miércoles, 3 de octubre de 2012

“Nuestro cuerpo nos pertenece”: Salud y feminismo

Por AnRed - Saturday, Sep. 29, 2012 at 2:05 PM

Esta mañana y en coincidencia con el Día de lucha por la despenalización y legalización del aborto en América Latina y el Caribe, la legislatura de la Ciudad de Buenos Aires aprobó el proyecto de protocolo sobre aborto no punible, es decir, aquellos embarazos producto de una violación o si ponen en riesgo la vida o salud de la mujer. Aquí proponemos un recorrido por la lucha del movimiento de mujeres por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito.
A fines de la década de 1960 y comienzos de la de 1970 - en el marco de un gran ascenso en la lucha de clases a nivel mundial-, la obra de Simone de Beauvoir,"El segundo sexo" (1), fue una referencia fundamental para el surgimiento de una nueva oleada del movimiento feminista que comenzó a reflexionar, entre otras cosas, sobre la salud de las mujeres, planteando nuevas perspectivas para su análisis.

Su enfoque estuvo asociado al concepto de conocimiento y (re)apropiación del propio cuerpo -emblemático para la dominación patriarcal- dando lugar a una de las máximas feministas de fines de los 60’: "Nuestro cuerpo nos pertenece".

La crítica al control social del cuerpo de las mujeres estaba de acuerdo con una propuesta más radical que rompía con la tradición feminista anclada en la lucha por los derechos civiles (feminismo de la "primera ola"). La (re)apropiación del cuerpo implicaba poner de relieve las cuestiones del dominio privado y exponerlas para el debate público. De este modo se hacía del cuerpo un sujeto político, politizando el espacio antes asignado al mundo privado. No se trataba más de una ampliación de derechos o solamente de la conquista de derechos específicos, sino sobre todo de cuestionar profundamente el sistema de dominación patriarcal que permeaba todo el conjunto de las relaciones sociales (2).

Lo personal es político

La historiadora Ana de Miguel (3) señala: "El feminismo radical norteamericano se desarrolló entre los años 1967 y 1975, y a pesar de la rica heterogeneidad teórica y práctica de los grupos en que se organizó, parte de unos planteamientos comunes. Respecto a los fundamentos teóricos, hay que citar dos obras fundamentales: “Política sexual” de Kate Millet y “La dialéctica de la sexualidad” de Sulamith Firestone, publicadas en el año 1970. Armadas de las herramientas teóricas del marxismo, el psicoanálisis y el anticolonialismo, estas obras acuñaron conceptos fundamentales para el análisis feminista como el de patriarcado, género y casta sexual.”

Siguiendo este abordaje, el patriarcado será definido como un sistema de dominación sexual, concebido además, como el sistema básico de dominación sobre el que se fundan el resto de las dominaciones, como las de clase y etnia. El género entonces, expresa la construcción social de la feminidad y la casta sexual hace alusión a la experiencia de opresión vivida por todas las mujeres. Las feministas radicales identificaron como puntos neurálgicos de la dominación patriarcal las esferas de la vida que se consideraban "privadas". A esta corriente de pensadoras y activistas corresponde el mérito de haber revolucionado la teoría política al analizar las relaciones de poder que estructuran la familia y la sexualidad; ésta se sintetizó en el slogan que recorrió el mundo: “Lo personal es político”.

La lucha feminista se concretó en varias reivindicaciones específicas en el campo de la salud, entre ellas las del derecho a la anticoncepción y al aborto en muchos países, como se mencionó anteriormente, en la base subyacía un cuestionamiento más profundo de las relaciones sociales que no se agotaba en la adquisición de esos derechos, se trataba de rechazar la definición única del cuerpo femenino por el poder pastoral de una medicina androcéntrica, buscando la reapropiación, el aprendizaje, la autonomía y el autodominio de la salud y los cuerpos.

De este modo serán los planteos del feminismo radical los que darán lugar a la definición de salud reproductiva (concepto englobado en el de "salud de las mujeres"), la cual se encuentra ligada a la lucha por la autonomía reproductiva, condición sine qua non para su liberación de la opresión patriarcal. Esta autonomía implica la lucha por los derechos reproductivos básicos, expresados en la ruptura del mandato social de la maternidad, del ser un "cuerpo para otros".

