En
2012 -último año para el que existen datos disponibles- casi 27
millones
de niños y niñas en Europa estaban en riesgo de pobreza o exclusión
social (en
los Estados miembros de la UE 28 más Islandia, Noruega y Suiza). En los
Estados
miembros de la UE 28, el 28% del total de la población menor de 18 años
se
encontraba en riesgo de pobreza o exclusión social, el 20,8 % de los
niños y
las niñas vivían en hogares con ingresos disponibles por debajo del 60%
de la
mediana nacional, el 9% vivía en hogares con muy baja intensidad laboral
y el
11,8% en hogares con privaciones materiales. En España, el 33,8% de los
niños y niñas viven en riesgo de pobreza o exclusión social y el 29,9%
viven bajo el umbral de la pobreza relativa.
El
AROPE es el indicador básico en Europa 2020 para medir
la pobreza y la exclusión social. Es una medida compuesta por tres
subindicadores:
“en riesgo de pobreza”, “privación material grave” y “muy baja
intensidad
laboral". Es el indicador que se ha tomado como referencia en el informe
de Save the Children. El Anexo final del informe recoge la explicación
detallada del "AROPE".
NIÑOS Y NIÑAS EN RIESGO DE POBREZA Y EXCLUSIÓN SOCIAL
La pobreza en Europa no tiene pasaporte. En todos los países europeos hay
niños y niñas que viven en situación de pobreza, pero, como muestra el Gráfico 1, el porcentaje de niños en
riesgo de pobreza o exclusión social varía sustancialmente de país a país. En los países
nórdicos (Noruega, Suecia, Dinamarca, Finlandia e Islandia) y Eslovenia,
Holanda, Alemania, Suiza y la República Checa, entre el 12 y el 19% de los
niños viven en riesgo de pobreza o exclusión social. En Grecia, Hungría y
Letonia la cifra asciende hasta el 35-41%; y en Rumanía y Bulgaria se sitúa por
encima de la mitad de los niños, un 52%. En España, el 33,8% de los niños y niñas viven en riesgo de pobreza o exclusión social.
Participación en el mercado de trabajo. El
riesgo de pobreza es mayor entre los niños que viven en
hogares con una intensidad laboral muy baja. La
diferencia agregada en la cuota de niños en riesgo de pobreza entre los
hogares
con alta y baja intensidad laboral para los miembros de la UE 28 es de
56,7%. La persistencia del riesgo de pobreza infantil entre
hogares con alta intensidad de trabajo –tales como Rumanía, Lituania,
Portugal,
España, Grecia, Letonia, Eslovaquia, Polonia o Luxemburgo– subraya el hecho de que el
acceso al mercado de trabajo no garantiza un estándar básico de vida para las
familias ni, por lo tanto, para los niños y niñas. Los países nórdicos
históricamente han tenido una proporción inferior de niños en riesgo de pobreza
como consecuencia de políticas que han favorecido el empleo, en especial el
empleo femenino, por una parte, y transferencias sociales generosas y muy
eficaces (porque están centradas en los niños), por otra. Últimamente
estas políticas han cambiado y el resultado es un aumento en las tasas de pobreza
infantil.
La eficacia de las transferencias sociales. Las transferencias sociales pueden tener un impacto importante en el nivel
de pobreza infantil. Pero en qué medida son eficaces en reducir el riesgo de
pobreza entre los niños y las niñas, depende sobre todo del nivel de gasto
directamente dirigido a apoyar a las familias y los propios niños.
El efecto de la crisis financiera. Entre 2008 y 2012, el
número de niños en riesgo de pobreza o exclusión social en Europa aumentó en 1
millón, con un incremento de alrededor de medio millón solo en un
año, entre 2011 y 2012; el porcentaje de niños en riesgo de pobreza o
exclusión social pasó del 26,5% al 28% entre 2008 y 2012. La crisis ha reducido
los ingresos y ha conducido a un deterioro inmediato del bienestar y el
desarrollo infantil en general, desde la nutrición y la salud, hasta las
oportunidades educativas y el ocio. Este empeoramiento de la situación surge del creciente
desempleo, especialmente del desempleo de larga duración, y las deterioradas
condiciones de trabajo, con recortes en los niveles salariales o reducciones de
la jornada, y una caída de los ingresos disponibles acompañada de una subida de
los precios de los alimentos básicos, la energía y los servicios.
