El mitin de Villepinte, en la periferia norte de París, ha sido el gran aldabonazo de una semana de campaña con la que el candidato presidente espera cambiar el rumbo de los sondeos. El lunes pasado, Sarkozy comenzó anunciando su retirada de la política si fuese derrotado en las elecciones presidenciales del 22 de abril y el 6 de mayo próximo. Y ha terminado la semana a paso de carga, muy combativo, ante más de 50.000 simpatizantes que gritaban a coro: «¡Sarkozy presidente! ¡Nicolas, te necesitamos!».
Desde las 11 de la mañana hasta las 3 de la tarde, toda la élite política de centro y derecha, acompañada de muchas personalidades del arte y la cultura, como Gerard Depardieu y Jean d'Ormesson, comenzó por presentarse unida ante el candidato presidente, que culminó el gran mitin con una intervención de poco menos de una hora, presentando todos los problemas de Francia y Europa íntimamente unidos.
«Sin las intervenciones de Francia», el euro quizá no habría sobrevivido comenzó afirmando François Fillon, primer ministro, para dar la palabra a un Sarkozy muy combativo, que decidió relanzar su campaña desde dos frentes, íntimamente unidos: inmigración y Europa.
Inmigración, problema francés, problema europeo, que Sarkozy resumió de este modo: JSe trata de un problema de gravedad creciente. Ningún Estado puede resolverlo solo. Europa debe actuar de manera más enérgica. Los acuerdos de Schengen deben ser revisados. La gestión de los flujos migratorios no puede quedar en manos de tecnócratas. Es necesario sancionar a los Estados que no cumplan la disciplina común de vigilar fronteras. Si Europa no actúa en ese terreno, Francia suspenderá su participación en los acuerdos de Schengen, hasta que se negocie un nuevo tratado».
«Si Francia no hubiese luchado con firmeza, junto a Alemania, Europa estaría deshilachada»
Ante las decenas de millares de simpatizantes que entrecortaban su discurso, leído, repitiendo una y otra vez «¡Sarkozy presidente, Sarkozy presidente!», el presidente candidato desmenuzó uno tras otro todos los problemas nacionales y europeos más candentes, sentenciando: «Si Francia no hubiese luchado con firmeza, junto a Alemania, Europa estaría hoy deshilachada».
A partir de ahí, Sarkozy pide algo muy parecido a una «preferencia europea» en materia comercial, muy semejante a la «Buy American Act», apoyando, de manera previsiblemente fiscal, a las empresas que decida producir en Europa, sin deslocalizar más allá de las fronteras europeas. Tras el elogio de la cooperación europea, Sarkozy volvió al «ataque» en el terreno nacional, presentándose como candidato reformista que recurrirá al referéndum nacional, en el futuro, cuando los sindicatos u «otros cuerpos intermedios» obstaculicen reformas de fondo, que siguen siendo imprescindibles.
Sarkozy espera que el gran mitin de Villepinte de un nuevo impulso a su campaña, a poco más de cuarenta días de la primera vuelta electoral, con los sondeos siempre favorables para su rival socialista, François Hollande.
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