lunes, 16 de septiembre de 2013

La “Bella Durmiente” rumana contra un gigantesco proyecto minero » rumania mega marcha


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Rumania. Jamás en la vida había sentido tanto orgullo de pertenecer a mi generación como hoy. Mi país comenzó una nueva etapa en su historia. Una generación entera de personas que, en los últimos 20 años, ha vivido cada una en su burbuja, ocupándose de sus propios asuntos, estudiando, construyendo carreras y familias, ahora ha salido a la calle para alzar una voz colectiva por el futuro de las próximas generaciones. Este futuro se puso en peligro por un proyecto minero controvertido que amenaza con destruir una de las áreas más hermosas del país, convirtiéndolo en un basurero lleno de cianuro. La mina, anuncia el gobierno, será rechazada, pero la batalla aún no termina y los ministros la defienden.
En el corazón de Transilvania, debajo del pequeño pueblo Roșia Montană, está el yacimiento de oro más grande de toda Europa continental – 300 toneladas de oro y mil 600 toneladas de plata. Si a esto se le añade la posibilidad de cantidades impresionantes de metales raros, tienes un tesoro que hace babear a las grandes corporaciones mineras. En los últimos siete años, la Corporación de Oro de Roșia Montană (RMGC, por sus siglas en inglés) – un consorcio en el que una compañía canadiense tiene una inversión del 80 por ciento, y el Estado rumano tan sólo 20 por ciento – ha impulsado una agresiva campaña pública para empezar el proyecto minero, después de haber conseguido una concesión sobre el terreno sin ninguna oferta pública. La compañía ha trabajado incansablemente para convencer a los rumanos de lo grandiosa que será esta inversión (el Estado rumano sólo obtendrá un 6 por ciento de las ganancias), y cómo  las vidas de la gente de la comunidad pobre de Roșia Montană (en donde la tasa de desempleo está en un impresionante 80 por ciento) cambiarán a bien gracias a los 2 mil trabajos que creará la RMGC.
Básicamente, esta compañía le ofrece a Rumania un porcentaje insignificante de su propio oro y unos cuantos miles puestos de trabajo por un tiempo limitado, a cambio de la destrucción de cuatro montañas en una de las áreas más hermosas del país, en la que hay galerías subterráneas únicas que datan de la época Romana (candidatos a ser Sitios de Patrimonio Mundial de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura -UNESCO), y dos aldeas históricas. Creará un cráter de ocho kilómetros, visible desde la luna, y un lago monstruoso de residuos de cianuro. No olvidemos que la cantidad de cianuro que se usará cada año en este proyecto de tecnología de punta será 13 veces más grande de lo que se usa en todos los proyectos mineros en Europa, juntos.
Éstos son los hechos.  Ahora Rumania está dividida.  Los que apoyan el proyecto – gente en Roșia Montană que tienen la esperanza de que esto le ponga fin a la pobreza de la región (por lo menos por los próximos 16 a 20 años – la duración aproximada del proyecto), políticos que, en los últimos 7 años, fueron influenciados por la corporación y una gran parte de los medios de comunicación que, durante el mismo tiempo, han recibido millones de dólares para publicidad de la misma empresa. Los opositores al proyecto son organizaciones no gubernamentales, estudiantes, intelectuales, la clase media y gente con alto nivel educativo, que son socialmente responsables y con conciencia ecológica.
Más de 15 mil personas se manifestaron en las calles de Bucarest, y muchos miles más en múltiples otras ciudades, tanto en Rumania como en el extranjero.  En un país en donde las televisoras mueren por lo más “sensacional,” y los chismes corrientes se convierten en “noticias de último momento,” las televisiones están en silencio. Los políticos, que normalmente corren para ser los primeros en dar su declaración sobre los temas más triviales, están callados.  Hay un virtual bloqueo de información en los medios sobre el fenómeno, la protesta pacífica más grande desde la caída del comunismo. Jamás, en los últimos 20 años, había salido tanta gente a las calles, el país jamás había visto semejante masa protestando pacíficamente, haciendo escuchar su voz, usando herramientas democráticas de última generación en un país que ha demostrado no ser para nada democrático.

Lo asombroso es que toda esta gente se organiza y difunde su mensaje a pesar del total silencio de los medios centrales y televisoras principales. Escribí este artículo porque nuestras voces merecen ser escuchadas. Ninguna televisora principal estuvo presente en las protestas.  Ningún reportero de los periódicos principales de Rumania estuvo ahí.

