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Los mapas dicen que Harlem es un barrio de la isla de Manhattan y que su nombre –derivado de la ciudad holandesa de Haarlem– se remonta a los orígenes mismos de Nueva York. El municipio anexó Harlem en 1873 y al menos desde 1904 se asentó aquí la población negra que llegaba desde el sur estadounidense –Carolina del Sur, Georgia, Virginia, Alabama– en busca de una vida mejor.
Harlem era un barrio diseñado para la clase media: avenidas arboladas, casas de ladrillos rojos decoradas con imponentes entradas de mármol blanco y escalinatas. Era más caro vivir en Harlem que en el resto de Manhattan. Los negros no eran bienvenidos, pero con el tiempo se afirmó una clase media de origen negro que –en las décadas de 1920 y 1930– provocó un florecimiento creativo, el “Harlem Renaissance”, que se prolongó en la posguerra.
En el Apollo Theater de Harlem se iniciaron cantantes como Billie Holiday, Sara Vaughn y Ella Fitzgerald. En el Cotton Club se presentaban Duke Ellington, Lena Horne, Louis Armstrong y Jelly Roll Morton. Orson Welles dirigió en 1936 una famosa versión de “Macbeth” de Shakespeare en el Lafayette Theater, con un elenco de actores negros. Escritores como Langston Hughes, James Johnson y Claude McKay recrearon la literatura de temas y raíces negras.
También hubo un hilo conductor entre el primer diario de inspiración antirracista, creado en 1917 por Hubert Harrison –se llamaba “The Voice”– y el movimiento por los derechos civiles, que agitó las calles de Harlem en distintas épocas, desde 1919 a la década de 1960, con personalidades como Martin Luther King o Malcolm X. En el famoso Hotel Theresa –ubicado en el corazón de Harlem, la esquina de la avenida 7 y la calle 125– se alojaron personalidades como Louis Armstrong, Ray Charles y Sugar Ray Robinson, rechazados por el color de su piel en otros hoteles neoyorquinos.
Toda esta historia se puede recorrer ahora en un arco de tiempo que va desde el jazz y la música “gospel” hasta el “hip hop”. Hay espacio para ver edificios patrimoniales como la iglesia Saint Martin’s Episcopal Church –en Harlem hay más de 400 iglesias– o la mansión Morris Jumel. No faltan visitas a galerías de arte y diseño, negocios de moda y restaurantes que cultivan la cocina de raíz africana y caribeña.
Viajes en el tiempo
Pueden verse lugares como el Minton’s Playhouse –donde los músicos de jazz Charlie Parker y Miles Davis crearon el be bop– además de visitar sitios claves de la música “gospel”, como la Abyssinian Baptist Church o el Apollo Theater, la casa del escritor Lagnston Hughes, el famoso restaurante Sylvia’s Soul Food, la Harlem School of the Arts, el Schomburg Center for Research in Black Culture y algunos enclaves residenciales de la época de oro de Harlem como Sugar Hill, Mount Morris, Hamilton Heights y Striver’s Row. Una típica cena show en un club nocturno promedia los 55 dólares. Por 25 dólares se puede asistir a un servicio religioso en una iglesia de Harlem –donde es posible oír cantantes “gospel”– o participar de una caminata guiada.
Tradición y modernidad
Los entendidos dicen que hay tres zonas típicas en Harlem, a saber: West Harlem, Central Harlem y Spanish Harlem, donde está el Museo del Barrio –otra visita recomendable– creado por los inmigrantes hispanos.
Paradójicamente, la falta de desarrollo económico –entre las décadas de 1940 y 1990– ayudó a conservar las tradicionales casas de ladrillos rojos de Harlem, que ahora valen millones. Hoy es el barrio preferido de la clase media alta de profesionales negros, el sitio donde jugadores de báquet como Magic Johnson abren nuevos cafés y locales comerciales.
Hacia el año 1985 el setenta por ciento de las viviendas eran propiedad de la municipalidad de Nueva York, que empezó a venderlas y así impulsó un renacimiento socioeconómico de Harlem. En 2001 el ex presidente Bill Clinton instalaba sus oficinas en Harlem. Para esa época, el diario The Washington Post indicaba que una típica casa de ladrillos rojos con terraza costaba apenas cuatrocientos mil dólares. En 2006 la misma casa se cotizaba diez veces más, a cuatro millones de dólares.
Se sabe que desde el año 1910 funciona en Harlem una oficina de la Asociación Nacional para el Progreso de la Gente de Color (la NAACP), impulsada por el primer negro diplomado en Harvard, el historiador William Du Bois. Por cierto, las cosas progresaron bastante desde entonces. En febrero, todos los años desde 1976, se celebra el “Black History Month” con itinerarios turísticos relacionados con la lucha por los derechos civiles.
