Malí celebra este domingo la segunda vuelta de la elección
presidencial, en la que están en liza Ibrahim Boubacar Keita y Soumaila
Cissé, con la que se espera que el país pueda dar vuelta la página a 18
meses de crisis comenzada con un golpe de Estado en 2012, la conquista
del norte por grupos armados islamistas y una intervención armada de
Francia en su ex colonia.
La segunda vuelta de las presidenciales de domingo deberá restablecer
el orden constitucional interrumpido por el golpe de Estado militar del
22 de marzo de 2012. Este golpe precipitó la caída del norte del país a
manos de grupos islamistas armados vinculados a Al Qaida.
Los comicios oponen a dos veteranos de la vida política maliense. El
ex primer ministro Ibrahim Boucabar Keita, de 68 años, y el ex ministro
de Finanzas y ex responsable de la Unión Económica y Monetaria de África
Occidental (UEMOA) Soumaila Cissé, de 63 años, quienes llegaron en
cabeza en la primera vuelta, celebrada el 28 de julio, con el 39,79% y
19,70% de los votos, respectivamente.
Tras una muy corta campaña electoral, finalizada el viernes, los dos
candidatos se mostraron "confiados" en su victoria, pero alertaron de
posibles fraudes e irregularidades que podrían hechar sospechas sobre
los resultados.
Ibrahim Boubacar Keita, más conocido como IBK, parte como favorito en
los comicios, a los que se presenta como un "hombre fuerte de Estado",
el único capaz de enderezar Malí.
Sin embargo, Soumaila Cissé, apodado "Soumi", cuenta en gran parte
con una movilización de sus partidarios mucho más fuerte que en la
primera vuelta, quienes destacan su competencia como gestor. "La guerra
terminó, ahora hay que trabajar duro", dijo uno de ellos.
En enero de 2012 los rebeldes tuaregs del Movimiento Nacional de
Liberación de Azawad (MNLA) lanzaron una ofensiva en el norte del país, a
la que le siguió un golpe de Estado en marzo de 2012, que derrocó al
presidente Amadou Toumani Touré. La toma bajo control del norte del país
por grupos criminales y yihadistas finalizó en 2013 tras una
intervención militar internacional iniciada por Francia, aún en curso.
El conflicto provocó un éxodo masivo de la población -alrededor de
500.000 refugiados y desplazados internos- del país, que se encuentra
sumido en una recesión y donde se acentuó la pobreza.
El nuevo presidente tendrá la misión de enderezar la economía del
país y de entablar un proceso de reconciliación, en particular, con la
minoría tuareg.
El conflicto reavivó los odios entre las diferentes comunidades del
país, tuaregs y árabes por un lado, asimilados a los rebeldes y a los
yihadistas, y la mayoría negra por el otro.
Los cientos de miles de tuaregs de Malí, que cuenta con una población
total de 14 millones de habitantes, viven esencialmente en el norte
desértico que ha conocido ya varias rebeliones desde la independencia de
esta ex colonia francesa en 1960. Una parte de los tuaregs desea la
independencia o al menos la autonomía.
Dos soluciones rechazada con firmeza por IBK y "Soumi", puesto que
implicaría la partición del país. Los candidatos estiman que las
reivindicaciones de los tuaregs sobre el desarrollo de su región, que
denominan Azawad, y sobre el respeto de su identidad propia pueden
satisfacerse mediante una mayor descentralización.
Cerca de 6,9 millones de electores están llamados a las urnas el
domingo, en una segunda vuelta que contará con centenares de
observadores nacionales e internacionales. El ejército maliense, los
Cascos Azules de la Misión Multidimensional Integrada de Estabilización
de las Naciones Unidas en Malí (MINUSMA) y las tropas francesas velarán
por la seguridad de los comicios.
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