Micheletti no se plantea dejar el poder. Esa sensación, casi certeza, es la que se llevan los eurodiputados españoles del PP, Carlos Iturgaiz e Ignacio Salafranca, que durante 36 horas dialogaron con los actores políticos de Honduras. La posición del presidente de facto es tan numantina que incluso se ha planteado la no admisión en el país de Juan Pablo de Laiglesia, el secretario de Estado español para Iberoamérica, que tiene prevista su llegada hoy junto a la comisión de la OEA. La delegación española hizo llegar a sus interlocutores hondureños la pésima acogida que tendría esta medida de fuerza en la UE.
Fuentes diplomáticas aseguraron que Micheletti mantiene una única propuesta, la que ya hizo llegar a Zelaya y que este destapó a Público: una tercera persona ocuparía la presidencia para llevar el país a elecciones. Nada que ver con el Acuerdo de San José, cuyo primer punto es la restitución de Zelaya, algo que suena imposible para los golpistas, que no se fían del presidente constitucional, al que califican de delincuente.
¿Qué pasaría ante el bloqueo internacional tras las elecciones? La intención del Gobierno de facto parece un disparate: un año de problemas, quizá dos años, pero después todo puede cambiar. Y por ello apuestan. Para el resto del mundo, el regreso de Zelaya es innegociable. "Y si yo no retorno, las elecciones de aquí serán como las de Afganistán", enfatizó el presidente legítimo a los eurodiputados españoles.
La postura numantina de Micheletti coincide con un giro sutil de la postura del embajador estadounidense, Hugo Llorens. En una entrevista al diario El Heraldo, Llorens contesta con ambigüedad a la pregunta sobre el reconocimiento estadounidense de unas elecciones sin Zelaya en el poder. "Sin un acuerdo donde se restablezca la democracia será difícil apoyar el proceso, pero al mismo tiempo todo el mundo reconoce que los procesos electorales son un elemento esencial para cualquier democracia. Y sabemos que Honduras tiene su proceso", dice.
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