viernes, 3 de febrero de 2012

Perpetuando el poder: una respuesta


La académica Adriana Ortiz Ortega reflexiona sobre el papel del movimiento feminista en el contexto de los acuerdos globales como los Objetivos de Desarrollo del Milenio, que parecen haber influido en las demandas de la sociedad civil organizada en materia de derechos sexuales y reproductivos.

Por Adriana Ortiz Ortega

Asesora académica, Universidad Nacional Autónoma de México, Secretaría General

(Traducción del artículo “Perpetuating power: a response”, publicado en Reproductive Health Matters, Noviembre de 2011)

El documento de Berit Austveg(1) explora las dimensiones de poder que se revelan en dos enfoques principales de derechos humanos: las nociones feministas de los derechos sexuales y reproductivos frente a postulados en los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM). Esta divergencia requiere una exploración de quienes fueron los actores que reemplazaron los acuerdos sobre el programa mundial de desarrollo alcanzados en la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo (CIPD) de El Cairo, en 1994 y en la Cuarta Conferencia Mundial de las Naciones Unidas sobre la Mujer de Beijing, en 1995 con los ODM, así como una exploración de los procesos que dieron forma y afectaron el ejercicio del poder, que pudieron dar paso a un cambio tan radical.

Es en este contexto en que el gana relevancia y adquiere sentido el nuevo llamado de las activistas feministas para la implementación de acciones estratégicas previstas en el Programa de Acción de El Cairo y la Plataforma de Acción de Beijing. Refiriéndose específicamente a la mortalidad materna, nos encontramos con que éste se ha convertido en un problema delicado, en que las muertes por complicaciones de un aborto inseguro, aparentemente se han reducido en la medición de mortalidad materna, o que al menos la mención de estas y la atención hacia ellas se ha reducido.
Un poco de historia

El Programa de Acción de El Cairo y la Plataforma de Acción de Beijing contienen las recomendaciones acordadas por consenso en las conferencias de 1994 y 1995 respectivamente, lo que marcó un hito para el movimiento internacional para la salud de las mujeres, ya que contiene una visión integral, holística y transformadora para el futuro, desarrollada a través del diálogo internacional y suscrita por casi todos los gobiernos del mundo. Como Naila Kabeer, escribió acerca de Beijing en 2005:

“[Beijing]… no fue otra conferencia más de la ONU… Fue una conferencia que representó a un movimiento internacional cuyos miembros estaban presentes, no sólo en el Foro de ONGs celebrado paralelamente a la conferencia oficial, que buscaban activamente la influencia sobre ella, y que también jugó un papel activo dentro de la propia conferencia oficial, como representantes de la sociedad civil en las delegaciones gubernamentales y que, en ocasiones, actuaban como los propios delegados del gobierno. La conferencia tampoco puede ser considerada como un hecho aislado. Fue un momento dentro de un proceso que comenzó más de dos décadas atrás, cuando los partidarios de las Mujeres en Desarrollo habían sido capaces de convencer a la ONU para que se declarase 1975 como el Año Internacional de la Mujer, y luego a declarar los años de 1975 a 1985 como la Primera Década Internacional de las Mujeres. En un sentido, Beijing representó la culminación de este proceso, que había comenzado hacía tantos años. Sin embargo, en otro sentido, la Plataforma de Acción con la que concluyó representó otro momento en ese proceso, el comienzo de una nueva etapa en la historia del movimiento internacional de la mujer y sus intentos para influir en el curso del desarrollo”.(2)

