El tema tasa de cambio domina una relación que forjará el futuro de la economía mundial
Finalmente, la montaña se movió. Después de meses de sutil diplomacia por parte del Departamento del Tesoro de Estados Unidos y amenazas no tan sutiles de parte del Congreso, recientemente China anunció, a regañadientes, una mayor flexibilidad cambiaria del yuan.
El tema de la tasa de cambio domina una relación que forjará el futuro de la economía mundial - la confrontación entre E.U., la superpotencia económica del siglo XX, y China, la hegemonía industrial en crecimiento del siglo XXI. Washington, con apoyo ocasional de Europa y mercados emergentes seleccionados, señala que la política cambiaria de China desequilibra la economía mundial y perjudica a las compañías extranjeras
Pero, incluso si la moneda se aprecia, como solicita la Casa Blanca, E.U. todavía encara una gran cantidad de desafíos que manejan su relación comercial y de inversión con Beijing.
Con un creciente descontento a través de los negocios norteamericanos, alimentado por incidentes como la censura de China hacia Google, Washington reconoce con intensa frustración que carece de los instrumentos para conducir la política de comercio internacional en una economía moderna.
"China distorsiona el comercio global y los patrones de inversión en una red de políticas industriales patrocinadas por el Estado," dijo Jeremie Waterman de la Cámara de Comercio de E.U. "Los instrumentos que posee el gobierno de E.U. son inadecuados para hacer frente a esta interconectada red".
La antigua arquitectura de la política comercial de E.U. refleja en gran parte la economía metalúrgica del pasado. Está fundamentada – ya que es el centro de la tasa de cambio - en sus fabricantes que compiten directamente con compañías Chinas, especialmente en el mercado norteamericano.
E.U. tiene una panoplia de instrumentos de "defensa del comercio" – el antidumping, los derechos compensatorios y las medidas de protección - que lo permite bloquear las importaciones que considera injustamente valoradas, subsidios del estado o inundaciones demasiado rápidas. Uno de tales instrumentos fue utilizado en septiembre del año pasado para restringir las importaciones chinas de neumáticos, provocando una tormenta de protesta por parte de los librecambistas.
Pero los bienes a los que E.U. aplica tales medidas son principalmente los componentes industriales básicos de bajo costo en el cual el espíritu competitivo norteamericano está siendo erosionado por muchos países. El éxito de la lista bajo el proteccionismo comercial no se lee durante estos últimos meses como un recorrido hacia el futuro económico de América: tubo de perforación, fosfato, papel estucado.
Francisco Sánchez, el subsecretario de comercio internacional del departamento de Comercio, señala que estos productos cubren menos del 3% del intercambio de E.U. con China. Como las industrias están establecidas desde hace mucho tiempo y a menudo tienen uniones de trabajo poderosas, estas ejercen un control desproporcionado sobre la política comercial. Cuando China se unió la Organización Mundial del Comercio (OMC) en el 2001, el foco de los negociadores estuvo en bienes como éstos, y especialmente la eternamente polémica área de prendas de vestir y textiles.
“Cuando China se unió la OMC, E.U. y Europa hicieron un gran esfuerzo para mantener fuera la ropa china negociando las múltiples capas del proteccionismo comercial," señaló Gary Horlick, un prominente abogado comercial de Washington. Ahora estas medidas "no solo son irrelevantes sino también son una distracción", agregó. El tiempo y el capital político se gastan persiguiendo políticas comerciales irrelevantes para la mayoría de las compañías norteamericanas.
Como el mercado local de China ha crecido rápidamente, E.U. y las compañías europeas tienen mucho interés en colocar allí su producción - y especialmente en la venta de servicios como: telecomunicaciones, informática y medios. Pero muchos luchan. Beijing, bajo la rúbrica de su política "de innovación indígena", instituye lo que compañías extranjeras califican como un complejo sistema de adquisición sesgada del gobierno, políticas injustas y arbitrarias de licencias y transferencias forzadas de tecnología que violan los derechos sobre la propiedad intelectual.
Waterman ha dado seguimiento a esta política desde el 2002, cuando finalmente China se une a la OMC. "Una vez terminadas las negociaciones, esos elementos que prefirieron un rol más fuerte para el gobierno fueron librados," dijo. "El gobierno de Hu-Wen heredó desde el 2003 una economía en la cual se veían pocas compañías [chinas] en sectores con salarios altos, en industrias dependientes de los derechos de propiedad intelectual, y mucho menos preparadas para cambiar esto”. El gigantesco estímulo fiscal por $568mm que Beijing anunció en noviembre 2008 les dio más munición para dirigir el desarrollo industrial con adquisición del gobierno.