En este sentido, Marcela Lagarde, en su obra “Los cautiverios de las mujeres”, menciona que el cuerpo se encuentra inmerso en un campo político, las relaciones de poder operan sobre él, “(…) Lo convierten en una presa inmediata, lo cercan, lo marcan, lo doman, lo someten a suplicio, lo fuerzan a unos trabajos, lo obligan a unas ceremonias, exigen de él unos signos. Este cerco político del cuerpo va unido, de acuerdo con unas relaciones complejas y recíprocas, a la utilización económica del cuerpo; el cuerpo, en una buena parte, está imbuido de relaciones de poder y de dominación, como fuerza de producción; pero en cambio su constitución como fuerza de trabajo sólo es posible si se halla prendido en un sistema de sujeción (en el que la necesidad es también un instrumento político cuidadosamente dispuesto, calculado y utilizado). El cuerpo sólo se convierte en fuerza útil cuando es cuerpo productivo y cuerpo sometido.” (4)

Cuerpo y sexualidad sobrevalorados, concebidos como objetos a disposición de los hombres y de la sociedad, son los ejes sobre los que se estructura la condición genérica y la opresión de las mujeres, que así son alienadas de su dimensión como sujetos histórico-sociales. Son los principios que las mantienen en la dependencia y también los espacios en los cuales se funda y se desarrolla la opresión que totaliza sus vidas, como grupo social e individualmente. Por esto, al luchar por la autonomía de los cuerpos, las feministas convierten esa debilidad en instrumentos y espacios de poder, a través de su politización y visibilización.

De la radicalización a la institucionalización

Estos conceptos se irán institucionalizando y progresivamente perderán sus aristas más críticas. Después de la conferencia de El Cairo en 1994, la definición de salud reproductiva pasará a ser adoptada por los organismos internacionales, sobre todo por la OMS. (5) En este sentido se realizará una amalgama entre concepciones liberales de la salud, que concibe a un "individuo libre y de derechos", con las del feminismo radical, como consecuencia de esto habrá un alejamiento de los planteos más revulsivos, postulando un concepto de salud abstracto, que neutraliza las contradicciones políticas, sociales, económicas y culturales.

Adelantándose unos años a la conferencia de El Cairo, En San José, Costa Rica, se realizó una reunión luego del V Encuentro Internacional Mujer y Salud (1987), votándose una propuesta de la Red de Salud de las Mujeres Latinoamericanas y del Caribe para instaurar un Día de Acción en torno a la Salud de las Mujeres, para visibilizar sus principales problemáticas. Allí se acordó que dicha conmemoración se realizaría cada 28 de mayo, desarrollando jornadas de acción e información. Por lo tanto, en 2012 se cumplen 25 años de campañas de activismo para promover, defender y exigir el derecho humano a la salud para todas las mujeres.

El siglo XXI nos encuentra con realidades diferentes para un movimiento feminista revitalizado con los aportes de las jóvenes generaciones que se entrelazan en los movimientos sociales, desafiando de este modo el aquietamiento de lo institucionalizado y reinterpretando, sin pedir permiso, los planteos setentistas, agregándole las reflexiones de éstas últimas décadas producto de la resistencia contra el capitalismo tardío, junto a la fusión de distintas visiones desde el eco-socialismo, los enfoques poscoloniales, queer, del feminismo popular, etc.

La crisis socio-económica y el impacto en la salud de las mujeres

El capitalismo en crisis presenta un avance en la mercantilización de todas las esferas de la vida, esto empuja a las mujeres a una mayor precarización laboral y de la vida en su conjunto, dichos fenómenos implican situaciones de vulnerabilidad social que aumentan la violencia ejercida hacia ellas, quienes terminan asumiendo además, las funciones antes cubiertas por los servicios sociales estatales en el cuidado de las personas.

Resulta preocupante el retroceso político e ideológico que se produce en épocas de crisis, en particular por la acción del patriarcado religioso, que aprovecha la coyuntura para atacar las conquistas logradas por las mujeres (un ejemplo de ello es el caso de España, cuyo gobierno comandado por el conservador Partido Popular busca barrer con el derecho al aborto en el parlamento); de este modo, vemos que se incrementa la violencia ejercida por los Estados y las instituciones, quienes en alianza con la iglesia católica y su política de control de nuestros cuerpos y nuestra sexualidad, se ensañan particularmente con todo lo que afecta a los derechos en materia de salud sexual y reproductiva.

