Parece de mala película gringa que
durante la misma semana las informaciones políticas más relevantes sean
la compra de una vivienda suntuaria por parte de la asambleísta Gabriela
Rivadeneira y el despojo de la sede en que funciona la CONAIE desde
1991.
Antonio Villarruel
Quito, Ecuador
Parece coincidencia de mala película
gringa que durante la misma semana las informaciones políticas más
relevantes del Ecuador hayan sido la compra de una vivienda suntuaria
por parte de la asambleísta Gabriela Rivadeneira y el despojo de la sede
en que funcionaba la CONAIE desde el año 1991. Por más que sean
acontecimientos que no tengan que ver el uno con el otro, no creo que
resulte desafortunado considerarlos como eventos análogos o que
inclusive formen, entre los dos, una explicación plausible de la vida
política del país.
Nada más burdo se le pudo ocurrir a la
asambleísta Rivadeneira que insinuar, de forma demagógica, que adquiría
su casa como cualquier familia trabajadora ecuatoriana, endeudándose por
decenas de años para pagar a cómodos plazos el lugar donde ella y sus
más cercanos dormirán, se despertarán, saldrán a trabajar. Rivadeneira
pasa por alto que, dentro del más ordinario concepto que tiene de
ciudad, ha ido a recluirse en uno de esos conjuntos de vivienda donde
moran los ricos a los que mandó a comer excremento dos veces. Ahora le
tocará ser vecina de ellos mismos.
No obstante, esto no es lo más grave.
Cada uno con sus gustos elementales. Siguiendo la penosa tradición de
las élites aterrorizadas y asqueadas de los espacios públicos, pero
también de los nuevos ricos de los gobiernos supuestamente progresistas
con que su grupo se alía, la presidenta de la Asamblea ha escogido
atrincherarse en esos nuevos espacios de no-ciudad pensados para las
élites vehiculizadas, en esas urbanizaciones cerradas donde la
servidumbre, que quizá votó por ella, camina por la vera del camino, y
los residentes salen y entran con sus autos.
No me imagino a una familia
ecuatoriana, trabajadora y dependiente de los créditos del BIESS, tener
la capacidad de comprar una casa de al menos un cuarto de millón de
dólares. Tampoco me imagino a Gabriela Rivadeneira tomando transporte
público, aunque ésta sea la revolución de la inclusión. Disfrazar con el
discurso de la transparencia y la rendición de cuentas semejante
cinismo solo corrobora la falta de un ideario no solamente político,
sino estético, una suerte de destierro de cualquier concordancia entre
las pulsiones de micrófono y las prácticas y relaciones diarias.
Simultáneamente, el gobierno correísta
ha hecho pespuntes legales para sacar a la CONAIE del lugar donde ha
venido trabajando desde hace veinte años. Ya lo dijo Manolo Sarmiento:
no es al código civil a lo que debería apelar el oficialismo para sacar
de allí a aquella organización. Es al huasipungo. O lo que es lo mismo, y
esto lo digo yo, a los hábitos de gobierno que han quebrado cualquier
forma de convergencia entre el Estado y sus bases, indígenas o no, desde
que este país se llama como se llama. Ahora que Correa decide que esta
agrupación no representa al movimiento indígena, el Estado ha de
responder contra ella como si quienes la conformaran fuesen todavía sus
mitayos.
Visto desde allí, el encierro en una
urbanización pelucona y el desahucio, insultos incluidos, de la CONAIE,
parecen delatar un mismo concepto de poder y ciudadanía, de espacio y
derechos. Y por supuesto, una brecha entre el trabajo político y su
reflexión. Al Supremo Líder se le olvida que fue en la CONAIE donde se
planificaron las marchas que mandaron a Gutiérrez a Brasil y de las que
él, con sus alumnos de la Universidad San Francisco y otros militantes
de movimientos sociales que orbitaban alrededor de las organizaciones
indígenas, participó. No me dejará mentir, ni él ni sus censores.
Así entonces, permisivos como somos,
olvidadizos y embelesados por las fiestas alcoholizadas, les damos
permiso para que se vuelvan en lo que combatieron cuando aún no tenían
el poder. O tal vez esas dos casas puedan decirnos más a nosotros de lo
que se les ocurrió a ellos mismos.
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