Los reporteros somos nosotros. Facebook, Twitter, blogs – éstos son nuestros medios para hacer escuchar nuestras voces y compartir nuestra revolución con el mundo. Esto es una prueba de que una nueva era ha comenzado. Viendo las noticias que siguen apareciendo en mi Facebook, no pude evitar sentir asombro al ver esta red increíble de reporteros ad-hoc, su creatividad y las conexiones que hay entre ellos. Artistas que crearon banners y mensajes, fotógrafos que tomaron fotos increíbles de cada parte de las protestas, reporteros independientes produciendo video y, por supuesto, las innumerables personas con amplio conocimiento sobre redes sociales que se aseguraron de que todas las personas con acceso a internet estén al tanto de lo que sucede en cada momento.  Esta es la primera vez en la historia de Rumania que el internet le ganó a la tele.

Los políticos y los medios masivos están perplejos.  ¿De dónde salió tanta gente?  ¿En dónde estaban escondidos?

Oficiales han intentado llamar a los manifestantes “punks” o “hipsters” que no tienen idea de lo que están hablando, sugiriendo que sus esfuerzos son tan sólo los berrinches de unos mocosos que tienen demasiado tiempo libre.  Hoy, tal vez estos políticos y periodistas de los medios masivos lo pensarán dos veces.  Hubo incontables familias en las calles – madres y padres de familia dándole a sus hijos la primera lección de ejercicio de derechos civiles.

La mayoría de los manifestantes sí son jóvenes, pero muy lejos de ser “mocosos” y “consentidos.”  Y saben muy bien de lo que están hablando – más, de hecho, que los funcionarios. Nunca antes se confrontó al establishment político en Rumania con una oposición pública tan bien educada e informada, y cuyas protestas no están financiadas por ninguna autoridad, sino alimentadas por una convicción compartida que no se puede comprar con el dinero.

Los políticos de Rumania descubrieron que sí tenemos una sociedad civil. Y que está más poderosa, coherente y unida de lo que se hubieran imaginado.

Yo me rehusé a votar en las últimas elecciones como protesta. Sentía que no tenía nadie por quien sufragar. Sé que no fue lo más democrático, sé que fue un abandono a mi deber cívico y no me llena de orgullo. También sé que hubieron muchos más como yo – gente tan cansada del circo de la vida política en Rumania que dejaron de ver la tele por completo.  Nos convertimos en la “Bella Durmiente,” la generación dormida, los estudiantes, las masas que tienen un trabajo en alguna corporación, o trabajan independientemente, o escogieron un trabajo liberal, que en su mayoría hablan por lo menos un idioma extranjero, que saben navegar el Internet.  Somos la gente que no dejamos basura en las calles, que pagamos nuestros impuestos, que nos interesamos por ver educación alternativa, proteger el medio ambiente, usar una bicicleta en vez de un coche para irnos a trabajar, no pensar mucho en vagar por Europa y quienes nos encargamos de construir un mejor mundo para nosotros y nuestros hijos sin esperar nada del Estado.  Aparte de extrañarnos cada cuatro años cuando las tasas de voto estaban muy bajas, los políticos no nos prestaban mucha atención.  De hecho, creo que ni sabían que existíamos.

Eso cambió esta semana.  La Bella Durmiente ya no duerme.  Mi generación por fin tiene una razón por la cual alzar la voz y ¡vaya, qué poderosa es esa voz!

Nos estamos haciendo escuchar de la única manera que sabemos hacerlo – pacífica y sin cansarnos.  No somos una generación superficial, hemos aprendido las virtudes de la responsabilidad y el trabajo bien hecho. Cuando escribo este artículo, es el octavo día consecutivo en que la gente sale a las calles para detener el proyecto de Roșia Montană, el cual, si se realiza, cambiará el oro por veneno por muchas generaciones en el futuro. En un país en el que los políticos sólo escuchan cuando se les amenaza con violencia, somos la prueba de que hay otra manera. Esa manera es expresándonos hoy y mañana y todos los días, en números cada vez más crecientes hasta que nos escuchen. Y eso es lo que haremos. La Bella Durmiente está despierta, bien descansada, y no podrán ignorarla.

Publicado el 16 de septiembre de 2013 por "Desinformémonos"


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