domingo, 8 de junio de 2014

Améia Valcárcel: Mujeres, derechos e inclusión

Amelia Valcárcel, 

Filósofa, vicepresidenta del Real Patronato del Museo del Prado e integrante del Consejo de Estado (el supremo órgano consultivo del gobierno español), Amelia Valcárcel es una de las voces mas prestigiosas y conocidas del feminismo español. Vino a Uruguay a dar una conferencia magistral en un debate feminista organizado por Cotidiano Mujer con el apoyo de la Cooperación Española. Este es un resumen de la entrevista realizada.

—El feminismo es parte importante de su vida. ¿Desde cuándo y por qué se define feminista?

—Cuando me di cuenta que era feminista yo no sabía ni que el feminismo existía, porque además era una España autártica, cerrada y dominada absolutamente por una especie de conciencia religiosa. Un amigo clérigo este verano me dijo: nosotros no éramos curas, éramos ayatolas (sonríe) y si lo reconocen es una buena cosa. En aquella España con ayatolas no había nombre para eso pero cuando eres adolescente y ves la enorme diversidad de destinos en que consistía ser un varón y una mujer y la enorme normativa que las mujeres tenían que soportar y los varones no, te entraba un sentido enorme de que eso era injusto. Luego dedicarme al feminismo como una actividad política y por otra parte teórica tiene que ver más bien con la formación filosófica y el interés por la historia de la democracia, de la ciudadanía, por qué se impide la ciudadanía a las mujeres y lo que ganan las democracias cuando se vuelven inclusivas.

—¿Y qué le provoca las mujeres que reniegan del feminismo?

—En la vida civil y política, nosotros que vivimos en democracia sabemos que cuando alguien conquista derechos, los conquista para todo el mundo. Hay mucha gente que hace otro calculo, de yo no voy a luchar por nada pero si se consigue yo lo conseguiré también. Inversión cero y ganancia. Por lo tanto puede haber siempre muchísimas personas que no se comprometan activamente con una causa pero que estén muy dispuestas a aceptar todos los resultados buenos que se consigan. Esto existe en todo y en las mujeres también porque he oído que son seres humanos como todos los demás y por lo tanto tendrán los mismos vicios. Puede haber otras, por ejemplo en países con conciencia religiosa cerrada. Estuve en India y en Nepal y eso no tiene paralelo con nada, no pueden tener siquiera esta disposición de corredor libre porque no hay caso para el tipo de vida que viven. Es lo que en la década de 1960 llamábamos alienación, es alguien que no está viviendo dentro de su interés, está constantemente viviendo para una orden que le fue dada desde afuera y no es capaz de ver ni siquiera de lo que le conviene y es más, hasta le puede dar miedo.

—¿Cómo considera que deben actuar las organizaciones feministas para impulsar sus agendas de genero con los gobiernos de izquierda y de derecha?

—La derecha conservadora no suele ser feminista, sencillamente porque está comprometida con una imagen del mundo en la cual las mujeres ocupan otras posiciones. A una persona conservadora en general no le gustan los cambios que ellos entienden como una familia. En tanto que el feminismo ataca en la base tradicionalista de la vida, no se pueden llevar bien. Pero cuando el feminismo consigue cosas incluso las personas conservadoras que antes le tenían un enorme temor terminan aceptándolas. Recuérdese la lucha brutal que lleva la iglesia contra el divorcio, ¿ha hecho casos alguno de sus fieles? Divorcio no, decían unos señores que eran célibes, lo que no quedaba serio. Las personas conservadoras pues se divorcian actualmente y no piensan que estén haciendo algo terrible. Las cosas se mueven pero a un paso tan ponderado que insensiblemente se va produciendo el movimiento.

—La llevo un ratito a la coyuntura.¿Qué opinión le merece la abdicación del rey Juan Carlos y las manifestaciones que exigen una consulta sobre la necesidad de la monarquía?

—Su majestad creo que ha hecho bien. La situación es nueva y necesita gente distinta. El derecho de manifestación existe y por lo tanto la gente se manifiesta, pero cambiar la forma del Estado exige corregir la Constitución. Si se arma un proceso constituyente se hablará de todo, pero en principio la Constitución prevé que a una abdicación le sigue la sucesión por la línea establecida. Eso es lo que va a ocurrir.

—Partidos de derecha ganaron en las elecciones europeas. ¿Qué lectura hace de esos resultados?, ¿Son una muestra de escepticismo en la Europa unida?

—Me preocupa mucho porque las elecciones europeas ultimas han tenido una enorme cantidad de votos que yo prefiero creer es un voto caprichoso y que no votarían de esa forma en unas elecciones a su propio gobierno. Porque si tuviéramos que leer totalmente en serio los resultados tendríamos que decir que la ultraderecha es la fuerza mayoritaria en Francia, en Italia el segundo grupo más votado es el de un payaso, que en Inglaterra los partidarios de la desconexión europea han ganado las elecciones, y que en Hungría ha ganado un partido directamente xenófobo. La lectura sería tremenda. Cuando miras todo eso te das cuenta que en España no nos ha ido tan mal: la votación no da a primera vista una cosa tan peligrosa como todas estas. Si estuviera sentada en el despacho oval y el secretario de Estado me contara qué ha votado Europa, estaría echándome las manos a la cabeza y preguntándome qué le ha pasado a nuestro mayor aliado, porque es incomprensible.



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