Las urnas del referendum en Crimea
En Crimea, el guion está claro. Si gana el sí a la independencia, lo que parece prácticamente seguro, el Parlamento tiene a punto el dispositivo para pedir la anexión de la península a Rusia.
Así quedó establecido el pasado martes, cuando el parlamento aprobó una declaración de independencia unilateral. En ella afirmaba que, una vez las urnas hayan ratificado la escisión de Ucrania, y ya como "estado independiente y soberano", Crimea se dirigirá a Moscú para ser aceptada "en calidad de nuevo sujeto de la Federación rusa". Y en la Duma (el Parlamento ruso) ya está todo a punto para analizar la petición.
En Kiev la posición del gobierno también está clara. Las autoridades consideran que el referéndum es ilegal y por tanto, según el primer ministro Arséni Yartseniuk, "no tendrá efecto legal". Y el Tribunal Constitucional les ha dado la razón. Este jueves sentenció que la celebración de la consulta es anticonstitucional. Pero el margen de maniobra de Kiev es pequeño, ante la política de hechos consumados de Crimea. Puede decidir la disolución del Parlamento de Simféropol, pero sería un acto simbólico, ante la imposibilidad de ejecutar la orden.
En Crimea, los principales órganos del poder están bajo el control de las nuevas autoridades. Y hombres uniformados no identificados han tomado el control tanto de las principales infraestructuras como de los accesos a la península, aunque ya nadie duda de que se trata de soldados rusos.
El gobierno ucraniano ya ha renunciado a utilizar la fuerza para recuperar el territorio de Crimea. El ministro de la Defensa, Igor Teniuj, justificó esta decisión diciendo que "cualquier acción de las Fuerza Armadas de Ucrania para estabilizar la situación en Crimea podría ser presentada ante la comunidad internacional como el empleo de la fuerza contra la propia población".
El primer ministro ucraniano, Arseni Yartseniuk, ha dicho que no cederá "ni un centímetro de su territorio". Pero ante la falta de recursos y dada su voluntad de evitar un conflicto armado, el futuro de Crimea está ahora en manos de la diplomacia internacional y de los apoyos que Kiev pueda recibir de Estados Unidos y de la Unión Europea, sus principales aliados en esta crisis.
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