Revuelo
ha causado en la derecha chilena que durante el minuto de silencio en
homenaje a Jaime Guzmán, dispuesto en la cámara de diputados el martes 2
de abril, la diputada comunista Camila Vallejo no se haya puesto de
pie.
Yo aplaudo a la diputada, porque su actitud rompe con la hipocresía
pública nacional. Ya basta de cinismos, eufemismos o de andar
repitiendo como loros idioteces tales como: “es que hay que tener
siempre actitud republicana en la honorable cámara de diputados”.
Vallejo está en su derecho a no homenajear a quien no desee hacerlo, tan
sencillo como eso. Es parte de su legítima libertad personal.
Por otro
lado, seamos claros y no se oculte la verdad histórica, Jaime Guzmán ha
sido uno de los personajes más siniestros del país: golpista en 1973 y
cómplice de las violaciones a los derechos humanos y del genocidio tras
el golpe de Estado; es decir, un tipo que de vivir debería haber sido
juzgado tal como debería serlo Agustín Edwards y tantos civiles más que
colaboraron con los militares golpistas.
Pedir que los comunistas
homenajeen a Jaime Guzmán es tan absurdo como pedir a los judíos que
rindan homenaje a Joseph Goebbels. Respecto al detalle de las opiniones
vertidas por miembros de la UDI y RN ni siquiera vale la pena
considerarlas, menos las de enajenados con tribuna pública.
PD: Sobre los diputados Teillier,
Nuñez, Cariola, etcétera, puestos en la misma situación que Vallejo,
sólo expresar, como seguramente habría dicho el legendario Enano Maldito
en el Puro Chile, haciéndolos además acreedores del Huevo de Oro: “es que ellos son republicanos pues hombriiiiiiii ¡!!!”
Por Alejandro Lavquén
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