lunes, 22 de abril de 2013

HRW denuncia una campaña de limpieza étnica contra los rohingyas en Birmania

La organización Human Rights Watch (HRW) acusó hoy a las autoridades birmanas de llevar a cabo una "campaña de limpieza étnica" contra la comunidad musulmana rohingya, tras documentar la existencia de fosas comunes y el desplazamiento forzado de esta minoría.
"Lo que hemos grabado es que el Gobierno birmano y las fuerzas de seguridad son responsables de ataques contra los rohingyas en los que se cometieron crímenes contra la Humanidad", dijo el subdirector de HRW en Asia, Phil Robertson, en una rueda de prensa en Bangkok.

Durante la presentación del informe "Todo lo que puedes hacer es rezar: Crímenes contra la humanidad y limpieza étnica de los musulmanes rohingyas en el estado birmano de Arakan", Robertson afirmó que la violencia entre las comunidades budistas y musulmana en 2012 no fue espontánea.

Responsabilizó de los disturbios a monjes budistas y a las autoridades nacionales y locales de Arakan, un estado rebautizado oficialmente Rakhine y situado en el oeste de Birmania (Myanmar).

"Aunque se tiende a describir la violencia como algo esencialmente comunal, nuestra investigación confirma que las fuerzas del Estado estaban implicadas en la violencia", declaró el subdirector de HRW en Asia.

Las fuerzas de seguridad "destruyeron mezquitas, llevaron a cabo arrestos masivos de forma violenta y bloquearon la ayuda a los musulmanes desplazados", y en algunos "ayudaron a los grupos budistas" y en otros se mantuvieron al margen, según el informe.

La organización no gubernamental con sede en Nueva York hizo un llamamiento a la Unión Europea (UE) para que reconsidere sus planes de levantar de forma definitiva todas las sanciones contra Birmania, excepto las referidas al armamento.

"No sabemos si esto es lo que el comité del Premio Nobel esperaba cuando otorgó el galardón a la UE, pero nuestra visión es que este paso es prematuro y desafortunado", dijo el activista en todo sarcástico.

Robertson también criticó a la líder opositora y nobel de la paz, Aung San Suu Kyi, por no condenar los abusos en Rakhine y preferir "no tomar partido".

HRW consideró demasiado baja la cifra de 211 personas que, según las autoridades birmanas, murieron en los brotes de violencia de junio y octubre del año pasado entre musulmanes y budistas en Rakhine.

Otras 43 personas perdieron la vida el pasado marzo en un rebote de la violencia sectaria en la región central de Birmania (Myanmar).

El informe de HRW, que recoge más de un centenar de entrevistas, incluye pruebas de un plan para forzar a los rohingyas a abandonar del país haciendo insoportable su vida en los campos de desplazados.

Miles de rohingyas han viajado hacia Sri Lanka, India, Tailandia o Malasia en peligrosas travesías marítimas en las que desafiaban la muerte y la detención a su llegada.

Durante los disturbios en Rakhine se cavaron fosas comunes y HRW documenta cuatro, una de ellas abierta por los propios desplazados rohingyas cerca de Sittwe, la capital del estado, para enterrar 18 cadáveres de musulmanes, algunos de ellos con heridas de bala, que les entregaron soldados.

"Los soldados estaban enviado el mensaje -en línea con la política de limpieza étnica- de que los rohingyas deben abandonar el país de forma permanente", señaló la organización de derechos humanos.

Robertson alertó de que se cierne una crisis humanitaria para los más 125.000 rohingyas hacinados de forma forzosa en campos de desplazados que, en muchos casos, se inundarán cuando empiece la estación lluviosa, entre mayo y junio, porque fueron improvisados sobre arrozales.

"También se puede decir que la crisis humanitaria ya está allí y que solo va a empeorar", manifestó el activista.

La comunidad budista, mayoritaria, también sufrió la violencia y los desplazamientos, pero su situación es "notablemente mejor" y cuentan con la asistencia de las autoridades, según HRW.

Robertson manifestó que la campaña de limpieza étnica continúa en Rakhine, instó a las autoridades a frenar las detenciones masivas y pidió la creación de una comisión internacional independiente para investigar la violencia.

HRW reclamó a Birmania la revisión de las leyes que niegan la ciudadanía a los rohingyas y los clasifican de "inmigrantes bengalíes", aunque tampoco son reconocidos como nacionales en la vecina Bangladesh.

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