De forma sintomática, sin embargo, ese mismo año, se habían iniciado varias reuniones internacionales en las Naciones Unidas (ONU) para crear una dirección diferente para el desarrollo, influenciada sobre todo por consideraciones financieras. Esas reuniones, a las que asistieron los líderes de desarrollo superior, comenzaron en 1995 y duraron hasta el 2000. Obtuvieron una gran atención mediática cuando se hizo evidente que habrían de culminar en una nueva agenda para el desarrollo, algo que no había ocurrido en anteriores reuniones de la ONU. Fue durante una Reunión para el Amanecer del Nuevo Milenio que la Declaración del Milenio fue aprobada por la Asamblea General de la ONU. Aunque las 12 esferas de Interés de la Plataforma de Acción de Beijing se integraron dentro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, se hizo de una manera que redujo su postura crítica y dejó a un lado el enfoque holístico de la Plataforma de Acción(2). Sin duda, los elementos esenciales de la agenda de género se mantuvieron y se establecieron la igualdad de derechos y oportunidades entre mujeres y hombres, y su libertad para evitar el hambre y el temor a la violencia, la opresión y la injusticia. Sin embargo, los objetivos estratégicos y las acciones de Beijing se transformaron en recomendaciones secundarias dentro de las seis Metas de Desarrollo del Milenio. Por otra parte, una constelación de actores y un papel menos importante en la actuación de las feministas llevaron, por ejemplo, a la representación técnica de la reducción de la mortalidad materna sólo a través del indicador indirecto de “partos atendidos por personal calificado”.(1)

El resultado fue que se perdieron más de dos décadas de discusión mundial entre las mujeres y la fertilización cruzada combinada del diálogo feminista con las ONG, partidos políticos, instituciones internacionales y gobiernos. Aún no se han escrito los relatos históricos de cómo sucedió esto, sin embargo, los pocos artículos sobre la materia establecen que los ODM redujeron la visión y las aspiraciones del movimiento feminista hacia una serie de objetivos estrechos y técnicamente concebidos.(1,3,4) Además, la adopción de los ODM marcó un cambio en los recursos y las prioridades desde la sociedad civil hacia el desarrollo de políticas por parte de los gobiernos, lo que ha erosionó la perspectiva holística de los derechos humanos adoptada en las conferencias de El Cairo y Beijing y en la Conferencia Mundial sobre Derechos Humanos (Viena, 1993).(3) Por lo tanto, la capacidad de los actores en la sociedad civil para exigir a los gobiernos responsables sobre las promesas hechas se vio reducida a meros intentos para lograr influir desde el exterior -como antes del Cairo y Beijing- perdiendo el espacio de interacción y reduciendo la capacidad de los partidarios del movimiento de mujeres para imponer condiciones sobre los términos en que los gobiernos se convierten en receptores de fondos externos.

Un elemento clave en este proceso, que merece especial atención, es que el cambio de prioridades y el contenido de la agenda de desarrollo surgieron sólo después de una interacción limitada entre los gobiernos, la sociedad civil y los organismos internacionales. No fue sólo que los partidarios del movimiento de mujeres fueran apartados. También fue que la agenda global -que cubre temas que van desde la población y el desarrollo sustentable hasta los derechos humanos y de género- fue adoptada por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. Este nuevo liderazgo diluyó el enfoque multilateral hacia los problemas mundiales y privilegió una visión corporativa. Este “golpe” fue un subproducto de la consolidación del poder de estos nuevos actores, que reafirmaron su liderazgo a expensas de las Naciones Unidas, el organismo anteriormente responsable del gobierno mundial. En este nuevo escenario, las políticas públicas se transforman en servicios para los “consumidores” o “clientes” -en oposición a las políticas “para” los ciudadanos– siendo entregadas a empresas privadas para ofrecer servicios, en lugar de continuar siendo las funciones del Estado.

Algunos sostienen que en este proceso, el gobierno se ha convertido en el eslabón perdido dentro de la agenda del desarrollo(5). En este nuevo escenario global, los gobiernos del Sur se hallan en una posición frágil, apoyándose a menudo en fondos externos para dar cumplimiento a la agenda de los ODM, especialmente en lugares donde hay guerra, conflictos y un aumento de violencia social.

