viernes, 18 de septiembre de 2009

Isabel Allende: "Ahora hay tanta esclavitud como antes"

ITZIAR REYERO MADRID

Dice Isabel Allende que la idea de escribir una novela sobre la esclavitud le salió a su encuentro. Se topó con ella en Nueva Orleans; una ciudad de la que la escritora chilena destaca su tono único. «Tiene ese sabor francés caribeño que le viene del 1800, de cuando llegaron 10.000 esclavos escapando de la revuelta de Haití». En ese tormentoso momento histórico se sitúa su nueva novela, «La isla bajo el mar», editada simultáneamente por Plaza y Janés y Círculo de Lectores, en la que Allende da vida a Zarité, una mulata de finales del siglo XVIII que a los 9 años es vendida como esclava a un rico propietario de Santo Domingo.



En su relato, la autora plasma minuciosamente todo aquello que representó la explotación de los esclavos en Santo Domingo, sus condiciones de vida y su lucha por conseguir la libertad. Para ello, la escritora se ha dejado empapar por la Historia del país «más pobre de todo el mundo occidental».

Isabel Allende dice escribir sobre lo que es y sobre lo que sabe. Para su enésima novela ha elegido un tema de penosa actualidad. «Hoy en día hay 27 millones de esclavos en todo el mundo, desde niños soldados en África a niñitas recluídas en prostíbulos de Camboya», recuerda la escritora, obsesionada desde siempre con el deseo de libertad, de independencia.

«Yo nací en los cuarenta, en el seno de una familia conservadora, católica y muy patriarcal, en una época en que las mujeres todavía tenían un horizonte muy limitado», apunta la autora de «La casa de los espíritus», título que la llevó a la cúspide de los narradores latinoamericanos y que la convirtió en una de las novelistas más populares de nuestro tiempo.

La protagonista de «La isla bajo el mar» es a ojos de su autora una heroína. «Zarité luchó para tomar las riendas de su vida; desde pequeña siempre se rebeló. Pero cuando tiene que elegir entre la libertad o los niños, elige lo segundo. Hay mucho de heroicismo en su personaje, pues ella sabe que hay cosas más importantes que la libertad personal». Porque para Allende, el héroe no es sólo aquél que consigue «su transformación personal, sino también la transformación de su entorno».

«El gran proyecto hoy de las mujeres es obtener la paz. El patriarcado no se va a deshacer del militarismo porque se sostiene gracias a él», afirma AllendeUna autora feministaNo tiene problemas Allende en conceder que «todas» sus novelas «son un poco feministas». A su vez, lamenta la falta de «líderes» en el todavía hoy «necesario» movimiento feminista, que, en su opinión, debe llevar a la sociedad moderna a la consecución de la paz.

«El gran proyecto hoy de las mujeres es obtener la paz. El patriarcado no se va a deshacer del militarismo porque se sostiene gracias a él», afirma la escritora chilena.

¿Y qué opina de Michelle Bachellet? «Empezó mal porque tenía muchos problemas heredados, pero creo su Gobierno lo ha hecho estupendo. Hoy tiene más del 70 por ciento de aprobación, es una pena que la Ley de nuestro país no permita la reelección», opina Allende, para quien la presidenta chilena sería perfecta carne de novela. «Ella es sin duda un personaje de novela, pero no sé si yo sería capaz de escribirla», reconce.

Veinticinco años lleva Allende en un oficio que, aunque ella no lo reconoce, le tiene de alguna forma esclavizada. «Mi vida realmente son sólo seis meses al año; los otros seis los vivo recluida», confiesa la escritora, de costumbres metódicas. «Empiezo muy pronto y termino muy tarde. Mi trabajo se desarrolla en el silencio, en la soledad, en la quietud. En esos meses de silencio me permito recuperar lo que se pierde en el ruido de la vida».

«En Latinoamérica existe un problema de desigualdad brutal y un gran racismo contra el indigenismo, contra la gente de color», destaca la escritoraLos «inexplicables» movimientos populistasAllende se ha referido también a los movimientos populistas de América Latina. «Mi postura al respecto es vaga. Pero hay explicación para este fenómeno. En Latinoamérica existe un problema de desigualdad brutal y un gran racismo contra el indigenismo, contra la gente de color. Hay una clase social que controla buena parte de la educación, de la economía… Estos movimientos son expliables completamente», señala.

«En Venezuela el problema es que durante muchos años los partidos políticos se turnaron en medio de una corrupción tan brutal que Chávez fue elegido con el 90 por ciento de los apoyos. Después de eso se convirtió en una cosa más demagógica», concluye la autora.



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