DESIGUALDAD: LA CAUSA PROFUNDA DE LA POBREZA Y LA EXCLUSIÓN SOCIAL
La desigualdad es una de las principales causas y consecuencias de la
pobreza y la exclusión social infantil. Los niños y las niñas europeos que han
nacido en barrios o regiones desfavorecidas económica y socialmente, cuyos
padres tienen bajos niveles de formación y empleo, o cuyos padres son
migrantes, tienen más probabilidades de vivir en familias con menos ingresos
disponibles o en una vivienda inadecuada. También es más probable que tengan un
acceso limitado a los servicios de salud y a la educación y a los cuidados a la
primera infancia. Estos niños comienzan sus vidas en situación de desventaja y
es posible que crezcan en desventaja. Sin apoyo, probablemente continuarán con
la transmisión intergeneracional de la pobreza y la exclusión social. La
pobreza la determina cómo (a quién y en qué medida) se (re)distribuye la
riqueza en un país, más que la riqueza general del país.
Los niños sufren las consecuencias
de la pobreza. El riesgo de pobreza o exclusión social es mayor para los
niños que para los adultos. Sólo en siete países – Lituania, Estonia, Alemania,
Noruega, Finlandia, Eslovenia y Dinamarca, el riesgo de pobreza o exclusión
social es mayor para los adultos que para los niños.
La educación de los padres y madres.
Los niños de padres con niveles educativos más bajos
(pre-primaria, primaria o primeros ciclos de secundaria) tienen más
probabilidades de estar en riesgo de pobreza o exclusión social que aquellos
cuyos padres tienen niveles educativos más altos. Niveles educativos inferiores
a menudo pueden significar que los padres tienen menos ingresos disponibles
procedentes de sueldos y salarios. El porcentaje de niños en riesgo de pobreza en los países de la UE
(excluyendo Croacia) subieron del 55,3% al 61% para aquellos niños cuyos padres
tienen unos niveles inferiores de educación, mientras que aumentó solo en 0,5%
para aquellos con padres con estudios superiores.
El país de origen de los padres. La probabilidad de que un niño esté en riesgo de pobreza o exclusión social
está determinada por el país de nacimiento de los padres. En los países de la UE 28, se registran tasas de
pobreza más elevadas entre niños cuyos padres han nacido en países extranjeros
que entre niños cuyos padres son de uno de los países incluidos en este informe
(32,2% frente a 18,3%). Se encuentran mayores
diferencias en España, Bélgica, Grecia, Eslovenia, Suecia y Francia. Todos
ellos son países con ingresos medio-altos, lo que indica que la desigualdad
basada en el origen o historial de la familia es relativamente alta, incluso en
países histórica y culturalmente caracterizados por su fuerte preocupación por
la justicia social, como Francia y Bélgica. Los miembros de una familia nacidos
en países extranjeros tienen más probabilidad de tener un trabajo de baja
remuneración. También pueden tener más probabilidades de experimentar
dificultades en el acceso a servicios sociales y de bienestar (como educación y
atención a la primera infancia).
Composición del hogar. Los hogares
monoparentales, especialmente mujeres, presentan un mayor número de niños en
riesgo de pobreza o exclusión social (49,8% frente a 25,2% de la media de los
hogares con niños dependientes). También aplica a los hogares con más miembros:
dos adultos y al menos tres niños dependientes (30% de índice de pobreza
infantil).
EDUCACIÓN Y ATENCIÓN A LA INFANCIA: UN DERECHO Y UN CAMINO PARA SALIR DE LA POBREZA
Un acceso en condiciones de igualdad a una educación y atención a la
infancia asequibles e inclusivas es fundamental para garantizar la igualdad de
oportunidades y romper los ciclos de pobreza (Convención sobre los Derechos del
Niño de Naciones Unidas, Artículos 28 y 29). Sin embargo los objetivos de Barcelona (acordados por el Consejo Europeo, CE,
en 2002) de proporcionar atención infantil al menos al 33% de los niños menores
de tres años de edad y al menos al 90% de los niños entre tres años y la
educación obligatoria para 2010, están lejos de alcanzarse en la mayoría de los
países europeos. Actualmente, la media europea de provisión de servicios entre 0 y 3 años
está en el 30%. En 11 países (Rumanía, Polonia, Eslovaquia, la República Checa,
Bulgaria, Lituania, Hungría, Malta, Austria, Croacia y Letonia) no se alcanza
el 15% de cobertura.
Impacto a largo plazo. La cobertura y la
calidad de los servicios de atención a la infancia tienen un impacto a largo
plazo en las oportunidades educativas y laborales. Los niños y las niñas
matriculados en educación y atención a la primera infancia antes de la
educación obligatoria, en general tienen menos probabilidades de abandonar la
escuela y más de conseguir cualificaciones que les permitirán acceder a mejores
trabajos y ganar mejores sueldos cuando sean adultos. Por el
contrario, tener menos oportunidades educativas es probable que conduzca a las
familias y a los niños a tener menos ingresos, con el potencial de perpetuar la
pobreza en generaciones futuras.