El escepticismo acerca de este proceso ha llevado a algunos autores a afirmar que, si bien los ODM son promovidos por la ONU como el resultado de un consenso mundial, de hecho se utilizó un enfoque de arriba hacia abajo, lo que representa una especie de privatización de la agenda global(6). Si esta observación es cierta, es quizás una de las razones por las que se sustituyó el anterior consenso, logrado en conjunto con la sociedad civil, no sólo con objetivos diferentes, sino también con otras estrategias y mecanismos(5).

En cualquier caso, los ODM representan un enfoque menos crítico para el desarrollo en un mundo cambiante donde, al mismo tiempo se producían eventos como la caída del Muro de Berlín y el fin de la Guerra Fría, también disminuyeron de los fondos para el desarrollo a través de la cooperación bilateral. En este contexto, los patrocinadores han privilegiado la canalización de fondos a través de los gobiernos. Y como se dijo antes, el aspecto más problemático del cambio de agenda ha sido el decremento de la inclusión de la sociedad civil en la toma de decisiones, una fuente clave de influencia dirigida al cambio de la mentalidad, por ejemplo, en relación a la necesidad del aborto legal y seguro, un tema sobre el que pocos gobiernos se sienten capaces de actuar de manera favorable para las mujeres.

Un efecto perverso de este proceso no solo ha sido una mayor limitación de los recursos disponibles para aplicar la Plataforma de Acción, sino la condicionalidad sobre los recursos disponibles para las ONGs, instancias que han vuelto a ser reducidas a la condición de observadores. Como Austveg explica:

“La influencia del poder ha sido cada vez más ignorada en la agenda de los ODM, con el efecto que las actuales estructuras de poder, que crean obstáculos para el cambio real, no han sido realmente puestas a prueba.”(1)

En medio de circunstancias adversas, las feministas han respondido mediante su participación en múltiples estrategias. En primer lugar, se han enfocado a entablar un diálogo con las agencias de la ONU a fin de no perder la oportunidad de influir sobre los ODM. La consternación original con que los ODM fueron recibidos por los grupos de mujeres en diferentes partes del mundo ha dado paso a una creciente conciencia de que el cambio de escenario ha obligado a las mujeres a prestar mayor atención a la macroeconomía; por ejemplo, el entendimiento de que un mayor acceso a la educación por parte de las niñas no se traduce necesariamente en un empleo seguro y bien remunerado para las mujeres. Y, que alcanzar una masa crítica de mujeres dentro del mercado laboral no se traduce necesariamente en el acceso a cargos políticos o puestos de decisión en el ámbito privado o público.

En segundo lugar, las feministas han realizado esfuerzos sostenidos para seguir haciendo visible la importancia de las recomendaciones de las conferencias de El Cairo y Beijing. Este hecho se reflejaba en las reuniones mundiales y regionales posteriores a la CIPD +5 (1999), Beijing +5 (2000), la CIPD + 10 y la Asamblea Mundial de Salud de 2004, y de Beijing +10 en el 2005, durante las cuales todos los líderes reafirmaron su compromiso con los acuerdos tomados. El seguimiento de la CIPD es importante ya en que su Programa de Acción se pide el fortalecimiento de la capacidad de los sistemas de salud, las reformas legislativas, de supervisión y evaluación de políticas e implementación de programas, así como la movilización de voluntad política en favor de la salud sexual y reproductiva dentro de un marco de derechos humanos.(8)

