Dentro del colectivo inmigrante no se sienten representados. Es más, muchos de ellos no tienen ninguna relación con sus compatriotas, ya que el debate de la homosexualidad y de la transexualidad no forma parte de la agenda de las asociaciones de inmigrantes.
Pero ellos existen. Son hombres y mujeres valientes, que vinieron a España para poder ser felices, desarrollarse, mostrarse tal y como se sienten y huyendo, en muchos casos, de la persecución e incomprensión que sufrían en sus países de origen. Eligieron España por las virtudes que oían de este país en cuanto a sus libertades, y pensaban que un transexual aquí podía circular libremente por cualquier ciudad sin que la gente comentara o encontrar un trabajo acorde a sus capacidades formativas sin tener en cuenta su apariencia, pero se equivocaron.
En España se sienten doblemente discriminados, ya que su condición de transexuales unida, además, a ser inmigrantes, les limita más que al resto del colectivo. La ley no les contempla La ley de identidad de género en España permite a todos los ciudadanos del país cambiar de sexo y nombre, si estos lo desean, sin necesidad de cirugía.
Pero con los inmigrantes transexuales la cosa se complica, ya que este derecho no está reconocido en todos los países del territorio Schengen y los documentos expedidos en España deben regirse por una legislación internacional y no sólo nacional.
El resultado son personas con una apariencia física distinta a la que pone en su documentación ofi cial, con una difi cultad añadida a su condición de inmigrantes y en una sociedad no tan abierta como algunos les habían contado.
Mª ALEJANDRA HUERTAS
"Es cuestión de que la gente vea que tienes capacidades”
María Alejandra salió de Bogotá (Colombia) hace dos años y medio, con apariencia de chico. Viajó a España, con la excusa de hacer un máster, aunque realmente quería experimentar lo que es expresarse tal y como uno se siente. Nació en una familia acomodada y desde los 11 años se sintió chica, condición que la atormentaba y que negaba constantemente. Hace tres años dijo “¡basta ya!” y decidió buscar apoyos, primero en su familia y, después del rechazo de ésta, en sus amigas que vivían en España. Ellas la animaron a venir “a un país más adelantado para este tipo de cuestiones”. “Vine a España a poderme desarrollar tanto personal como profesionalmente”, afi rma a Sí. Pero no fue todo un camino de rosas. En la facultad entró como chico, y empezó de manera paulatina a vestirse como chica. Sus compañeros no lo entendieron y de nuevo estaba sola. En la actualidad sigue convalidando su título de arquitectura, aunque la han avisado de que quizá sea mejor que defi enda su tesis “con apariencia de chico” para que el jurado escuche lo que ha preparado.
LIZETHE ÁLVAREZ
"En Colombia no se me trataba como una persona, salí huyendo de esa situación”
Lizethe nació en Cali (Colombia) y empezó a trabajar como activista desde los 20 años. En un principio, como apoyo a grupos con VIH y después centrándose más en grupos de transexuales. “Cuando comencé a trabajar con personas con sida, realmente era porque me sentía muy sola”, dice a Sí. Siguió con su carrera universitaria y el último año decidió operarse para hacer coincidir su identidad sexual y de género. Se convirtió así en una “mujer completa” y sumamente atractiva.
Pero Colombia no estaba preparada para ese tipo de transformaciones y en el año 2000, después de escuchar mucho sobre Europa, decidió instalarse aquí. En la actualidad, es una de las caras más destacadas del movimiento y trabaja en el Colectivo de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales de Madrid (Cogam) como técnico de empleo. Su trabajo es concienciar a empresas y ayudar a otras personas en su misma situación para que tengan la oportunidad de elegir su actividad laboral.
LETICIA ROJAS Y ÁLEX AGUIRRE
"Las transexuales mujeres en América Latina sufren la violencia en sus propias casas”
Estas dos ecuatorianas luchan por informar y visibilizar la transexualidad, la homosexualidad y el transgenerismo dentro del colectivo. Comenzaron su activismo en Ecuador y lo hicieron durante una década. Ambas, Leticia Rojas y Álex Aguirre, viven en España desde 2008 y coinciden en que la discriminación es real e invisible. “Conocemos casos de transexuales mujeres en América que han sido violadas por sus padres para curarlas”, afi rma Leticia a Sí.
Coinciden en que en España hay que trabajar en dar a conocer a los inmigrantes las opciones que les ofrece la legislación española, no sólo para ser felices, sino incluso para poder regularizar su situación administrativa, y es lo que están haciendo desde el Movimiento Migrantes Transgresorxs al que pertenecen. Este colectivo quiere trabajar en red con asociaciones de inmigrantes. “Sabemos lo difícil que es introducir este tema en el debate dentro de un colectivo como el iberoamericano, pero nada es imposible”, afirma Leticia.
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