Jaime Coronado - 06/05/2014
Este año se celebra el 43º Aniversario de una las más extraordinarias y
ricas experiencias sociales de organización popular en el Perú, en América
Latina y quizás, a nivel mundial. En abril de 1971, luego de la invasión a unos
terrenos baldíos de Pamplona, la población que tomó esos terrenos fue traslada en
mayo a los arenales de la tablada de Lurín para constituir lo que sería la CUAVES. Ahí empieza una de las más
inéditas e importantes experiencias de auto-organización social en nuestro
país, y que surge en el contexto de importantes cambios, transformaciones y
conflictos que atravesaba la sociedad peruana de aquel entonces.
Todos han reconocido el esfuerzo y el sacrificio de sus pobladores para
dominar los arenales y hacer de ese agreste espacio un hogar digno donde vivir.
Pero no es sólo eso lo significativo de la experiencia de la CUAVES. No fue una experiencia de
invasión barrial más ni fue tampoco enteramente una propuesta “autogestión” tal
como lo planteara el gobierno militar de ese momento. Por el contrario y desde
sus inicios, la auto-organización va crear un proyecto colectivo popular orientado
por la idea de lo comunal, y por tanto, sustentado en la más amplia
participación y representación
democrática de todos sus pobladores.
Si algo caracterizó a esta experiencia social, es que tanto las diferencias
e identidades culturales como los matices y corrientes políticas que actuaron
en su seno o que pudieran haber liderado
o conducido a la organización en su conjunto, reconocieron este carácter comunal.
El “cuavismo” no solamente implicó una identidad con lo comunal, sino también
el reconocimiento, el catamiento y la legitimidad de un poder popular que se
generaba desde abajo, a partir de una voluntad de enfrentar no sólo sus
condiciones inmediatas de vida, sino estar ligado y percibirse como parte de un
proyecto de cambio y transformación del país, de la sociedad y del orden capitalista
mundial. Es desde esa perspectiva que en la primera Asamblea de Secretarios
Generales del 8 de noviembre de 1973, se aprueba el nombre definitivo de “Comunidad Urbana Autogestionaria” de
Villa El Salvador y en la Asamblea del 18 de noviembre del mismo año se elige
al primer Concejo Ejecutivo Comunal encabezado por quien desde sus inicios
propuso la forma comunal de organización, el legendario dirigente Apolinario Rojas Obispo.
Es desde la auto-organización y el poder comunal democrático que los
pobladores planifican la forma de su estructura urbana, son ellos los que
deciden crear y construir los Grupos Residenciales y las manzanas, la creación
y ubicación de sus módulos y núcleos educativos, los espacios colectivos y
comunales, los que deciden sustentar su existencia en una estructura productiva
no explotadora sino solidaria, de autogestión comunal y no para el lucro y el
interés privado, los que proyectan el espacio para el futuro Parque Industrial,
crean los grifos comunales para autoabastecerse de kerosene y abaratar su
costo, regulan el tránsito, el transporte y enfrentan los problemas de salud
creando la farmacia comunal. Son ellos los que adquieren plena conciencia de
sus derechos ciudadanos, los cuales son exigidos al gobierno y al Estado,
mediante el dialogo, la negociación, pero muchas veces mediante la movilización
y la lucha directa. Es la comunidad la que apoya la lucha de los maestros y la
que lidera la organización y
centralización de todas las otras experiencias barriales y de los llamados en
ese entonces pueblos jóvenes.
Es ese de poder popular,
democrático y auto-organizado desde
abajo, el que le da sentido a sus otros rasgos inéditos y característicos como
la autonomía frente al gobierno y al Estado. Es una experiencia democrática
sustentada en el debate y la toma de decisiones de manera amplia y colectiva,
lo que se proyecta como una verdadera y genuina forma de autogobierno. Los
pobladores crean y formulan sus propios Estatutos, en los que sus instancias de
dirección son las Convenciones, reunión de los representantes de todos los
pobladores para la toma de sus decisiones más fundamentales, un Comité
Ejecutivo Comunal, encargado de llevarlos a la práctica, define a las Asambleas
de base como espacios de debate y de decisión, que regulan y norman la
convivencia diaria de sus habitantes en diversos campos y dimensiones de su
existencia cotidiana y define el control directo y la revocatoria de sus
dirigentes, en caso no cumplan con los acuerdos democráticos. Es ante todo, una
experiencia colectiva que se define por un proyecto desde los pobres,
explotados y dominados, y por ello, genuinamente socialista.