En Argentina, el derecho al aborto sigue siendo una deuda urgente de la democracia

En nuestro país a pesar de las restricciones legales, se aborta el doble que en el resto de Latinoamérica, según un informe de Human Rights Watch publicado en 2010 (6). La ONG afirma que cada año hay entre 400.000 y 600.000 interrupciones de embarazo. Las condiciones sanitarias en las que se practica la operación suelen ser deplorables, lo cual deriva en lesiones graves y abortos sépticos que producen la muerte.

En marzo de este año, la Corte Suprema de Justicia ratificó que se debe garantizar el derecho de las mujeres violadas a abortar, instando a las autoridades nacionales y provinciales a establecer protocolos de atención de todos los casos de abortos no punibles (7) en hospitales, para que se hagan sin demoras. Además se deja bien claro que los médicos no deben solicitar ninguna autorización judicial.

Cabe señalar que este fallo no aborda el debate sobre la despenalización del aborto, cuestión que compete a los diputados; pero a pesar de ello sigue siendo objeto de resistencia por parte de gobernadores conservadores, jueces y organizaciones clericales.

De antemano sabemos que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner ya se pronunció en contra de la despenalización, entonces, para lograr el tratamiento del proyecto de ley y un dictamen favorable, dependemos no ya de la “voluntad iluminada” del poder ejecutivo, sino de la capacidad de movilización de las organizaciones de mujeres y los movimientos sociales, que actúen presionando a los bloques de legisladores, incluyendo el del FPV (oficialista) que actualmente ocupa el 54% del parlamento. Contamos con antecedentes importantes, como el debate que se logró instalar en noviembre del año pasado en relación al proyecto de la diputada Cecilia Merchán.

Que nos encontremos en una situación relativamente favorable para el tratamiento del tema en el ámbito legislativo no implica confiar pasivamente en el discurso grandilocuente que afirma encontrarnos en “un período histórico de ampliación de derechos”, cayendo así en una visión teleológica, reduccionista y falsa. Si hay una lección que aprendió el movimiento de mujeres es que las grandes conquistas se logran con la lucha y en las calles, no maniobrando en base al cálculo pragmático de los partidos gobernantes.

Además es importante no perder de vista que el Estado es el responsable principal de los cientos de muertes por abortos clandestinos, no se trata de hablar de “asignaturas pendientes”, la muerte es algo definitivo y no hay ley que tenga efecto retroactivo sobre ella, si no se evita con urgencia estamos hablando de negligencia, estamos hablando de femicidio, de una situación que se reproduce año a año, a causa de la negación sistemática de los derechos humanos de las mujeres.

Notas

(1) Simone de Beauvoir. El segundo sexo. Editorial Cátedra: 2005.

(2) Scavone L. Género y salud reproductiva en América Latina. Cartago: Libro Universitario Regional (LUR) 1999.

(3) Ana de Miguel. “Neofeminismo: los años sesenta y setenta”, publicado en Mujeres en Red: http://www.mujeresenred.net/histori... (4) Lagarde, Marcela. Los cautiverios de las mujeres: madresposas, monjas, putas, presas y locas. UNAM: 2005. (5) La Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo, CIPD (El Cairo, 1994) definirá a la salud reproductiva como: "El estado de completo bienestar físico, mental y social, en los aspectos relativos a la sexualidad y la reproducción en todas las etapas de la vida. No es por tanto una mera ausencia de enfermedades o dolencias. La salud reproductiva implica que las personas puedan tener una vida sexual segura y satisfactoria, la capacidad de tener hijos y la libertad de decidir si quieren tenerlos, cuándo y con qué frecuencia (derechos reproductivos). Tanto el hombre como la mujer tienen derecho a estar informados y tener acceso a métodos de regulación de la fertilidad seguros, eficaces y asequibles así como a disponer de servicios accesibles de planificación familiar y salud pública que permitan la adecuada asistencia profesional a la mujer embarazada y permitan que el parto se produzca de forma segura y garantice el nacimiento de hijos sanos."

(6) http://www.hrw.org/es/news/2010/08/...

(7) Los abortos no punibles, según dicta el código penal argentino, sancionado en 1921, son aquellos en los que el embarazo es producto de una violación, o si éste pone en riesgo la vida o salud de la madre.

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