Beijing dice que solamente trata de hacer lo que otros países han hecho - modernizar su economía, aumentar la cadena de valor y alejarse de la dependencia en compañías extranjeras para la inversión y la tecnología.
Pero las compañías de E.U. dicen que la "innovación indígena" va más allá de los problemas familiares como la piratería de software y de películas, sumada a un sistema de manipulación del gobierno a gran escala de grandes áreas de la economía.
La adquisición es utilizada para favorecer a las compañías chinas. Los estándares técnicos idiosincráticos como la tecnología inalámbrica propia - "Wapi" – tienen el camino libre al negar regulaciones a estándares internacionales más familiares. Las compañías de información, de comunicación y de tecnología se quejan de las restricciones, como los requisitos para que los productos puedan ser certificados y probados en laboratorios del gobierno, y para que los negocios revelen el código fuente.
La alarme acerca de esto ha subido a tal punto en el que los representantes de negocios están cada vez más preparados a criticar esta política públicamente. "Nosotros nos sentimos cada vez menos bienvenidos en China, razón por la cual podemos ver a más personas hablando francamente y reconsiderando sobre su futuro en China," dice John Neuffer del Consejo de la Industria Informática.
Recientemente, Jeffrey Immelt, jefe ejecutivo de GE, expresó su creciente preocupación sobre Beijing, al decirle a una audiencia de ejecutivos italianos que “no estoy seguro si al final desean que alguno de nosotros gane, o que alguno sea exitoso”.
El menú de opciones disponibles para enfrentarse a tales problemas es limitado. El más obvio es litigar en la OMC. Aquí E.U. ha tenido algunos, pero no espectaculares, éxitos. En el 2004, en su primera queja contra China, forzó a Beijing a quitar el tratamiento preferente para productores de semiconductores locales; en el 2008, ganó un caso contra las reglas chinas sobre piezas para autos. Más recientemente tuvo éxito en dos casos que sentaron precedentes - uno en la aplicación de Derechos de Propiedad Intelectual y otro sobre las restricciones en la distribución doméstica de películas y libros. Actualmente, considera un caso sobre las restricciones en las tarjetas de crédito extranjeras.
Pero esta estrategia cuesta tiempo y esfuerzo, y no es una panacea. Luego de los dos o tres años que puede durar para llevar y ganar un caso y la apelación, el remedio a menudo llega demasiado tarde. En el caso de las piezas para automóviles, expertos en negocio de E.U. dicen, que la tardanza dio más tiempo a la industria china para desarrollarse y a la industria norteamericana para debilitarse, frustrando el objetivo de permitir a las compañías de piezas de automóviles de E.U. de exportar cantidades significativas a China. El Sr. Neuffer señala que la disputa para un acuerdo es aún más lenta para las industrias de alta tecnología, donde los ciclos vitales del producto pueden durar menos de un año.
Scott Lincicome de White & Case, un bufete de abogados de Washington, dice que litigar en la OMC es una de las opciones más atractivas, especialmente desde que Beijing ha comenzado a aceptarlo como parte normal de las relaciones comerciales, y no como una declaración de guerra. Pero tiene inconvenientes: "En asuntos como los Derechos de Propiedad Intelectual la legislación es limitada, y los gobiernos son muy reacios a llevar casos a menos que estén bastante seguros de que los ganarán".
El hecho de que mucho de lo que China hace cae fuera de los acuerdos normales de la OMC presenta un problema más amplio. La perspectiva de cambiar esto en el mediano plazo, con las conversaciones sobre el comercio global en el limbo en la Ronda de Doha, parece desolador. Verdaderamente, Michael Punke, embajador de E.U. ante la OMC, se queja de que los negociadores chinos ni siquiera se comprometen en entablar conversaciones serias. No hay reglas fuertes acerca de promover la competición en mercados en los acuerdos de la OMC. Existe un acuerdo por el cual los gobiernos se comprometen para hacer licitaciones internacionales para sus compras de bienes y servicios públicos pero China nunca lo ha firmado. (Editado)
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La propuesta
Debbie Stabenow, senador demócrata por Michigan, ha propuesto un proyecto de ley que sacaría a China de la adquisición del gobierno de E.U. si no abre su propio mercado. Pero pocos inversionistas parecen pensar que eso marcaría una diferencia. Las reglas como "Compre provisiones norteamericanas" ya restringen a China de participar en licitaciones para algunos contratos del gobierno, contra lo que Beijing se ha quejado.
VERSIÓN AL ESPAÑOL DE MARIA DEL CARMEN MARTÍNEZ
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