A continuación estudió Medicina y más tarde, siguiendo los pasos de su padre, ejerció en el mundo de la oftalmología, además de continuar jugando al tenis pero no a nivel profesional.
Sin embargo, en los 60, Richard Raskind viajó por toda Europa vestido de mujer, y no sólo eso, él se sentía mujer. Incluso llevaba años yendo a terapia para afrontar su sexualidad. Pero no sería hasta los años 70, cuando después de casarse y tener un hijo, pudo cumplir su sueño y operarse en 1975.
Renée Richards siguió jugando al tenis y quedó finalista del campeonato estadounidense para mayores de 35 años, en 1972. Y más tarde, en 1976, gracias al director del torneo que era un viejo amigo de la doctora Richards, consiguió una invitación para jugar en el US Open de ese año. El problema vino que cuando las otras participantes supieron de su presencia y protestaron aludiendo que tenía ventaja física sobre ellas.
Una vez que se conoció el caso de Richards, la USTA (federación de tenis estadounidense), decidió exigir una prueba de cromosomas a todas las participantes. Cuando Renée se enteró de ello, se sintió insultada y se negó a hacer el test. No contenta con esto, llevó el caso a los tribunales, ya que para ella fue una completa injusticia ya que era mujer a todos los efectos excepto porque no podía ser madre. El juez que se hizo cargo fue Alfred Ascione, y después de uno año la corte del Estado de Nueva York falló a favor de Renée Richards.
En 1979 ganó a Chris Evert, entonces número 1 del tenis femenino mundial, por 6-1 y 6-0 en este partido:
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