miércoles, 14 de marzo de 2012

Nelson Mandela en Lima


Wilfredo Ardito Vega
Catedrático universitario. Activista de derechos humanos. Master en Derecho Internacional de los DH y Doctor en Derecho.
Adital

"Después de escalar una gran colina, uno se encuentra sólo con que hay muchas más colinas que escalar”.

Este es uno de los pensamientos de Nelson Mandela que aparece al lado de su estatua ubicada en Lima… una estatua cuya existencia muchos limeños ignoran. Tampoco saben que esta escultura tiene su origen en algo muy común entre los peruanos: el consumo de cerveza.

Hace algunos años, quienes formábamos la Mesa contra el Racismo de la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos, entregábamos cada 21 de marzo un antipremio simbólico a aquella entidad que más había "contribuido” con la discriminación en el Perú. Ganaron este antipremio la Policía Nacional, Frecuencia Latina (por La Paisana Jacinta y el Negro Mama), leche Gloria y en el año 2006 le tocó el turno a la empresa Backus, en cuyos comerciales de aquel entonces siempre aparecían chicas blancas y rubias como recompensa para quienes bebían Cristal.

Para la ceremonia de entrega del premio, un grupo de antirracistas nos dirigimos a la casona de Backus en San Isidro, en la avenida Pardo y Aliaga, con una banderola donde aparecía una botella de Cristal con la condecoración "AL MÁS DISCRIMINADOR”. Igualmente entregamos una carta donde explicábamos que la publicidad de Backus era racista y machista y tenía las adhesiones de muchas personas.

A los pocos días, recibí una carta de Robert Priday, el responsable de la cervecera sudafricana Miller, que había comprado semanas antes a Backus. Priday recalcaba que su empresa "quería un Perú unido”, que plantearía un código de conducta para su publicidad (RP 103). Seis años después, es muy visible el cambio de enfoque publicitario. Por ejemplo, este año han aparecido diversos comerciales veraniegos, ambientados en Chiclayo, Huancayo y Tarapoto, enfatizando que en el Perú existen muchas formas de vivir el verano y no solamente como se vive en Lima (aquí el comercial de Huancayo: http://www.youtube.com/watch?v=vfD2MEL9ZzU ).

Parece ser que su experiencia sudafricana motivó a Priday a promover un impacto mayor en la sociedad peruana y por esta razón decidió que Backus financiara la escultura de bronce de Mandela. La obra, elaborada por el artista cajamarquino Humberto Hoyos fue inaugurada en el 2010 en pleno centro financiero de San Isidro. Acudir a ella permite a todos los que luchamos contra el racismo en el Perú reflexionar y sentir mucho aliento respecto a la posibilidad de cambiar las cosas.

Personalmente, yo admiro a Mandela no solamente por su coraje para llevar a cabo una lucha pacífica contra el oprobioso sistema del apartheid, sino también por lo que ocurrió después, cuando alcanzó la presidencia de su país, porque logró que su mensaje de tolerancia llegara a una sociedad atravesada por la desconfianza y el odio. De esta manera, logró promover una reconciliación nacional, pese a que muchos vaticinaban que Sudáfrica terminaría envuelta en una guerra civil. En la película Invictus, de Clint Eastwood, se recalca su posición de que la lucha contra el racismo no debía ser percibida en términos de revancha u hostilidad hacia los blancos, ni siquiera en aspectos simbólicos.

Mi impresión es que en el Perú todavía no hemos comenzado el proceso de reconciliación respecto a las heridas causadas por el racismo, por la simple razón que muchas personas todavía niegan que este problema existe.

Además, debido a que el racismo no se ha traducido en segregación legal, con frecuencia los peruanos queremos creer que predomina la discriminación por motivos económicos. Es más aceptable creer esto, porque teóricamente uno puede enfrentar la discriminación en base al trabajo o la educación. En cambio, reconocer que existe el racismo implica aceptar algo mucho más profundo, que hemos sufrido o practicado… y que lo mismo ha ocurrido con nuestros seres queridos.

Ocasionalmente, los medios de comunicación peruanos muestran indignados algún caso aislado de racismo, olvidando que éste aparece en la misma publicidad que los medios muestran, en la pobreza que atraviesa la mayoría indígena y en el menosprecio a sus productos culturales como el idioma. Por ejemplo, en Sudáfrica, a mí me sorprendía ver revistas del estilo Caretas o Cosmopolitan en zulú o xhosa (el idioma de Mandela).

Para enfrentar el racismo no basta que el presidente sea andino o mestizo, sino que promueva políticas efectivas para enfrentar las brechas raciales. Por ejemplo, pese a sus rasgos andinos, Toledo hizo muy poco por los campesinos andinos, los indígenas amazónicos o los afroperuanos. En cuanto a Humala, a casi nueve meses en el poder, los avances en la inclusión social no aparecen complementados por ningún esfuerzo explícito por erradicar el racismo de nuestra sociedad.

Un proceso de reconciliación, sin embargo, no solamente debe provenir del Estado, sino de toda la sociedad. ¿Estaremos dispuestos a pedir perdón todos los que hemos sido racistas? Y si esto ocurriera, ¿estaríamos dispuestos a perdonar los que hemos sufrido por ello?

Como parte de los actos por el Día contra la Discriminación Racial, invitamos a todos los antirracistas a participar este sábado 17 de marzo en un homenaje simbólico a Mandela, tomándonos fotos con su monumento y reflexionando sobre cómo podemos trasladar su mensaje a nuestro país.


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