viernes, 7 de septiembre de 2012

Bolivia: Lo grotesco político la ley padre tierra

Raúl Prada Alcoreza

Se ha aprobado la Ley Marco de la Madre Tierra y desarrollo sostenible, dejando de lado, con el mayor descaro, el Proyecto de la Ley Marco de la Madre Tierra consensuada con el Pacto de Unidad, puesta en agenda de la Asamblea Legislativa para su tratamiento. Este proyecto de ley se basa en el Anteproyecto de Ley de la Madre Tierra elaborada por el Pacto de Unidad durante un año. La ley aprobada por el Congreso no tiene nada que ver con la madre tierra, es una ley dedicada a garantizar el desarrollo sostenible, la economía y las inversiones. Todo esto en la perspectiva del modelo extractivista colonial del capitalismo dependiente.

Si se introducen temas como la soberanía alimentaria y se dejan artículos descriptivos relativos a la biodiversidad, agua, aire, bosques, suelos, energía, hidrocarburos y minería, se lo hace en tanto se le ha quitado todo el alcance ecologista y todo el contenido de las cosmovisiones indígenas. Es decir, se trata de artículos que ya no tienen la connotación que tenían en el Proyecto de ley consensuado y en el Anteproyecto de ley elaborado por el Pacto de Unidad.

En la ley gubernamental se introduce una definición estrambótica de la madre tierra, donde se la reduce a cenicienta del desarrollo sostenible. Es más se introduce el concepto de aprovechamiento de los recursos naturales, que había desaparecido de los textos del anteproyecto de ley del proyecto de ley consensuado, pues se llegó a la convicción en las organizaciones indígenas y campesinas de que no se puede hablar de recursos naturales cuando se habla de la madre tierra. Los recursos naturales es un concepto capitalista de explotación y dominio sobre la madre tierra.

Este tipo de distorsiones y perversiones introducidas por la ley gubernamental, que no solamente alteran el proyecto de ley consensuado, sino la cambian sustancialmente, muestran una construcción grotesca de la ley y una intervención bochornosa del Estado, del ejecutivo y de la Asamblea Legislativa. ¿Por qué mezclaron el tratamiento de la madre tierra con desarrollo sostenible? Porque no les interesa la madre tierra, lo que les interesa es los que entienden por desarrollo sostenible. Tampoco en este caso son honestos pues el desarrollo sostenible es un nombre para encubrir el proyecto efectivo optado por el gobierno, el extractivismo minero, hidrocarburífero, de los evaporíticos, del agua, de la energía.

El proyecto de ley consensuada chocaba con este proyecto efectivo, chocaba con el Código Minero y la Ley de Hidrocarburos, dispositivos legales extractivistas. Por lo tanto, las autoridades gubernamentales y los representantes que avalan el modelo extractivista no iban a permitir nunca una ley de la madre tierra, que exija la defensa y el cumplimiento de los derechos de los seres de la madre tierra, de los derechos de las naciones y pueblos indígenas originarios, los derechos a un ambiente sano y a la biodiversidad del pueblo boliviano. La razón de fondo de la aprobación de una ley estrambótica de la madre tierra y desarrollo sostenible es esta política económica extractivista, que es el programa práctico del gobierno.

Los artículos que tienen que ver con los temas institucionales, como el relativo al Ministerio de la Madre Tierra y el Consejo de la Madre Tierra, terminan como dispositivos legales insulsos, cuando precisamente los alcances de la gestión integral de la madre tierra han sido abolidos. Se trata de instituciones que llevan el nombre de la madre tierra, pero que en la práctica van a servir para legitimar la destrucción de la madre tierra, al amparar el avance del proyecto extractivista y la ampliación de la frontera agrícola. Así como ocurre con el Vice-ministerio de Descolonización y Despatriarcalización, que lleva el nombre de descolonización y despatriarcalización, empero sirve para justificar las políticas de continuidad colonial del Estado-nación restaurado y para cubrir la continuidad de la dominación masculina y el Estado patriarcal.

