viernes, 17 de mayo de 2013

EUROPA SE ENFRENTA A LA RECESIÓN MÁS LARGA DESDE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

La zona euro, compuesta por  17 países miembros, representa el 17% del PIB mundial, y sigue siendo el eslabón más débil de la economía mundial. Su nivel de actividad está por debajo del que tenía antes de la crisis financiera de 2008. El aumento de las tensiones sociales, la parálisis política, el aumento de peso de la deuda y del desempleo, están reavivando las dudas sobre el  futuro económico de la zona.
 
Los gobiernos continúan con sus programas de austeridad, los bancos no pueden o no quieren prestar, y las deudas domésticas están pesando demasiado en muchos de estos países. Cada vez son menos los que creen en las predicciones oficiales de que el crecimiento volverá este año, a las que consideran como el triunfo de la esperanza sobre la sabiduría. 

Ayer se dio a conocer que el  Producto Interior Bruto, PIB, de la zona  cayó a una tasa anualizada del 0,9%, en los tres primeros meses del año. Es el sexto trimestre consecutivo de una recesión que comenzó a finales de 2011, y contrasta con otras economías en recuperación. El PIB de EE.UU. creció a un ritmo del 2,5% en el primer trimestre, y Japón ha dicho esta mañana que su PIB aumentó un 3,5% en el trimestre. 

A pesar de que la recesión que siguió a la quiebra de Lehman Brothers fue más profunda, la contracción actual en Europa está siendo más larga y viene a demostrar que la medicina de austeridad fiscal y las reformas llevadas a cabo no han logrado reactivar la confianza de empresas y consumidores.

El pánico creado por la deuda soberana en el periodo  2010-2012 han disminuido, en gran medida, a causa de las acciones llevadas a cabo por el Banco Central Europeo, que han consistido en bajar los tipos de interés y facilitar a los bancos abundante liquidez y, sobre todo, su compromiso para evitar el colapso de los bonos gubernamentales de la zona euro.

En conjunto, estas medidas han reducido los temores de que la zona euro se rompiera y dio lugar a fuertes recuperaciones en muchos mercados financieros europeos.

Sin embargo, los gastos financieros para las empresas en España, Italia y Portugal siguen siendo significativamente más alto que en el norte de Europa, lo que impide la inversión y la creación de empleo.

Las economías española e italiana se contrajeron  a un ritmo anualizado de alrededor del 2% en el primer trimestre, según los cálculos de JP Morgan, a partir de datos oficiales del PIB. El ritmo fue más lento que en el cuarto trimestre de 2012 para ambos países. Sin embargo, el PIB francés se contrajo a una tasa anualizada del 0,7%, bastante peor de lo que esperaban los economistas.

La economía alemana creció menos de lo esperado a  una tasa anualizada de 0,3%. Bélgica y Eslovaquia fueron los únicos países de la zona euro  que reportaron crecimientos en el trimestre.

El gasto de los consumidores alemanes aumentó, ayudado por la caída  del desempleo y el aumento de los salarios. Sin embargo, la inversión empresarial en Alemania cayó, aumentando las dudas sobre la capacidad de la economía más grande de Europa para proporcionar la demanda que se necesita con urgencia para compensar la reducción de la demanda en los países mediterráneos.

Las encuestas de opinión del mes de abril sugieren que la economía de la zona euro también podría reducirse de nuevo en el segundo trimestre.

Francia está en recesión desde finales de 2012, y aumenta la presión política sobre el presidente François Hollande, que fue elegido el año pasado con la promesa de alejarse de la austeridad y generar crecimiento.

La caída del PIB de la zona euro y la confianza empresarial es probable que aumente la presión sobre el BCE para encontrar nuevas maneras de estimular la actividad, especialmente los préstamos bancarios a las pequeñas empresas que son el pilar de las economías del sur de Europa.

El BCE redujo los tipos  de interés hace dos semanas, pero a pesar de estar bajos  y la caída de la inflación, el BCE hasta ahora se ha mostrado reticente a probar nuevas medidas de política, tales como la compra de valores respaldados por activos. 

Dicen que los países del sur de Europa todavía tienen que bajar más sus salarios y otros costes laborales, en relación a Alemania, para restaurar su competitividad. Ese proceso, que los economistas llaman "devaluación interna", es lento y agonizante en comparación con la ruta alternativa, de la que ya no disponen los países miembros de la zona euro: la devaluación de la moneda nacional.

La aceleración del crecimiento o aumento de la inflación en Alemania, facilitaría que  España, Italia y Francia pudieran recuperar la competitividad en relación con el norte de Europa.

Pero el bajo desempleo en Alemania significa que no hay presión para que  los políticos alemanes  cambien  sus políticas económicas para impulsar la demanda y la inflación, ya sea antes o después de las elecciones que celebrarán el próximo mes de septiembre

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