Unos 300.000 refugiados malíes se hallan en situación dramática por la falta de agua. Naciones Unidas ha levantado repetidas veces la voz de alarma ante la crisis humanitaria que ha generado el conflicto armado en Malí. Varios cientos de miles de personas se han visto desplazados de su lugar de residencia por los enfrentamientos en el norte del país.
El portavoz del Alto Comicionado de Naciones Unidas para los refugiados (ACNUR), Andrei Mahecic, ha recordado que de los fondos solicitados en los úlimos seis meses para hacer frente a esa emergencia, unos 153 millones de dólares, solo se ha recibido el 13 por ciento. «Nuestros esfuerzos se están viendo amenazados por una terrible falta de recursos económicos», ha dicho este viernes en Ginebra.
Los estánderes mínimos no se alcanzan en esta población en algo tan esencial como el agua, el saneamiento, la vivienda o la educación, según Mahecic. En todo caso, lo más «dramático» es la falta de agua.
Al conflicto armado que ha desplazado a la autoridad de Bamako del norte del país, controlado ahora por grupos yihadistas e independentistas tuareg, hay que unir la ya débil situación en la que vivía una parte importante de los habitantes, sacudidos por la hambruna y la sequía. Llueve por tanto sobre mojado en esta parte del Sahel.
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