Estamos ante la reiteración de lo grotesco político como expresiones de las astucias, los montajes, las manipulaciones y las violencias simbólicas del campo burocrático, de los funcionarios y de los representantes, que consideran que están ahí, donde están, para cumplir órdenes como soldados, que es la figura que usan para referirse a sí mismos. Los soldados no son autónomos, obedecen, forman parte de la disciplina más acabada de la maquinaria bélica, no son pues revolucionarios, que tienen que ser autónomos y sujetos emancipados, y requieren pensar con cabeza propia, haciendo uso crítico de la razón.

Como se puede ver, tampoco los artículos relativos a las garantías de los derechos y a las penalidades de los delitos contra la madre tierra adquieren el alcance que tenían en el proyecto consensuado, pues en el bodrio de la Ley Marco de la Madre Tierra y Desarrollo Sostenible ha desaparecido la madre tierra y se ha consolidado la gestión desarrollista, economicista y de inversiones. Esta forma de elaborar la ley no es solamente un atentado contra la madre tierra sino la muestra patética de la confusión estatal, al juntar madre tierra, desarrollo sostenible, economía e inversiones.

Llama la atención que ante semejante hazaña gubernamental y asambleísta los voceros de la aprobación de la ley y seguramente de la promulgación no se ruboricen, pues hace tiempo que han perdido el sentido del pudor. La ley se la hace como conviene, no importa si se contradice abiertamente y lógicamente. Lo que importa es contar con dispositivos que viabilicen el “progreso” y el “desarrollo”, es decir, la economía basada en el extractivismo y administrada por el Estado rentista. El empleo de la fuerza de la mayoría y de la fuerza de los órganos del Estado monopolizados y controlados les basta para imponer y seguir caminando en la ruta escogida. Lo demás, que la ley sea coherente, sea legitima, desde la perspectiva de los contenidos, no importa. Esta falencia de coherencia, de lógica, de legitimidad, por ser una ley grotesca y arbitraria, será llenada por la propaganda y la publicidad.

No es pues una ley de la madre tierra, es una ley del padre tierra, una ley del Estado patriarcal, de la dominación masculina, de la explotación capitalista y de la opresión colonial. Es una ley que lleva el gesto de la prepotencia de los machos, de los grupos de poder, de los entornos cupulares, que aprecian el “progreso” y el “desarrollo” como lo hacían todas las elites criollas que gobernaron el país, composiciones de poder que desprecian a la madre tierra, que la consideran un obstáculo para el “progreso” y “desarrollo”. La ley misma es una muestra elocuente de los que son, expresa patentemente una psicología gubernamental y de los representantes, la mezcla dicotómica de distintas concepciones fragmentadas y mal elaboradas, la confusión patética de proyecciones inacabadas, que empero se reúnen en un texto y en los comportamientos, sobre todo en el habitus del campo burocrático, para servir eficientemente en la ruta restauradora, entreguista, depredadora y contaminante escogida. Estamos ante una forma política, la del populismo nacionalista revivido, en su fase tardía, que administra la transferencia de los recursos naturales a los centros del sistema-mundo capitalista, sirviendo eficientemente a la acumulación ampliada de capital.

Es imposible discutir con gente que se inviste del ropaje de héroes y luchas pasadas, sin repetir sus actos heroicos, sino más bien emularlos en la comedia grotesca de las apariencias, es imposible discutir con gente que se siente segura pues tiene a la mano el recurso de la violencia física y simbólica del Estado, sumando su control inaudito del órgano judicial supeditado y del tribunal electoral sometido. Es imposible discutir con la propaganda y publicidad que no razona ni escucha, sino que repite machacadoramente la rutina de la desinformación y de la retorica hueca. Es imposible discutir con gente que ha suplantado al proceso, hasta anularlo, que ha suplantado a los movimientos sociales, cooptando a sus organizaciones, que ha usurpado a los movientos indígenas, folclorizando al máximo los alcances de la descolonización.

La ley aprobada es una más de las leyes inconstitucionales, es una muestra más de las expresiones de lo grotesco político. Se trata de la marcha aplastante del poder, de las estructuras y relaciones del poder, totalmente vigentes. Lo que han cambiado son los actores, pero los guiones y los papeles siguen, aunque hayan cambiado los discursos. Lo dramático de todo esto es que los verdugos ahora hablan el leguaje de sus víctimas, los seres de la madre tierra, las naciones y pueblos indígenas originarios y el pueblo boliviano.



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