En tercer lugar, las feministas han trabajado en la promoción y demostración de casos de éxito a nivel local y nacional en las intervenciones de salud reproductiva; lo que se ha llevado a cabo en Nigeria en términos de promoción de educación de las niñas como medio para mejorar la salud sexual y reproductiva se destaca como un ejemplo de este tipo de intervenciones.(9) La Iniciativa de “Poder de las Niñas” se inició en el sureste de Nigeria, y se ha convertido en una organización reconocida internacionalmente que desarrolla un programa integral de educación y capacitación, así como para actividades de cabildeo, para la igualdad de género en cuatro estados de Nigeria. En un contexto donde la mutilación genital femenina es común, ofrecer información sobre la salud y los derechos es muy importante. Esta acción ha sido notable para la creación de un diálogo inter-generacional que ha ayudado a las niñas a desarrollar habilidades para protegerse a sí mismas y para desafiar las profundas desigualdades existentes. Asimismo, en Asia, ARROW ha desarrollado modelos de intervención que han permitido A LAS ONGs influir sobre las políticas estatales en materia de educación y derechos sexuales y reproductivos.

Cada una de estas expresiones de compromiso feminista ilustra cómo las feministas han mantenido su compromiso de asegurar que los acuerdos de El Cairo y Beijing mantengan su influencia decisiva. Quince años después, es posible afirmar que aunque los esfuerzos feministas no han sido capaces de hacer que el programa de salud reproductiva sea dejado de lado, también es cierto que en los Objetivos de Desarrollo del Milenio de las metas de igualdad de género y empoderamiento de las mujeres están presentes y que la eliminación de la desigualdad de género sigue siendo un objetivo. Sin embargo, en el caso de la mortalidad materna, la meta establecida en el ODM 5 tiene un alcance mucho más limitado, ya que se asocia solamente con la medición de la capacidad de los servicios de atención primaria, en lugar de el compromiso para otorgar servicios integrados de salud sexual y reproductiva, incluyendo el aborto, que las mujeres necesitan, incluso en todos los años en que no están embarazadas.

En este contexto, parece oportuno hacer que el caso sea examinado para su análisis político y para la revisión constante de estrategias, no sólo debido al cambio de escenario y de que el riesgo de que el tema de género sea ignorado, sino también por las decisiones macroeconómicas y financieras neoliberales y las nuevas permutaciones en la relación entre el conservadurismo y desarrollo empresarial. En pocas palabras, las nuevas formas de liderazgo conservador también desgastan los logros alcanzados a través de las alianzas progresistas entre el Norte y el Sur manifiestas durante las conferencias de El Cairo y Beijing. Como establece Barton sobre lo que ocurrió en Beijing:

“Los grupos morales conservadores que se oponen a la agenda de los derechos de las mujeres han intentado sistemáticamente emerger como campeones del “Sur”, incluyendo al Vaticano y a un pequeño grupo de naciones del sur. Esto ha creado una profunda brecha en las negociaciones de la ONU entre los países del Norte que argumentan a favor de una definición limitada de los “derechos de la mujer”, al tiempo que se fortalece el dominio neoliberal en el sur, y a que algunas naciones del sur socaven los derechos de las mujeres “, mientras van dirigiendo la batalla contra el control económico del Norte”(4).

Barton se refería específicamente a las formas en que la administración Bush abordó el tema de los derechos de las mujeres, y a pesar que un escenario diferente se ha abierto con la administración Obama, persiste la influencia de coaliciones conservadoras. De este modo, aún se requiere un examen continuo de la reconfiguración de las alianzas entre las fuerzas implicadas y la naturaleza de la reacción subsecuente, en donde la oposición religiosa y el fundamentalismo merecen una atención especial. De acuerdo con Antrobus, son cuatro tendencias las que han cambiado el contexto de la organización de las mujeres en los últimos 12 años: la difusión de la política neo-conservadora, la propagación del fundamentalismo religioso, la “guerra contra el terrorismo” de Bush y – en el lado positivo – la aparición de una ampliación del movimiento social transnacional contra la propagación de una globalización neoliberal.(10)

