Carros blindados y soldados vigilaban hoy determinas calles y plazas
de Phnom Penh, la capital de Camboya, mientras Amnistía Internacional
solicitaba contención al partido gobernante y la oposición para evitar
que la disputa por el resultado de las elecciones de julio desemboque en
violencia.
"Han sido movilizados para garantizar la seguridad y la estabilidad
política hasta la formación oficial del nuevo Gobierno. No hay que
preocuparse, es una medida de prevención de las Fuerzas Armadas",
explicó el portavoz de la Policía Militar, Kheng Tito, al diario "Phnom
Penh Post".
Según este rotativo, aproximadamente un centenar de miembros de las
Fuerzas Armadas, la Policía Militar y la Policía Nacional han sido
desplegados en Phnom Penh desde el jueves.
Los habitantes de la capital han acogido la presencia militar con algo de sorpresa pero sin oposición.
Los camboyanos acudieron a las urnas a elegir un nuevo Legislativo el
pasado 28 de julio y la Comisión Electoral Nacional todavía no ha
proclamado los resultados oficiales, lo que se espera ocurra a partir de
mediados de agosto.
No obstante, miembros del gobernante Partido del Pueblo de Camboya
(PPC) se adjudicaron el mismo día de los comicios 68 de los 123 escaños
del Parlamento y concedieron los restantes 55 a la coalición opositora
Partido para el Rescate Nacional de Camboya (PRNC).
Por su parte, el PRNC defiende su victoria electoral con 63
diputados, al tiempo que ha denunciado y pedido una investigación de las
numerosas irregularidades detectadas, como las personas que no pudieron
votar por no aparecer en unas listas que, sin embargo, contenían
nombres repetidos y gente que no existía.
Desde entonces, la tensión ha crecido entre ambas formaciones, pese a
que el primer ministro de Camboya, Hun Sen, se ofreció a negociar una
salida con la oposición.
"Las autoridades y líderes políticos de Camboya deben garantizar que
las tensiones postelectorales no desemboquen en violencia", dijo la
subdirectora para Asia Pacífico de Amnistía Internacional, Isabelle
Arradon, a través de un comunicado difundido hoy.
"Muchos camboyanos han apostado por el cambio y los dirigentes
políticos deben hacer todo lo que está en su poder para garantizar que
este se alcanza de manera pacífica y respetando los derechos humanos",
añadió la activista.
Por su parte, el presidente del Centro Camboyano de Derechos Humanos,
Ou Virak, opinó que el Gobierno está más preocupado por incidentes
desestabilizadores, como la explosión del miércoles en una papelera de
Phnom Penh, que por un levantamiento popular dirigido por la oposición.
El líder principal de la oposición, Sam Rainsy, quien se encuentra en
estos momentos en Estados Unidos, solicitó la víspera a las personas
descontentas con el actual Gobierno que se unan para propiciar el
cambio.
Hun Sen, uno de los mandatarios de Asia que más tiempo llevan
gobernando, dirige Camboya desde 1985, año en que se instaló al frente
del Ejecutivo con el beneplácito de Vietnam, cuyo ejército ocupó el país
seis años antes tras derrocar al Jemer Rojo.
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