Publicado el 4 de abril de 2014
Amy Goodman y Denis Moynihan
La mayoría de las personas están convencidas de que el ser humano está
cambiando el clima para peor. Cada vez hay más pruebas que demuestran el
nefasto futuro que nos estamos forjando a nosotros mismos y al planeta.
Tendremos que soportar una mayor ocurrencia de eventos climáticos
extremos, como huracanes y grandes sequías, la extinción de muchas
especies y el grave problema de la escasez de alimentos a nivel mundial.
El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC)
acaba de publicar su último informe después de una reunión de cinco
días celebrada la semana pasada en Yokohama, Japón. El Panel, que está
integrado por más de 1.800 científicos de todo el mundo, recopila,
analiza y sintetiza los datos científicos más sólidos y relevantes sobre
el clima y otros asuntos relacionados. El pronóstico no es alentador.
En la conferencia de prensa en la que se anunció el lanzamiento del informe, el presidente del IPCC,
Rajendra Pachauri, advirtió: “En la medida en que el mundo no adopte
medidas para mitigar las emisiones de gases de efecto invernadero y el
cambio climático continúe aumentando, la estabilidad social de los
sistemas de vida humanos corre grave peligro”.
Pachauri habla con la
disciplina de un científico y la cautela de un diplomático. Sin embargo,
el último informe es claro: “El cambio climático puede aumentar
indirectamente el riesgo de conflictos violentos como guerras civiles y
violencia entre comunidades”. El informe también subraya que el
abastecimiento mundial de alimentos, que ya es escaso, sufrirá las
consecuencias del cambio climático y que los sectores más vulnerables de
la población mundial serán los primeros en padecer hambre. Pero el
problema no se termina ahí.
El IPCC publicó
su informe anterior, más amplio, en 2007. Desde entonces, se duplicaron
los hallazgos científicos que demuestran que es un hecho irrefutable
que el cambio climático es provocado por el ser humano. Sin embargo, aún
existen poderosos negadores del cambio climático, financiados por la
industria de los combustibles fósiles. Oxfam, una organización no
gubernamental que lucha contra el hambre a nivel mundial, cuestiona a
los negadores en un informe publicado la semana pasada, denominado
“Hambre y calentamiento global: cómo impedir que el cambio climático
haga fracasar la lucha contra el hambre.
Tim Gore, de Oxfam, afirma que
“los poderosos intereses económicos que actualmente están lucrando con
este modelo económico tan dependiente del carbono, empresas como Exxon,
son los que tienen más que perder con la transición hacia un modelo
económico alternativo, justo y de bajas emisiones de carbono”.
Impertérrito, ExxonMobil publicó su propio informe esta semana, tras el
informe del IPCC, en el que afirma que es “muy improbable”
que las políticas para combatir el cambio climático impidan que la
empresa continúe produciendo y vendiendo combustibles fósiles en el
corto plazo.
Las empresas
productoras de combustibles fósiles como ExxonMobil ejercen una gran
influencia en las políticas diseñadas para combatir el cambio climático,
en particular en Estados Unidos. Esta semana, la Cámara de
Representantes estadounidense aprobó una medida que obligaría a la
Administración Nacional Oceánica y Atmosférica y a otros órganos
relacionados a no hacer caso del cambio climático y centrarse, en
cambio, en pronosticar un clima severo, pero sin mencionar las causas
probables.
Mientras tanto, a nivel estatal, el Senado de Tennessee
aprobó un proyecto de ley que prohibe la inversión en determinadas
formas de transporte público. Según el grupo ThinkProgress, la medida
recibió importante financiamiento de los barones del petróleo Charles y
David Koch. La influencia política de personas como los hermanos Koch
probablemente se vuelva más directa tras el reciente fallo de la Corte
Suprema en el caso McCutcheon contra la Comisión Federal Electoral que
elimina el tope establecido de donaciones personales que pueden recibir
los candidatos políticos.
Uno de los autores del informe del IPCC,
el climatólogo bengalí Saleemul Huq, lo explicó de la siguiente manera
en el programa Democracy Now!: “Las empresas de combustibles fósiles son
las que abastecen de droga al resto del mundo, que es adicto y
dependiente de los combustibles fósiles. Sin duda, vamos a tener que
poner fin a nuestra adicción a los combustibles fósiles. Vamos a tener
que dejar de depender de ellos si queremos una verdadera transición y
evitar el tipo de aumento de la temperatura que mencionó, de hasta 4
grados Celsius. La única respuesta es abandonar el uso de los
combustibles fósiles”.
Ese es el punto
central de la crisis: los países que son los mayores contaminadores
están obstruyendo un acuerdo vinculante a nivel mundial para combatir el
cambio climático. En las negociaciones sobre cambio climático de las
Naciones Unidas se pusieron de acuerdo con el resto del mundo, en
principio, en limitar las emisiones de gases de efecto invernadero a
niveles que permitirían un aumento de la temperatura del planeta de tan
solo dos grados Celsius. Sin embargo, los científicos afirman que esa
meta se está volviendo cada vez más difícil de alcanzar y que afrontamos
un aumento de la temperatura de 4 grados Celsius.
El catedrático de la Universidad de Princeton Michael Oppenheimer, otro de los autores del informe del IPCC,
me dijo: “No se trata solamente de un problema para el resto del
mundo…Tomemos, por ejemplo, el Huracán Sandy. Recordemos lo difícil que
fue hacer frente a la tormenta. Así son las tormentas de hoy en día.
Pensemos en lo que sucederá en los próximos 10, 20 o 30 años cuando
aumente el nivel del mar y las tormentas, en la mayoría de los casos,
sean más intensas”.
“Estados Unidos
es adicto al petróleo”, afirmó el ex Presidente George W. Bush, un
petrolero frustrado, durante el discurso sobre el Estado de la Unión en
2006. La clase política estadounidense está nadando en el dinero
proveniente de los combustibles fósiles, que está ahogando la
democracia. El cambio provendrá de las organizaciones de base, de los
movimientos sociales, como el movimiento estudiantil que está
presionando a los fondos de las universidades para que retiren sus
inversiones de las empresas de combustibles fósiles, de las luchas
comunitarias locales contra la fracturación hidráulica y de la creciente
campaña de acción directa no violenta para impedir la construcción del
oleoducto Keystone XL.
© 2014 Amy Goodman
Traducción al español del texto en inglés: Mercedes Camps. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org
Amy Goodman es
la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite
diariamente en más de 750 emisoras de radio y televisión en inglés y en
más de 400 en español. Es co-autora del libro "Los que luchan contra el
sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados
Unidos", editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.
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