Harlem era un barrio diseñado para la clase media: avenidas arboladas, casas de ladrillos rojos decoradas con imponentes entradas de mármol blanco y escalinatas. Era más caro vivir en Harlem que en el resto de Manhattan. Los negros no eran bienvenidos, pero con el tiempo se afirmó una clase media de origen negro que –en las décadas de 1920 y 1930– provocó un florecimiento creativo, el “Harlem Renaissance”, que se prolongó en la posguerra.
En el Apollo Theater de Harlem se iniciaron cantantes como Billie Holiday, Sara Vaughn y Ella Fitzgerald. En el Cotton Club se presentaban Duke Ellington, Lena Horne, Louis Armstrong y Jelly Roll Morton. Orson Welles dirigió en 1936 una famosa versión de “Macbeth” de Shakespeare en el Lafayette Theater, con un elenco de actores negros. Escritores como Langston Hughes, James Johnson y Claude McKay recrearon la literatura de temas y raíces negras.
También hubo un hilo conductor entre el primer diario de inspiración antirracista, creado en 1917 por Hubert Harrison –se llamaba “The Voice”– y el movimiento por los derechos civiles, que agitó las calles de Harlem en distintas épocas, desde 1919 a la década de 1960, con personalidades como Martin Luther King o Malcolm X. En el famoso Hotel Theresa –ubicado en el corazón de Harlem, la esquina de la avenida 7 y la calle 125– se alojaron personalidades como Louis Armstrong, Ray Charles y Sugar Ray Robinson, rechazados por el color de su piel en otros hoteles neoyorquinos.
Toda esta historia se puede recorrer ahora en un arco de tiempo que va desde el jazz y la música “gospel” hasta el “hip hop”. Hay espacio para ver edificios patrimoniales como la iglesia Saint Martin’s Episcopal Church –en Harlem hay más de 400 iglesias– o la mansión Morris Jumel. No faltan visitas a galerías de arte y diseño, negocios de moda y restaurantes que cultivan la cocina de raíz africana y caribeña.
Viajes en el tiempo
Pueden verse lugares como el Minton’s Playhouse –donde los músicos de jazz Charlie Parker y Miles Davis crearon el be bop– además de visitar sitios claves de la música “gospel”, como la Abyssinian Baptist Church o el Apollo Theater, la casa del escritor Lagnston Hughes, el famoso restaurante Sylvia’s Soul Food, la Harlem School of the Arts, el Schomburg Center for Research in Black Culture y algunos enclaves residenciales de la época de oro de Harlem como Sugar Hill, Mount Morris, Hamilton Heights y Striver’s Row. Una típica cena show en un club nocturno promedia los 55 dólares. Por 25 dólares se puede asistir a un servicio religioso en una iglesia de Harlem –donde es posible oír cantantes “gospel”– o participar de una caminata guiada.
Tradición y modernidad
Los entendidos dicen que hay tres zonas típicas en Harlem, a saber: West Harlem, Central Harlem y Spanish Harlem, donde está el Museo del Barrio –otra visita recomendable– creado por los inmigrantes hispanos.
Paradójicamente, la falta de desarrollo económico –entre las décadas de 1940 y 1990– ayudó a conservar las tradicionales casas de ladrillos rojos de Harlem, que ahora valen millones. Hoy es el barrio preferido de la clase media alta de profesionales negros, el sitio donde jugadores de báquet como Magic Johnson abren nuevos cafés y locales comerciales.
Hacia el año 1985 el setenta por ciento de las viviendas eran propiedad de la municipalidad de Nueva York, que empezó a venderlas y así impulsó un renacimiento socioeconómico de Harlem. En 2001 el ex presidente Bill Clinton instalaba sus oficinas en Harlem. Para esa época, el diario The Washington Post indicaba que una típica casa de ladrillos rojos con terraza costaba apenas cuatrocientos mil dólares. En 2006 la misma casa se cotizaba diez veces más, a cuatro millones de dólares.
Se sabe que desde el año 1910 funciona en Harlem una oficina de la Asociación Nacional para el Progreso de la Gente de Color (la NAACP), impulsada por el primer negro diplomado en Harvard, el historiador William Du Bois. Por cierto, las cosas progresaron bastante desde entonces. En febrero, todos los años desde 1976, se celebra el “Black History Month” con itinerarios turísticos relacionados con la lucha por los derechos civiles.
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