El creciente número de espacios en los que la transnacionalización del activismo feminista se está llevando a cabo ha sido reconocido como un importante sitio de resistencia. En estos espacios, la discusión se refiere tanto a la necesidad de una comprensión conceptual de la subordinación de género y las diferentes formas que toma, y a la multiplicación de los espacios de lucha. La obra incluye la creación de movimientos, debate y reflexión. Algunos ejemplos son los Diálogos Feministas, las conferencias AWID, el Grupo de Trabajo Feminista del Movimiento Mundial contra la Pobreza, y la Cuenta Atrás hacia el 2015. * Estos esfuerzos se enfocan en crear redes para explorar y monitorear la formulación de políticas, preservar los logros y contrarrestar los efectos de los retrocesos cuando se produzcan. Después de 15 años de compromiso feminista en la construcción de capacidades para influir en las decisiones, y de participar mano a mano con los gobiernos y organismos internacionales, los partidarios feministas están reconociendo cada vez más que:

“[Su] compromisos con los “grandes” movimientos sociales y campañas mundiales ofrecen a al movimiento feminista oportunidades únicas para la negociación y la reforma de los contratos sociales en torno a unidades políticas y a las nuevas formas de política democrática de masas”.(10)

Como parte de estas tareas, las feministas han ampliado su comprensión conceptual de las conexiones entre los derechos sexuales y violencia, la guerra y las reformas legales. Al mismo tiempo, han hecho frente a las tensiones que surgen de los esfuerzos para la construcción de una agenda común, respetando la pluralidad, las subjetividades diferentes y diversificando las prioridades políticas(4). Por ejemplo, cerrar la brecha entre la justicia de género y la justicia económica ha requerido de un diálogo que tiene que traducirse en estrategias y acciones.

Dada la escasez de recursos, los movimientos feministas, los activistas en pro de los derechos humanos y los que abordan temas de sexualidad y VIH/sida están llevando a cabo una planificación estratégica sobre cómo alcanzar sus metas y objetivos, al tiempo que hacen frente a los recortes presupuestales, el conservadurismo y el debilitamiento de la antes fuerte coalición Norte – Sur, creada en El Cairo y Beijing, durante la década de 1990. Sin embargo, no hay duda sobre la pertinencia de estas agendas, como se hace evidente por los altos costos de los problemas de salud sexual y reproductiva.

Para dar importancia a los esfuerzos descritos anteriormente, es importante recordar que el Programa de Acción de la CIPD fue el resultado de una negociación frágil entre diferentes grupos de mujeres de diversos sectores, gobiernos e instituciones internacionales(12), y que la relevancia de la Plataforma de Acción de Beijing para la salud y los derechos reproductivos sigue vigente. De hecho, los temas que dominan la agenda no han cambiado mucho, pero se han ampliado, y algunos grupos feministas y de derechos humanos han luchado por la inclusión de las consecuencias mundiales de la violencia contra las mujeres; el reconocimiento de los derechos sexuales y reproductivos; y la atención a las desigualdades de género en el contexto de la pobreza, así como las estructuras que generan la desigualdad. Sin embargo, las dificultades que enfrentan las feministas no se limitan a una expansión de este nuevo y limitado enfoque de desarrollo, sino más a bien las tensiones que la globalización y el conservadurismo han impuesto en la ya de por sí exigente agenda para los derechos sexuales y reproductivos, además a la intención de hacer espacio para la inclusión de la violencia y los temas de medio ambiente.

En este contexto, si las feministas van a participar en una reforma política para la agenda de salud sexual y reproductiva, continúa como tema inicial en la lista generar un amplio debate sobre cómo construir una agenda de desarrollo centrado en las personas, así como establecer mecanismos de búsqueda y estrategias para la reconstrucción de la gobernabilidad a partir de una perspectiva feminista. Esta tarea requiere un compromiso continuo en el descubrimiento de la ideología subyacente de la actual agenda para el desarrollo y su estrecha visión de la democracia. Cuestionar el actual comercio mundial, los regímenes de financiamiento y la dirección de la política mundial actual, es un ejercicio al que los distintos grupos feministas están dedicando energía. Entre los desafíos está la necesidad de “de-construir”, por así decirlo, los discursos tecnocráticos.
Conclusiones

Por todas las razones antes mencionadas, las feministas necesitan, más que nunca, realizar las siguientes acciones:

* Identificar y volver a identificar a aquellos que detentan el poder y los discursos que utilizan para justificar el poder, así como las conexiones, separaciones, transformaciones y fisuras que existentes entre ellos, y

* Analizar cómo se las han arreglado para modificar las formas del escenario internacional, y en algunos casos, impedir el progreso mediante la inserción de nuevas (o viejas) ideas.