Una investigación llevada a cabo por Save the Children Rumanía reveló que,
para cubrir los gastos de la educación de un niño (excluyendo el pago del
personal del colegio), los padres y madres tienen que gastar una suma que es
una vez y media superior a la asignada por niño por el Estado. Incluso,
aunque la educación obligatoria es en teoría gratuita, los padres tienen que
pagar la matrícula, material (como libros de texto, lapiceros, tiza y otros
materiales para la enseñanza), transporte, renovación y mantenimiento de los
edificios escolares, equipo deportivo o personal de seguridad privada. Estos
“costes ocultos” crean una clara desventaja para los niños cuyas familias no
pueden permitirse pagar, y esto puede llevar a la no matriculación de los niños
o al abandono escolar.
Abandono escolar temprano. Uno de los cinco objetivos de la estrategia Europa 2020 es reducir el
abandono escolar temprano a menos del 10%. Sin embargo, y a pesar de algunas
mejoras en los últimos años, alrededor del 13% de los niños y niñas de la UE
abandonan la escuela después del primer ciclo de secundaria y no entran en
programas de formación. Muchos países quedan lejos de alcanzar el objetivo,
como por ejemplo España, donde el abandono escolar prematuro se sitúa en el
25% (Gráfico 12).
La desventaja educativa afecta especialmente a los niños y niñas
vulnerables y marginalizados. Por ejemplo, en Grecia, Rumanía, Bulgaria, Italia
y Francia, el 10% o más de los niños romaníes en edad de educación obligatoria
(7-15) no van al colegio. La asistencia disminuye aún más pasada la edad de
educación obligatoria. Las tasas de abandono escolar son mucho más altas entre
los niños romaníes o inmigrantes y entre los niños con necesidades especiales.
VIVIENDAS INADECUADAS E INASEQUIBLES: UNA TRAMPA DE
POBREZA
Un entorno de vivienda adecuado
que sea seguro, limpio y saludable es crucial en el desarrollo, la salud, la
educación y la vida social de los niños y las niñas. Los niños necesitan un
lugar adecuado y tranquilo donde hacer sus deberes, jugar e invitar a sus
amigos a casa. Sin embargo, las familias que viven en riesgo de pobreza tienen
más probabilidades de vivir en zonas caracterizadas por condiciones de vida
insalubres e inseguras.
Por ejemplo, en la UE (excluyendo Islandia, Noruega y Suiza) el porcentaje
de niños que viven en hogares que gastan más del 40% de los ingresos
disponibles en costes de la casa (lo que impide que los padres puedan
permitirse otras actividades que contribuyan al bienestar de sus hijos, como
actividades culturales o de tiempo libre) es de un 11%. Grecia tiene el mayor
porcentaje (38%), seguido de España, Rumanía, Bulgaria, Hungría, Holanda,
Alemania y Portugal.
El porcentaje de niños en hogares afectados por privación relativa a la
vivienda –definida como una vivienda con goteras en el techo, humedad en las
paredes y suelos o cimientos y marcos de ventanas podridos– es del 17% entre
los países miembros de la UE 28, con 15 países que igualan o están por encima
de la media. Eslovenia tiene el porcentaje más alto (31%), seguido de cerca por
Letonia, Chipre y Hungría. En Italia, Portugal y Dinamarca casi un cuarto de
los niños viven en hogares afectados por la privación en relación a la
vivienda.
LOS DERECHOS DE LOS NIÑOS: EL
ENFOQUE CORRECTO PARA ABORDAR LA POBREZA INFANTIL Y LA EXCLUSIÓN SOCIAL
Es necesario que Europa cambie de paradigma y considere la inversión en
infancia como una política fiscal europea rentable, a nivel europeo, nacional,
regional y local. La pobreza y la exclusión social infantil son una cuestión de
derechos de los niños y deberían abordarse a través de un enfoque de derechos
de la infancia.
Save the Children insta a todos los Estados de la UE a
implementar la Recomendación sobre pobreza y bienestar infantil "Invertir en la infancia: romper el ciclo de las desventajas" como parte de su Paquete de Inversión Social (adoptada el 20 de febrero de 2013 por la Comisión Europea) y a la CE a crear un seguimiento anual y un
proceso de evaluación para medir dicha implementación. También insta a todos
los países europeos, a las instituciones de la UE y a quienes diseñan las
políticas a que desarrollen estrategias y planes que aspiren a reducir la
pobreza infantil desde una perspectiva de derechos de la infancia, con un
enfoque transversal y paneuropeo. Invertir en la infancia debería ser un
principio fiscal a nivel europeo, nacional, regional y local.
Instan a la Comisión Europea a que desarrolle indicadores de amplio espectro para
medir la pobreza y la desigualdad infantil junto con los Estados miembros de la
UE, con el fin de comprometerse a objetivos concretos de reducción de la
pobreza infantil dentro de las prioridades de política estratégica de la UE
post-2020.
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