido ahora una nueva generación de mujeres que han empezado a reaccionar contra la violencia que sufren, haciéndose oír y a través de las denuncias?

No es tanto una cuestión de edad como de contexto, es decir, no se trata de tener 20, 40 o 50 años como de que se den las condiciones personales y sociales para que denuncien. Condiciones personales que se basan en que las propias mujeres se den cuenta de que es una situación injusta, y sociales en el sentido de que su entorno, el contexto social en el que viven las ayuden a salir del círculo vicioso en el que se encuentran y por supuesto en que encuentren los suficientes mecanismos legales y de seguridad para hacerlo. Hay mujeres que denuncian a los 20 y otras que tras una vida de maltrato, pueden ponerle fin.

¿Hacia dónde vamos?, ¿Hay esperanza?

Por supuesto, queda aún mucho por hacer, pero cada día estamos en mejores condiciones para acabar con la violencia contra las mujeres, no sólo desde el contexto político, en el que tenemos una buena legislación aunque desearía que a veces su actuación fuera más eficiente; o en el contexto social, en el que como he señalado antes me parece que la educación es la cuestión que debemos abordar con más ímpetu; sino también en el ámbito académico. La investigación que se realiza en el contexto universitario debe repercutir en la vida cotidiana, en los problemas de las mujeres. En ocasiones pudiera parecer que la distancia que se establece entre el conocimiento académico y la acción social es demasiado grande, sin embargo hay muchas investigadoras que poseemos una enorme vocación de crear conocimiento que sea útil, de proporcionar instrumentos a la sociedad que permita construir relaciones entre mujeres y hombres en igualdad. El trabajo que realiza el Instituto de Estudios de la Mujer de la UGR se basa precisamente en eso, en la investigación multidisciplinar en los Estudios de las Mujeres, Feministas y de Género con el objetivo de contribuir a su desarrollo, promoción y divulgación.

En cuanto a la educación, ¿está de acuerdo con que se hable continuamente de profesoras y profesores, alumnos y alumnas, padres y madres?

Todo esfuerzo por incluir a las mujeres es beneficioso. Siempre existen recursos lingüísticos para intentar que el discurso sea comprensible, utilizar ‘profesorado’ o ‘alumnado’, para no repetir profesores y profesoras. Pero debemos ser conscientes de que si no se hace así, hay una parte de la sociedad que no se siente nombrada y hay otra parte que se cree que sólo se les menciona a ellos. Reconozco que el uso de este tipo de lenguaje es difícil y sé que provoca rechazo en algunos sectores, pero es importante que utilicemos todos los recursos posibles para incluir y visibilizar.

¿Qué otros factores tratan de cambiarse en la educación?

Como ya he mencionado, el problema más importante es que seguimos educando en valores que hay que revisar, muchos libros de texto aún mantienen ciertos prejuicios. Por ejemplo en muchos libros de Historia se habla del hombre, como descubridor, como inventor, y se remarcan los hechos históricos protagonizados por hombres, ahí no hay lugar para la neutralidad, no hay lugar para el uso del genérico. Es necesario un cambio en la manera de contar la historia, las relaciones con el medio, la literatura, no sólo a través de asignaturas como ‘Educación para la Ciudadanía’ que me parece que bien impartidas y programadas pueden ser fundamentales, sino también cambiando los modelos a seguir, en este sentido en los últimos años la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía ha desarrollado un programa titulado 'Conoces a…' gracias al que niños y niñas conocen a mujeres que a lo largo de la historia han jugado papeles primordiales en política, astronomía, literatura, historia, química, física o matemáticas creando otros modelos intelectuales que seguir.

LA VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES, UNA CUESTIÓN HISTÓRICA

Margarita Sánchez, como profesora e investigadora de Prehistoria de la Universidad de Granada, estudia la identidad de género en las sociedades del pasado: “Muchos de los estereotipos actuales de las mujeres están basados en ideas, muchas veces falsas, sobre cómo funcionaban las relaciones en la Prehistoria”.

A través de esta investigación, intenta no sólo visibilizar a las mujeres “en las sociedades de la Prehistoria”, sino también “crear nuevas categorías de análisis para conocer otros aspectos de las sociedades del pasado” cuya investigación se ha centrado tradicionalmente en cuestiones como el estatus, el poder o el ejercicio de la violencia, olvidando “otra serie de actividades que tienen que ver con el mantenimiento de las sociedades”. El problema es que en la actualidad tenemos un concepto peyorativo de lo doméstico, relacionándolo con trabajos o actividades que no necesitan conocimiento, tecnología, experiencia o sabiduría. Sin embargo, tanto hoy como en el pasado, eso es rotundamente falso, se necesita tanta tecnología y experiencia para utilizar cualquier electrodoméstico como para manejar un ordenador, el proceso de producción de cualquier alimento en la prehistoria puede ser tan complejo como el de fabricar un utensilio de metal”. Por otra parte no hay nada esencial ni biológicamente predeterminado en las actividades que realizan mujeres y hombres, estas actividades de mantenimiento pueden hacerlas tanto hombres como mujeres, de hecho en la Prehistoria en la mayoría de las ocasiones no tenemos datos objetivos para saber quien hacía qué, pero se trata de ponerlas en su justo valor para que ambos sexos puedan asumirlas en la actualidad sin ponerles esa carga peyorativa”.

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