Con este entendimiento, las feministas tendrán la evidencia para demostrar que la concentración mundial de ingresos entre los poderosos genera el incremento de los niveles de pobreza, la destrucción ecológica, la propagación de la violencia y los conflictos armados, la inestabilidad política y la corrupción. Y para demostrar que las fallas de un “ajuste estructural” político se deben a las carencias de una intervención del Estado basada en la administración de política económicas neoliberales. Esto a su vez proporciona un marco para que las feministas inviten a la comunidad de patrocinadores a que reconsidere la política a la que ha estado apoyando durante los últimos 12 años.

Es por estas razones que las críticas feministas del poder y el empoderamiento deben ser revisadas en relación a los acontecimientos contemporáneos. En el pasado, los discursos y acciones feministas fueron pioneros en la expansión de la noción de la posibilidad de incluir las diferencias sexuales y de género, así como la falsa dicotomía entre los ámbitos privado y público en los asuntos relacionados con el género, sexualidad y reproducción (13). La novedad de estas reflexiones está basada en la necesidad de preguntarnos una y otra vez, de manera moderna:

* ¿Qué tan efectivas han sido las feministas en el establecimiento, la influencia y transformación de programas a nivel de la concepción y el diseño de acciones y su seguimiento?

* ¿Qué lecciones se pueden aprender de los éxitos obtenidos en la década de 1990?

* ¿Cómo se explica la dificultad actual para preservar poderes de negociación similares?

Ciertamente, algunas de las respuestas provienen de la interconexión de nuestra agenda con las agendas de otros, por ejemplo, la dinámica macroeconómica e internacional descrita anteriormente, pero también con los cambios que tienen lugar en los órdenes nacional e internacional. En segundo lugar, tenemos que encontrar una manera de volver a ser eficaces en múltiples ámbitos. En ambos casos es necesario mantener los esfuerzos feministas para apreciar el género como un elemento trascendental:

“Iniciar desde el concepto de cuerpo se ha convertido en una herramienta para abordar, desde dentro o desde fuera, la multiplicidad de luchas democráticas políticas y culturales que no solamente las mujeres, sino otros movimientos sociales están librando”.(14)

En tercer lugar, debemos reconocer que el desarrollo corporativo ha sido adoptado por algunas feministas que, en su contexto local, se benefician de las ganancias derivados de tener vínculos estrechos con el status quo. En otras palabras, aunque los feministas han participado en diversas acciones a nivel transnacional, en la apertura de nuevos espacios dentro de las democracias constituidas, o han participado en el proceso de construcción de las democracias, no podemos idealizar a esa dinámica. Más bien tenemos que mantener una visión crítica sobre este proceso:

“El ámbito de los Derechos de Salud Sexual y Reproductiva, al igual que cualquier arena de la salud internacional, encarna las tensiones y contradicciones que se encuentran en un delicado equilibro en algunos lugares y que se han fracturado en los demás. En un principio, una coalición de activistas, implementadores, investigadores y patrocinadores forjó un camino político para establecer un ámbito a través de conferencias de la ONU y otras formas de movilización internacional. Hoy en día, somos un grupo grande, dispar, con bases de finamiento diversas y trayectorias de clase diferentes. Las organizaciones involucradas logran su motivación a partir de agendas que van desde los derechos humanos de las mujeres y el cambio social hasta los modelos empresariales para la distribución de la riqueza y la prestación de servicios.”(15)

