jueves, 29 de julio de 2010

Ecuador: Los peligros de la muerte cruzada


Leonardo Ogaz A.

El Ecuador enfrenta nuevamente una nueva crisis política que tiene como referente principal el hecho que la institución más representativa, eje del sistema democrático la Asamblea Nacional no puede cumplir adecuadamente sus funciones: legislar y fiscalizar. Esto sin duda es una anomalía muy seria porque un parlamento que se encuentra anulado entre un juego de fuerzas, permite una sobredimensión del poder ejecutivo implicando de hecho una especie de “régimen dictatorial sui generis”.

La discusión del proyecto de ley sobre los recursos hídricos, donde el gobierno claramente salió en defensa de los intereses empresariales encontrando una fuerte resistencia del movimiento indígena y otros sectores populares y no pudo aprobarse quedando postergada indefinidamente su aprobación. Lo mismo ha ocurrido con la ley de comunicación, con la ley de educación superior, y otros proyectos de ley. En el caso de la ley de hidrocarburos se mandó un proyecto con el carácter de urgente y no fue discutido adecuada y responsablemente siendo aprobado por el recurso administrativo del ministerio de la ley. En este último caso Alberto Acosta plantea una serie de objeciones que ponen en duda de que el gobierno defienda como se debe el interés nacional.

El único intento de fiscalizar iniciado por asambleístas del propio bloque de gobierno contó con la intervención desproporcionada del propio presidente de la república quien defendió a troche y moche al fiscal cuestionado y dio al traste con el proceso, quedando sin ser juzgado; el fiscal que era acusado, entre otras cosas, de falta de probidad.

Esta situación que tiene al país al borde de un nuevo evento electoral, como una manera de resolver el impase, denominado “muerte cruzada” ya que el presidente tiene la facultad constitucional de disolver por una vez durante su mandato la Asamblea y convocar inmediatamente a elecciones tanto de presidente como del parlamento. Esta manera de buscar una salida a la crisis puede no ser tal, ya que de haber nuevas elecciones el escenario probable es que vuelva a repetirse una circunstancia similar a la actual, es decir, que se reproduzca más o menos la actual relación de fuerzas, puede volver a ganar el presidente las elecciones presidenciales y obtener una mayoría insuficiente en el congreso y con un agravante los resultados electorales podrían resultar disminuidos en relación a las últimas elecciones, esta disminución tendría por causa el natural desgaste de la gestión gubernamental y la labor corrosiva de la oposición sobre todo mediática. Con lo cual es evidente que no se resuelve la crisis sino se prolonga, lo cual abre serias posibilidades de entrar en salidas y opciones extra constitucionales o seguir en esta especie de “régimen dictatorial sui generis”.

Otra opción para resolver la crisis sería un dialogo entre los actores, cuestión que dado el grado de crispación y la polarización existente es prácticamente imposible. Estamos lejos de un escenario habermasiano de espacio deliberativo y diálogo donde se imponga la fuerza de los argumentos y no los argumentos de la fuerza.

¿Cuáles serían los factores explicativos de esta situación? ¿Por qué un gobierno que pudo haber consolidado una sólida alianza en función de un programa que fortaleciera e institucionalizara la nueva constitución no lo hizo?

Primero, sin duda, existe mucha falta de manejo táctico, la política tiene un aspecto importante que es el de la negociación, el acuerdo, el consenso, por eso algunos la definen como el arte de lo posible, esta faceta de la política que implica ceder algunas cosas para alcanzar otras, es prácticamente ignorado por el gobierno ya que las pocas instancias de diálogo que se han instaurado en estos poco más de tres años del actual gobierno han resultado un fracaso porque el gobierno no va a buscar acuerdos sino a imponer a como dé lugar sus condiciones. Se aprecia mucha prepotencia, autoritarismo, impulsividad e incontinencia verbal, en donde se va desplazando la deliberación por la orden, todas cuestiones que reflejan un estilo de liderazgo que no ayuda a construir sujetos, sino clientela.

Parecía en un comienzo que se podía articular un “bloque histórico” con el Movimiento Popular Democrático, ex maoístas, que expresan socialmente a los maestros y otros sectores populares, con el Partido Socialista que expresa sectores medios y populares más la expresión política del movimiento indígena, Pachacutik, pero en realidad lo que quería es diferenciarse de ellos porque su proyecto no era iniciar cambios en un proceso transicional hacia una democracia avanzada que abriera la puertas a un nuevo socialismo. Estos sectores político sociales casi en su mayoría se encuentran hoy en una abierta oposición, porque han sido atacados, y pretendido dividir o destruir por el régimen, es el caso del movimiento indígena y el M. P. D. Ahora en lo que se refiere al socialismo este se encuentra dividido entre la oposición y la colaboración.

