El colegio electoral número 1 de Simferópol.- (ÁLVARO ZAMARREÑO)
En realidad las celebraciones empezaron hace ya días, cuando el pasado 6 de marzo el Parlamento de la República autónoma de Crimea anunciaba, por un lado la convocatoria del referéndum de este domingo, y por otro la solicitud a las autoridades rusas de su plena integración con ellas.
Un hombre, que se presenta junto a su hija como veterano de guerra en el Cáucaso, dice que él es medio ruso y medio ucraniano, pero que su padre fue toda su vida militar de la URSS. Y que cuando él volvió de servir, se encontró con que la nueva Ucrania "no reconocía su contribución". Su hija resume lo que -a modo de frase aprendida- mucha gente repite estos días -"Nadie nos preguntó hace 60 años cuando nos regalaron a Ucrania; Ahora todos mis amigos y yo pensamos que estamos volviendo a nuestra casa".
Para hacer más fácil ese 'retorno', y de paso aclarar el voto de alguno, el gobierno ruso ha hecho promesas financieras a unos, promesas de que el turismo ruso volverá en masa a otros, y que pensiones, becas y sueldos subirán. Aunque este sábado se repetían las colas en muchos cajeros por aquello del "nunca se sabe" que repetían incluso los más convencidos como Irina, que en los aledaños de la calle Carlos Marx responde con un "todo" genérico a la pregunta de en qué cosas concretas cree que mejorará su vida en una unión con Rusia.
Pero este fin de semana, el tiempo primaveral ayudaba a acrecentar esa exaltación festiva en Simferópol. Incluso unos recién casados se entremezclaban en la plaza Lenin con varios cientos de personas que, bandera de Crimea en mano, aplaudían a cantantes folk en un escenario. De vez en cuando se animaba el ambiente con proclamas contra los fascistas de Kiev.
La plaza estaba fuertemente custodiada por las milicias que, con uniformes cada vez menos improvisados, campan por el centro de la ciudad, y en general por toda Crimea. A ellos se unen cosacos venidos de varias regiones rusas, inconfundibles con sus gorros de piel negra con la parte superior roja.
Algunos de esos grupos están implicados en ataques a la prensa, abundante estos días en la región. Este mismo sábado varios reporteros fueron agredidos y obligados a entregar su material en pleno centro, mientras que por la noche hombres armados entraron al hotel 'Moscú', donde se alojan muchos medios extranjeros, con la 'misión' de hacer un simulacro de acción antiterrorista.
Amnistía Internacional ha denunciado la desaparición de tres activistas 'pro-Maidan', llegados de otras zonas de Ucrania para hacer campaña por el voto contra la anexión a Rusia. El gobierno regional insiste en la total tranquilidad y el ambiente festivo, a pesar de que los partidarios de la unidad de Ucrania han visto muy limitadas sus posibilidades de hacer campaña. De hecho, desde los primeros incidentes a finales de febrero, la señal de los canales del resto de Ucrania se ha ido 'apagando' en los repetidores de televisión, para dar paso a medios rusos. Los crimeanos están acostumbrados a ver los canales de sus vecinos. Pero no a no recibir señal alguna 'de Kiev'.
El único grupo interno que ha conseguido mantener una postura de rechazo son los tátaros, vinculados históricamente a Turquía. Por eso resulta llamativo que, precisamente de los dos lugares de donde podrían venir crimeanos partidarios del 'no' (o de la opción 'B' de autonomía dentro de Ucrania) se suspendieran los vuelos hace casi una semana. Eso ha dejado al aeropuerto de Simferópol con comunicación sólo con Moscú.
Tanto por carretera, como por tren, desde hace días hombres armados controlan quién entra a Crimea. Hombres de paisano, con la bandera rusa como brazalete, controlan departamento a departamento cada tren que llega del resto de Ucrania. Varios medios contaban que este sábado también era la guardia ucraniana de fronteras la que empezaba a controlar a quienes salían de aquí hacia el resto del país. Mínimo requerimiento realista para lo que se pueda imponer desde el lunes.
Un hombre, que se presenta junto a su hija como veterano de guerra en el Cáucaso, dice que él es medio ruso y medio ucraniano, pero que su padre fue toda su vida militar de la URSS. Y que cuando él volvió de servir, se encontró con que la nueva Ucrania "no reconocía su contribución". Su hija resume lo que -a modo de frase aprendida- mucha gente repite estos días -"Nadie nos preguntó hace 60 años cuando nos regalaron a Ucrania; Ahora todos mis amigos y yo pensamos que estamos volviendo a nuestra casa".
Para hacer más fácil ese 'retorno', y de paso aclarar el voto de alguno, el gobierno ruso ha hecho promesas financieras a unos, promesas de que el turismo ruso volverá en masa a otros, y que pensiones, becas y sueldos subirán. Aunque este sábado se repetían las colas en muchos cajeros por aquello del "nunca se sabe" que repetían incluso los más convencidos como Irina, que en los aledaños de la calle Carlos Marx responde con un "todo" genérico a la pregunta de en qué cosas concretas cree que mejorará su vida en una unión con Rusia.
Pero este fin de semana, el tiempo primaveral ayudaba a acrecentar esa exaltación festiva en Simferópol. Incluso unos recién casados se entremezclaban en la plaza Lenin con varios cientos de personas que, bandera de Crimea en mano, aplaudían a cantantes folk en un escenario. De vez en cuando se animaba el ambiente con proclamas contra los fascistas de Kiev.
La plaza estaba fuertemente custodiada por las milicias que, con uniformes cada vez menos improvisados, campan por el centro de la ciudad, y en general por toda Crimea. A ellos se unen cosacos venidos de varias regiones rusas, inconfundibles con sus gorros de piel negra con la parte superior roja.
Algunos de esos grupos están implicados en ataques a la prensa, abundante estos días en la región. Este mismo sábado varios reporteros fueron agredidos y obligados a entregar su material en pleno centro, mientras que por la noche hombres armados entraron al hotel 'Moscú', donde se alojan muchos medios extranjeros, con la 'misión' de hacer un simulacro de acción antiterrorista.
Amnistía Internacional ha denunciado la desaparición de tres activistas 'pro-Maidan', llegados de otras zonas de Ucrania para hacer campaña por el voto contra la anexión a Rusia. El gobierno regional insiste en la total tranquilidad y el ambiente festivo, a pesar de que los partidarios de la unidad de Ucrania han visto muy limitadas sus posibilidades de hacer campaña. De hecho, desde los primeros incidentes a finales de febrero, la señal de los canales del resto de Ucrania se ha ido 'apagando' en los repetidores de televisión, para dar paso a medios rusos. Los crimeanos están acostumbrados a ver los canales de sus vecinos. Pero no a no recibir señal alguna 'de Kiev'.
El único grupo interno que ha conseguido mantener una postura de rechazo son los tátaros, vinculados históricamente a Turquía. Por eso resulta llamativo que, precisamente de los dos lugares de donde podrían venir crimeanos partidarios del 'no' (o de la opción 'B' de autonomía dentro de Ucrania) se suspendieran los vuelos hace casi una semana. Eso ha dejado al aeropuerto de Simferópol con comunicación sólo con Moscú.
Tanto por carretera, como por tren, desde hace días hombres armados controlan quién entra a Crimea. Hombres de paisano, con la bandera rusa como brazalete, controlan departamento a departamento cada tren que llega del resto de Ucrania. Varios medios contaban que este sábado también era la guardia ucraniana de fronteras la que empezaba a controlar a quienes salían de aquí hacia el resto del país. Mínimo requerimiento realista para lo que se pueda imponer desde el lunes.
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