Rumania. Jamás en la vida había sentido tanto orgullo de pertenecer a mi generación como hoy. Mi país comenzó una nueva etapa en su historia. Una generación entera de personas que, en los últimos 20 años, ha vivido cada una en su burbuja, ocupándose de sus propios asuntos, estudiando, construyendo carreras y familias, ahora ha salido a la calle para alzar una voz colectiva por el futuro de las próximas generaciones. Este futuro se puso en peligro por un proyecto minero controvertido que amenaza con destruir una de las áreas más hermosas del país, convirtiéndolo en un basurero lleno de cianuro. La mina, anuncia el gobierno, será rechazada, pero la batalla aún no termina y los ministros la defienden.
En el
corazón de Transilvania, debajo del pequeño pueblo Roșia Montană,
está el yacimiento de oro más grande de toda Europa continental – 300
toneladas de oro y mil 600 toneladas de plata. Si a esto se le añade la
posibilidad de cantidades impresionantes de metales raros, tienes un tesoro que
hace babear a las grandes corporaciones mineras. En los últimos siete años, la
Corporación de Oro de Roșia Montană (RMGC, por sus siglas en inglés) – un consorcio
en el que una compañía canadiense tiene una inversión del 80 por ciento, y el
Estado rumano tan sólo 20 por ciento – ha impulsado una agresiva campaña
pública para empezar el proyecto minero, después de haber conseguido una concesión
sobre el terreno sin ninguna oferta pública. La compañía ha trabajado
incansablemente para convencer a los rumanos de lo grandiosa que será esta
inversión (el Estado rumano sólo obtendrá un 6 por ciento de las ganancias), y
cómo las vidas de la gente de la comunidad pobre de Roșia Montană (en
donde la tasa de desempleo está en un impresionante 80 por ciento) cambiarán a
bien gracias a los 2 mil trabajos que creará la RMGC.
Básicamente,
esta compañía le ofrece a Rumania un porcentaje insignificante de su propio oro
y unos cuantos miles puestos de trabajo por un tiempo limitado, a cambio de la
destrucción de cuatro montañas en una de las áreas más hermosas del país, en la
que hay galerías subterráneas únicas que datan de la época Romana (candidatos a
ser Sitios de Patrimonio Mundial de la Organización de las Naciones Unidas para
la Educación, la Ciencia y la Cultura -UNESCO), y dos aldeas históricas. Creará
un cráter de ocho kilómetros, visible desde la luna, y un lago monstruoso de
residuos de cianuro. No olvidemos que la cantidad de cianuro que se usará cada
año en este proyecto de tecnología de punta será 13 veces más grande de lo que
se usa en todos los proyectos mineros en Europa, juntos.
Éstos
son los hechos. Ahora Rumania está dividida. Los que apoyan el
proyecto – gente en Roșia Montană que tienen la esperanza de que esto le ponga
fin a la pobreza de la región (por lo menos por los próximos 16 a 20 años – la
duración aproximada del proyecto), políticos que, en los últimos 7 años,
fueron influenciados por la corporación y una gran parte de los medios de
comunicación que, durante el mismo tiempo, han recibido millones de dólares
para publicidad de la misma empresa. Los opositores al proyecto son
organizaciones no gubernamentales, estudiantes, intelectuales, la clase media y
gente con alto nivel educativo, que son socialmente responsables y con
conciencia ecológica.
Más de
15 mil personas se manifestaron en las calles de Bucarest, y muchos miles más
en múltiples otras ciudades, tanto en Rumania como en el extranjero. En
un país en donde las televisoras mueren por lo más “sensacional,” y los chismes
corrientes se convierten en “noticias de último momento,” las televisiones
están en silencio. Los políticos, que normalmente corren para ser los primeros
en dar su declaración sobre los temas más triviales, están callados. Hay
un virtual bloqueo de información en los medios sobre el fenómeno, la protesta
pacífica más grande desde la caída del comunismo. Jamás, en los últimos 20
años, había salido tanta gente a las calles, el país jamás había visto
semejante masa protestando pacíficamente, haciendo escuchar su voz, usando
herramientas democráticas de última generación en un país que ha demostrado no ser
para nada democrático.
Lo
asombroso es que toda esta gente se organiza y difunde su mensaje a pesar del
total silencio de los medios centrales y televisoras principales. Escribí este
artículo porque nuestras voces merecen ser escuchadas. Ninguna televisora
principal estuvo presente en las protestas. Ningún reportero de los
periódicos principales de Rumania estuvo ahí.