La falta de habilidad política se explica a su vez por el poder personal que ha adquirido el presidente de la república que se ha convertido en un factótum. Basado en sus triunfos electorales se impone como el único factor real de poder del régimen.

Las autoridades de su movimiento político son elegidas al más puro estilo dedocratico y con la injerencia directa del líder, no hay congresos, no hay una mínima democracia interna.

Pero lo anterior sería una explicación débil, en realidad lo que realmente nos sirve como elemento explicatorio es el posicionamiento social del gobierno que se instaló en una posición intermedia entre la vieja derecha oligárquica y sus expresiones populistas y la izquierda y los movimientos sociales con una clara tendencia al tecnocratismo, pero tratando de imponer una nueva hegemonía de sectores empresariales emergentes, todo esto con una retórica bastante ideológica del Estado como expresión máxima del bien común, y creyendo que esto es socialismo. Sin duda se trata de una gran confusión, lo que en realidad el proyecto gubernamental representa es un neo desarrollismo estatalista que pretende controlar el mercado, pero que en ningún caso se plantea sustituirlo, por tanto su proyecto se maneja enteramente en el marco del fracasado sistema capitalista. Entender por socialismo intervención estatal es realmente un despropósito hoy día en pleno despliegue del siglo XXI.

Todos los conflictos que ha tenido con los actores sociales tienen un elemento común intentar imponerles la tuición estatal.

Es por eso que la “revolución ciudadana” se encuentra bajo el fuego cruzado desde la derecha y desde la izquierda, al estar ubicada en el medio, al ser un proyecto clasemediero buscándole camino a una hegemonía empresarial para desplazar a la vieja hegemonía, pero enfrentándose con los intereses de los movimientos sociales que pugnan por una mayor participación y democracia social.

Ahora desde siempre el proyecto de la “revolución ciudadana” ha sido hostil al movimiento de los trabajadores, eso desde la asamblea de Montecristi y en la propia constitución donde se coarta el derecho a la huelga de los trabajadores estatales, por tanto en este sector tampoco cuenta con simpatías, ahora paradojalmente a pesar de esta oposición social, trabajadores , movimiento indígena, maestros, estudiantes esta no se refleja electoralmente, ahí en ese escenario político se diluye y nos encontramos ante la curiosa situación de un gobierno que no tiene respaldo social, pero si un gran respaldo electoral.

Se ha venido operando además un desplazamiento discursivo, ya no se ataca tanto a “los pelucones” como a de los medios de comunicación, tenemos entonces que los principales enemigos son los medios, los indios infantiles, y el M.P.D.

La oposición de derecha y de izquierda no obstante no ha podido construir un referente alternativo y no son capaces de presentarse como una opción de recambio. La derecha tradicional está atrapada entre la desprestigiada retórica neoliberal y la denuncia tremendista y exagerada que la hace perder seriedad. Pero sobre todo porque está identificada con los viejos intereses oligárquicos, carecen además de liderazgos que puedan centralizar su praxis opositora. Son entonces los medios de comunicación mayoritariamente derechistas los que ejercitan el rol de opositores políticos ante las falencias de los partidos o movimientos políticos de la nueva y la vieja derecha.

La izquierda no logra posicionarse como un referente independiente y unido, el movimiento indígena con sus poderosas movilizaciones ha logrado detener la acción gubernamental, pero no puede articular en un programa amplio que englobe al conjunto de los trabajadores, los pobres y oprimidos, se requiere una clara oposición diferenciada de la derecha y con clara vocación de alternativa. Carece, así mismo, la izquierda de liderazgos potentes que logren aglutinar el desencanto.

Existen ciertos “estrategas” cortoplacistas desde los medios que pugnan por la unidad de todos contra Correa, y la tentación es grande, ya en el juego parlamentario de alguna manera se ha producido una especie de unidad inestable de los opositores, pero sería una trampa que terminaría como en otras ocasiones favoreciendo a los viejos poderes fácticos. La independencia y autonomía del movimiento popular tiene que construirse como su principal acervo político y moral.

En el horizonte internacional se observa una aproximación del gobierno del Ecuador hacia el gobierno de Obama, y hacia el régimen colombiano, manteniendo inmejorables relaciones con el régimen neoliberal de Alan García. La visita de Hilary Clinton y la presencia por segunda vez en menos de tres meses del encargado de asuntos hemisféricos de la potencia del norte Arturo Valenzuela resulta altamente sospechosa. El discurso presidencial se va oscureciendo ya no es antiimperialista y nunca ha sido anticapitalista, está en contra de los que están a favor y a favor de los que están en contra.

Este panorama nos lleva a la situación de empate catastrófico que caracteriza la actual coyuntura, solo poderosas movilizaciones sociales permitirán desentrampar la actual situación.

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