En su I Convención realizada
entre el 28 y el 30 de Julio de 1973, deciden la plena participación en la CUAVES, no sólo de los llamados “jefes
de familia”, sino de todos los pobladores mayores de 18 años, sepan o
no leer y escribir, con lo cual definen una “ciudadanía popular”, y es aquí donde se adopta una de sus
declaraciones más fundamentales:”Los pobladores de Villa el Salvador rechazan,
condenan y repudian toda forma de organización social, económica, política y
cultural basada en el sistema capitalista. E incorpora a su conducta social, a
su organización vecinal y a sus creaciones políticas y culturales, los
principios socialistas de solidaridad y fraternidad entre todos los
pobladores”. Esta idea de socialismo
no es entendido como la mera anulación de lo privado, ni como mera estatización
de la economía, sino ante todo, como colectivización y socialización de un
poder que se genera a partir de la interacción y la participación activa de
todos.
Esta perspectiva del poder
democrático se ratifica y fortalece en la famosa III Convención realizada del 5 al 27 mayo de 1979 con el nombre de
“Primitivo Campos Roque”, en homenaje al mártir de VES asesinado durante el
histórico Paro Nacional Unitario del 22 y 23 de mayo de 1978. Esta Convención
significó unos de los más importantes hitos en la historia de la organización
popular peruana, pues no sólo implicó la participación amplia y democrática de
los representantes comunales, sino también la presencia de dirigentes
sindicales, campesinos, de mujeres y de todos los partidos entonces
comprometidos en la lucha contra la dictadura militar. La discusión se
desarrollo en múltiples Comisiones que trataron desde cuestiones de su
organización interna, pasando por el fortalecimiento de sus entes o empresas
comunales hasta abordar la situación internacional. Todos estos debates fueron
públicos y eran seguidos por los pobladores a través de parlantes colocados
para ese fin. Aunque en otro contexto, la CUAVES es también el espacio donde se
realiza la Asamblea Nacional Popular de
mediados de los años de 1980.
A sus 43 años, es evidente que la CUAVES, como poder democrático y popular,
se fue debilitando a lo largo del tiempo, pero la explicación de ello no se
encuentra en la formula comunal ni en su participación democrática. Fueron muchos los factores y actores que
actuaron en su contra, a veces de manera inconsciente, pero otras de manera consciente.
Una parte de la llamada “izquierda” con afán de “copamiento” y otras con fines
electorales, pretendió presentarla como producto del “velasquismo” y hasta
trato de apropiarse del producto de sus bienes y empresas comunales
debilitándolas. Al momento de decidir convertirse en distrito para mejorar sus
condiciones de vida, aspiro a que el poder popular orientara la actuación de su
municipalidad, pero quienes la condujeron, la asumieron como un poder
“superior” a la CUAVES, pensando a
ésta como una mera “organización vecinal”, llevándola al conflicto y al
enfrentamiento.
La experiencia comunal de la CUAVES
logro resistir y enfrentar las profundas crisis económicas de mediados de los
70, de inicios de los 80, y sobre todo, la debacle de fines de esa década y
comienzo de los 90, del siglo pasado. Pero el producto social de esas crisis en
su entorno, generó nuevos actores y nuevos agentes, con una lógica y con intereses contrarios a
la democracia popular. Factores de importancia fueron también, de un lado, el
surgimiento de organizaciones como “sendero luminoso” que empleo el terror y el
asesinato en contra de la organización, y otro, el surgimiento de un régimen
político corrupto y represivo como el fujimorismo, colocando a la CUAVES, como a todo el país, en un
contexto de “guerra sucia”.
Pero a pesar de ello, toda esta larga y rica experiencia nos demuestra que
lo más fundamental, genuino e importante
en la experiencia de Villa El Salvador, fue creación heroica de sus propios
pobladores organizados en la CUAVES,
y que cualquier alternativa de mejora sustantiva y superior en las condiciones
de su existencia cotidiana, sólo podrán lograrse, no sólo manteniendo dicha
experiencia en nuestra memoria histórica, sino inspirándonos en ella para
construir una comunidad, una sociedad y un país, más justos, más igualitarios y
realmente democráticos.
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