Por último, las respuestas holísticas surgirán como respuestas inter-generacionales y se incluyen las voces inter-regionales. Uno de estos ejemplos es la inclusión de puntos de vista generados en China sobre los derechos sexuales y reproductivos, en un momento en que estas discusiones sólo están empezando a tener lugar en ámbitos académicos y no son todavía parte del debate público en los países asiáticos.(16) Comentar los puntos de vista chinos es importante ya que las voces de Asia comenzarán a ocupar un lugar destacado en el ámbito internacional y es primordial tener en cuenta que al reconocer a China como un país líder económicamente, gran influencia en el mundo, los grupos civiles y académicos establecen cada vez más frecuentemente una visión crítica y transformadora de las normas sexuales dominantes, expresando públicamente las preocupaciones, incluso en los estrechos espacios proporcionados por su estado.

En resumen, tenemos que invertir en el análisis político continuo que nos puede ayudar a entender mejor los lugares donde podemos ejercer influencia y aquellos en los que no podemos influir. Nuestras diferentes experiencias y análisis deben ser compartidos en el espacio virtual entre los países y regiones, para contribuir a la construcción de estrategias para lograr un avance de los derechos a la salud sexual y reproductiva, tal como fue concebido por los feministas, dentro de un marco de derecho y justicia social.

Sin subestimar las tensiones, todavía es posible imaginar que los movimientos con escasos recursos, en momentos de profunda transformación cultural y social serán capaces de ejercer influencia e impulsar agendas progresistas. Esperemos que, al mismo tiempo que aprendemos a hacer más con menos, también se puedan abrir las puertas para un cambio nuevo y expansivo, mientras identificamos la manera de cambiar los engranajes del poder, a favor del cambio profundo que tenemos tan completa y cuidadosamente concebido.

REFERENCIAS

(1) Ausveg B. “Perpetuating power”. En: Repoliticizing Sexual and Reproductive Health and Rights: Report of a global meeting, Langkawi, Malasia, 3-6 de agosto de 2010. Reproductive Health Matters y ARROW. P. 42-43.

(2) Kabeer N. “The Beijing Platform for Action and the Millennium Development Goals: different processes, different outcomes”.

(3) Petchesky R. “Global Prescriptions. Gendering, Health and Human Rights”. 2003.

(4) Barton C. “Integrating feminist agendas: gender justice and economic justice”. 2005.

(5) Bendana A. “’Good governance’ and the MDGs: contradictory or complementary?”. 2004.

(6) Kindervatter S. “A question of ownership. Seeking accountability on women’s human rights: women debate the UN Millennium Goals”. 2004.

(7) Organización de las Naciones Unidas. “Women 2000: Gender Equality, Development and Peace for the Twenty-First Century”. 2000.

(8) Correa S, Germain A, Petchesky RP. “Thinking beyond ICPD+10: where should our movement be going?”. 2005.

(9) Germaine A, Kidwell J. “The unfinished agenda for reproductive health: priorities for the next 10 years”. 2005.

(10) Antrobus P, Francisco G, Eccher C, et al. “Women’s movements negotiating social contracts in transnational inter movement spaces”. 2007.

(11) “Maternal health:the countdown to 2015”. 2008.

(12) Berer M. “La ‘negociación’ de El Cairo sobre aborto y su efecto en los esfuerzos por tornar al aborto en un procedimiento seguro y legal”. 2006.

(13) Eisenstein H. “Contemporary FEminist Thought”. 1983.

(14) Vargas V. “Las nuevas dinámicas feministas en el Nuevo milenio”. 2011.

(15) Berer M, Shameem S, Allotey PA. “Are recent international conferences advancing sexual and reproductive health and rights?”. 2010.

(16) Huang Y, Suiming P, Tao P, et al. “Teaching sexualities at Chinese universities: context, experience, and challenges”. 2009.

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