La nueva Directora de Gestión Corporativa de la Secretaría de Integración de Bogotá jamás habla de su pasado masculino. En la cédula aparece con su nuevo nombre de mujer: Tatiana Piñeros Laverde. Foto: ImagenReina/12.
Entre los funcionarios de confianza del alcalde Gustavo Petro se encuentra una transexual que estudió Contaduría y dirigió una agencia de publicidad de Bogotá. Tatiana Piñeros, quien asumió uno de los cargos más importantes de la Secretaría de Integración, se viste de mujer desde hace cuatro años. Su reto: acabar con el estereotipo que se tiene de las travestis y transgeneristas en la sociedad colombiana.
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“Un momento y le paso a la doctora Tatiana Piñeros. Está ocupada porque se encuentra en la etapa de empalme”, dice la asistente del despacho de la Dirección de Gestión Corporativa de la Secretaría de Integración de Bogotá. La empleada pública jamás había tenido como jefe a uno de los miembros de la comunidad LGBT, pero desde el primer día le dio el mismo trato formal y respetuoso que tuvieron los antiguos directores de este despacho.
Con la designación de la contadora pública Tatiana Piñeros Laverde, un transexual de 34 años que solo hasta hace cuatro decidió vestirse de mujer, el gobierno de Gustavo Petro siguió la línea de tolerancia de sus antecesores, quienes nombraron a la lesbiana Blanca Inés Durán en la Alcaldía de Chapinero. El caso de Piñeros Laverde llamó la atención de las ONG internacionales que promueven los derechos de las minorías sexuales. En Chile, por ejemplo, uno de los portavoces de estos organismos reclamó a sus gobiernos locales “la necesidad de tener a una ‘Tatiana’ en un cargo público”. Sin embargo, para que la joven trans llegara a la poltrona de este cargo distrital debió enfrentarse a un proceso de discriminación e intolerancia. Muchos creían que no tenía la preparación para un puesto directivo.
Doctora Tatiana, ¿cómo se llamaba antes?
-Lo que importa es que ahora me llamo Tatiana. No desecho mi pasado porque gracias a mi experiencia tengo el cargo público al que llegué.
¿Tiene plena conciencia de que jamás regresará a los pantalones de un hombre?
-No considero la posibilidad de bajarme de los tacones. Soy feliz y tranquila por asumirme como mujer. No me hace daño ser trans, lo que me hace daño es la sociedad que no acepta las diferencias en las personas.
Para usted, ¿qué es lo peor de ser hombre?
-La manera de expresar el afecto. Hay hombres que quieren estrecharle un abrazo a otro hombre, pero no se atreven porque temen que los tilden de gays. Les da miedo decirle a los amigos “te amo”.
¿Y lo peor de ser mujer?
-Debo reconocer que la lucha para abrirse paso en la igualdad ha sido larga. Hay machistas que piensan que las mujeres son inferiores. La inequidad se nota en los sueldos que son más bajos para nosotras.
¿Cómo ‘construyó’ a Tatiana? ¿Se inspiró en una mujer en especial?
-Pensaba tener un estilo único, pero debo admitir que quería ser como mi mamá. Y no es que buscara apropiar su estética. Yo solo quería ser esa mujer amorosa, tranquila y de un genio muy estable. Ella trabajó a la par de mi papá, y hasta el doble, porque debía velar por el hogar. Nos protegía sin llegar a la sobreprotección.
Tatiana, de 34 años, ‘nació’ hace cuatro. ¿Por qué no lo hizo antes?
-En esa época traté de incorporarme a la sociedad como otra mujer biológica. En mi trabajo en una agencia de publicidad entré como ‘el gerente’ y salí siendo ‘la gerenta’. Di ese paso porque mostré resultados con cifras y hechos. Hice en seis meses lo que no se había hecho en años. Con esos logros decidí vivir como cualquier otra mujer.
¿Cómo la acepta su familia? ¿Lo hacen de la mano de un profesional?
-Me gané una posición como persona centrada, juiciosa y estudiosa. Les dije que no era un juego y que ese deseo de ser mujer había estado desde siempre. Era el único camino que tenía para ser feliz.
¿Contribuyó a que usted no era la transexual que sale desnuda y embriagada en los desfiles de la diversidad?
-Esa actitud provocadora me chocaba antes. Con esas actitudes creía que la gente iba a decir “todas las travestis son iguales”. Pensaba que como yo hacía parte de la comunidad, me iban a meter en la misma colada. Pero no hay que juzgar porque eso tiene un trasfondo. Ellas han cargado el peso de la violencia, el maltrato y la intolerancia.
Entonces, ¿su vida ha sido más fácil?
-Totalmente. He sufrido de discriminación, pero nada comparable con la de otras mujeres transgénero que no han tenido el apoyo de la familia o no han podido preparase académicamente.
¿Le gustaría adoptar un niño?
-Total. La sociedad debe ser consecuente con la igualdad constitucional. No hay nada malo en que dos personas del mismo sexo velen por un niño para darle amor y educación. El concepto de familia no es el tradicional del hombre con la mujer.
¿Qué le dice al procurador Alejandro Ordóñez, que piensa todo lo contrario? -
Al Procurador lo veo como una persona que no independiza su función pública de sus creencias. Si él dice que defiende la Constitución, entonces debe respetar la igualdad. Siempre he pensado que en la Procuraduría no lidera la figura del Procurador, sino Ordóñez. No priman las leyes, sino lo que él piensa y siente.
Petro, quien la nombró, parece más liberal que el Procurador…
-Él entiende la diversidad no solo desde el punto de vista sexual. Nadie es igual a nadie, así sea entre los heterosexuales.
¿Qué piensa del presidente de la Difútbol, Álvaro González, quien aseguró que el homosexualismo es una enfermedad?
-Muestra una intolerancia y una ignorancia mayor. Parece que llegó de Marte ayer. La ciencia desvirtuó la creencia de que el homosexualismo es una enfermedad.
Tiene novio. ¿Cómo proyecta la relación con su pareja?
-Quiero proyectarme trabajando cada uno en su profesión, amándonos y cuidándonos. Quiero viajar y tener mi casa para estar con él.
Pocos son como su novio. Todavía hay discriminación…
-Claro. Una vez pasé las pruebas sicotécnicas para un trabajo de contadora, hice el papeleo para el contrato laboral, pero finalmente no me lo dieron porque en mi cédula decía Tatiana, y la casilla del sexo tenía la letra ‘m’, de masculino.
En la Secretaría de Integración su reto es más grande que el de cualquier mujer…
-Tengo un doble reto. De mi buena gestión depende la imagen del resto de la comunidad LGBT. Y es que si un hombre roba, nadie dice que todos los hombres son ladrones. En cambio con las minorías sexuales, la gente si diría que todos los transexuales son iguales.
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