Barack Obama confía en Ben Bernanke. Y tampoco puede permitirse cambiar de general en plena batalla. Por eso propuso ayer al Congreso de EE UU que le confirme para seguir cuatro años más al frente de la Reserva Federal (Fed), el banco central más poderoso del mundo. Su misión: desmontar la máquina de hacer dinero puesta en marcha tras el colapso de Lehman Brothers hace un año y sacar a la economía de la Gran Recesión sin provocar más sobresaltos en los mercados.
No será fácil. Estados Unidos saldrá de la recesión a final de año, pero cerrará 2009 con una caída anual del 2,9% y un par de problemas notables. El paro llegará al 10% al final del ejercicio, una cifra insólita para la economía norteamericana; y el déficit se dispara hasta 1,6 billones de dólares (1,1 billones de euros, algo más de la riqueza que produce España en un año entero), el 11,2% del PIB.
Obama no fue parco en elogios. Destacó la calma, el buen juicio, el temperamento, el coraje y la creatividad que mostró Bernanke frente a la mayor crisis en ocho décadas, cualidades que, según el presidente, "pusieron freno a la caída libre" en la que entró la economía. "Como experto de la Gran Depresión, estoy seguro de que nunca imaginó que debería prevenir otra", ironizó. La mayoría de los economistas apostaba por Bernanke, aunque con menos fanfarria: no todas sus decisiones en los dos últimos años son indiscutibles. La caída de Lehman Brothers -atribuible también al Tesoro estadounidense- es uno de los grandes errores de política económica de los últimos años.
La decisión de Obama, aunque predecible, generó cierta sorpresa en Wall Street por la temprana fecha elegida, a cinco meses de que venza su mandato. Además, se produjo en plenas vacaciones del presidente de EE UU, que nunca se había pronunciado tan claramente a su favor. Obama apuesta así por la continuidad del hombre nombrado por George Bush al frente de la autoridad monetaria.
El presidente lanzó un nuevo mensaje de optimismo y habló de signos de estabilización en la economía, pero advirtió de que "estamos aún muy lejos" de la recuperación. Por ese motivo, explicó, "necesitamos que Bernanke mantenga el trabajo que está haciendo". El presidente de la Fed expresó su gratitud por la "confianza" mostrada por Obama y afirmó que ayudará a promover que "las oportunidades vuelvan a florecer".
Los mercados dieron la bienvenida al anuncio, que despeja dudas sobre la línea del banco central en los próximos años. El Dow Jones abrió subiendo un 1% -aunque al cierre la ganancia se moderó al 0,32%-, también impulsado por el alza del precio de la vivienda entre mayo y junio y el repunte de la confianza en agosto. En el mismo tono se movió Europa, con un alza del 1,1% en el Ibex y subidas generalizadas, algo inferiores, en el resto de parqués.
El respaldo de Obama no garantiza la reelección de Bernanke. La pelota está en el tejado del Capitolio, y los congresistas han expresado dudas y fuertes críticas durante el último año por no haber prevenido la crisis, y por la lentitud al actuar cuando el colapso de las hipotecas subprime empezaba a salpicar a la economía real. Christopher Dodd, presidente del comité bancario del Senado, anunció que el examen de Bernanke ante el Capitolio será "duro y exhaustivo". "Tengo serias dudas sobre el éxito de la Fed a la hora de proteger a los consumidores", dijo el senador demócrata.
El proceso de reelección se verá influido por el tempo político. El examen al arquitecto de la respuesta anticrisis más drástica en los anales de la Fed se hará en plena negociación de la reforma del marco regulador del sector financiero, que se construye sobre dos pilares: reforzar los poderes de la Fed y crear una agencia de protección del consumidor. Tanto los demócratas como los republicanos se muestran reticentes a concentrar tantas funciones en el banco central por el temor a que pierda su independencia. Respecto a la agencia para prevenir prácticas abusivas en las finanzas, los congresistas la apoyan, pero Bernanke no. Pese a ese choque -y pese a que se le considera demasiado intervencionista-, se da por descontado que pasará el examen, porque es la opción que crea menos inquietud ante la crisis actual y porque los republicanos no se opondrán a un hombre que procede de sus propias filas.
El trabajo que tiene por delante es complicado. Cuando tenga claro que la recuperación es sólida, deberá empezar a desmontar de forma gradual los estímulos sin generar riesgos de recaída. La reactivación, además, puede verse lastrada por el déficit público, que según la Oficina de Administración y Presupuesto -adscrita a la Casa Blanca- alcanzará 1,6 billones de dólares este año y 1,4 billones en 2010. Las anteriores previsiones eran peores, pero esa rebaja no despeja la incertidumbre para sacar adelante planes clave de la Administración Obama, como la reforma sanitaria.
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