Los
reporteros somos nosotros. Facebook, Twitter, blogs – éstos son nuestros medios
para hacer escuchar nuestras voces y compartir nuestra revolución con el mundo.
Esto es una prueba de que una nueva era ha comenzado. Viendo las noticias que
siguen apareciendo en mi Facebook, no pude evitar sentir asombro al ver esta
red increíble de reporteros ad-hoc, su creatividad y las conexiones que hay
entre ellos. Artistas que crearon banners y mensajes, fotógrafos que tomaron
fotos increíbles de cada parte de las protestas, reporteros independientes
produciendo video y, por supuesto, las innumerables personas con amplio
conocimiento sobre redes sociales que se aseguraron de que todas las personas
con acceso a internet estén al tanto de lo que sucede en cada momento.
Esta es la primera vez en la historia de Rumania que el internet le ganó a la
tele.
Los
políticos y los medios masivos están perplejos. ¿De dónde salió tanta
gente? ¿En dónde estaban escondidos?
Oficiales
han intentado llamar a los manifestantes “punks” o “hipsters” que no tienen
idea de lo que están hablando, sugiriendo que sus esfuerzos son tan sólo los
berrinches de unos mocosos que tienen demasiado tiempo libre. Hoy, tal
vez estos políticos y periodistas de los medios masivos lo pensarán dos
veces. Hubo incontables familias en las calles – madres y padres de
familia dándole a sus hijos la primera lección de ejercicio de derechos civiles.
La
mayoría de los manifestantes sí son jóvenes, pero muy lejos de ser “mocosos” y
“consentidos.” Y saben muy bien de lo que están hablando – más, de hecho,
que los funcionarios. Nunca antes se confrontó al establishment político en Rumania con una oposición
pública tan bien educada e informada, y cuyas protestas no están financiadas
por ninguna autoridad, sino alimentadas por una convicción compartida que no se
puede comprar con el dinero.
Los
políticos de Rumania descubrieron que sí tenemos una sociedad civil. Y que está
más poderosa, coherente y unida de lo que se hubieran imaginado.
Yo me
rehusé a votar en las últimas elecciones como protesta. Sentía que no tenía
nadie por quien sufragar. Sé que no fue lo más democrático, sé que fue un
abandono a mi deber cívico y no me llena de orgullo. También sé que hubieron
muchos más como yo – gente tan cansada del circo de la vida política en Rumania
que dejaron de ver la tele por completo. Nos convertimos en la “Bella
Durmiente,” la generación dormida, los estudiantes, las masas que tienen un
trabajo en alguna corporación, o trabajan independientemente, o escogieron un
trabajo liberal, que en su mayoría hablan por lo menos un idioma extranjero,
que saben navegar el Internet. Somos la gente que no dejamos basura en
las calles, que pagamos nuestros impuestos, que nos interesamos por ver
educación alternativa, proteger el medio ambiente, usar una bicicleta en vez de
un coche para irnos a trabajar, no pensar mucho en vagar por Europa y quienes
nos encargamos de construir un mejor mundo para nosotros y nuestros hijos sin
esperar nada del Estado. Aparte de extrañarnos cada cuatro años cuando
las tasas de voto estaban muy bajas, los políticos no nos prestaban mucha
atención. De hecho, creo que ni sabían que existíamos.
Eso
cambió esta semana. La Bella Durmiente ya no duerme. Mi generación
por fin tiene una razón por la cual alzar la voz y ¡vaya, qué poderosa es esa
voz!
Nos
estamos haciendo escuchar de la única manera que sabemos hacerlo – pacífica y
sin cansarnos. No somos una generación superficial, hemos aprendido las
virtudes de la responsabilidad y el trabajo bien hecho. Cuando escribo este
artículo, es el octavo día consecutivo en que la gente sale a las calles para
detener el proyecto de Roșia Montană, el cual, si se realiza, cambiará el
oro por veneno por muchas generaciones en el futuro. En un país en el que los
políticos sólo escuchan cuando se les amenaza con violencia, somos la prueba de
que hay otra manera. Esa manera es expresándonos hoy y mañana y todos los días,
en números cada vez más crecientes hasta que nos escuchen. Y eso es lo que
haremos. La Bella Durmiente está despierta, bien descansada, y no podrán
ignorarla.
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